La decisión del gobierno de Kicillof de ofrecer como material de lectura a estudiantes de secundaria libros que contienen escenas de sexo explícito, suma críticas. Otra política «progresista» diseñada por gente despegada de la realidad.
Un juicio político y muchas falsedades I. El juicio político que enfrentarán la semana próxima los jueces Pablo Gómez Urso y Pablo Viñas es, quizá, el último estertor de las llamadas «políticas de género» del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires
La cuestión sexual es una de las claves del comportamiento humano. La sexualidad es esencial para la reproducción de la especie. Por milenios, los poderes constituidos —cuales fueren, en cada lugar y momento— han establecido leyes, organizaciones y estatutos sociales de comportamiento intentando regularla.
1) Javier Alonso (las manos manchadas) | 2) Cesar Trujillo (van por él) | 3) Ione Belarra (delirante con banca) | 4) Guillermo Bianchi (mirada positiva) | 5) Gómez Urso y Viñas (en la cuerda floja) | 6) Yojana Marleny Leiva Mejía (¿mujer trans?) | 7) Pablo Biró (guapo de pico) | 8) Maxi Abad (the winner) | 9) Pablo Urquiza (comportamiento moral despreciable) | 10) Marcelo Cardozo (dando en la tecla)
El lord mayor de nuestra aldea urbanamente extendida se maneja ahora con un nuevo esquema comunicacional que incursiona en un lenguaje más bien propio del argot barriobajero: sin ponerse colorado, en sus redes habla de «fisuras» o de «compas». La forma, hace al fondo. Ya ni los dirigentes de los unidos patrióticamente usan esos términos.
Las decisiones emanadas de un Poder Judicial despegado de la realidad siguen causando dolores irreparables en nuestra sociedad.
