A diario —y con razón— se habla del deterioro de la educación en la Argentina. Es real, ocurre. Es el resultado de una sistemática política iniciada en la década de 1980 en las gobernaciones peronistas que ha llevado a extremos perversos a la educación en nuestro país. Pero aún a pesar de todo, nuestro país encuentra razones para sentir orgullo.
Corriendo detrás de «el jefe» I. Es quizás el episodio más patético en mucho tiempo en la política local: bastó que Mauricio Macri hablara del entorno presidencial, apuntando específicamente a Santiago Caputo y a Karina Milei
1) Sebastián Pareja (el «armador» hace abluciones) | 2) Emiliano Giri (¿el líder?) | 3) Alfredo Lazzeretti (espera racionalidad) | 4) Marcelo Cardozo (limpiando el mugrerío) | 5) Ian Molina (siempre los pibes) | 6) Matías Iriarte (afrontando la crítica) | 7) María Corina Machado (mujer coraje) | 8) Roberto Baradel (todo lo que está mal) | 9) Belén Casetta (todos con ella y su ejemplo de vida) | 10) Jorge Bergoglio (un silencio ominoso)
Según los integrantes del prieto grupo que integra el staff más cercano al intendente Guillermo Montenegro, «Guille en las encuestas vuela». Raro, no se le ve la capa de superhéroe.
La trama que culminó con la detención de José Luis Segovia tiene ribetes increíbles y actos de torpeza inusitados. Un testimonio fue clave para terminar de darle forma a la acusación.
Era un cántico tribunero que los chicos llevaron a Qatar, producto de la subcultura futbolera de nuestro país: una bulla subida de tono, e impublicable en ningún medio, pero que existe de manera irreverente; aunque haya algunos sectores que creen que hay que pedir permiso.
