Rechazo a los escraches | Tras el repudio público a la sentencia del Tribunal 1 en el caso de la muerte de Lucía Pérez, varios sectores de la justicia reclaman reencausar las protestas y volver al sistema recursivo institucional. El mismo tribunal acaba de condenar a 20 años de cárcel al violador de una menor.
Toro en rodeo ajeno. Llegó acompañado de una veintena de micros que trajeron a Mar del Plata unas mil personas. Llegó violento, a amenazar convencido por actores de Unidad Ciudadana que los dirigentes locales del Sindicato de Trabajadores Municipales no tienen la impronta necesaria para herir de muerte al ejecutivo marplatense. Rubén García trajo su impronta barrio bajera anticipando que cortará rutas y arruinará el verano 2019
Las reglas morales han sido escritas en piedra antes que la memoria fuera contenida en códices organizados. El código de Hammurabi, escrito mil ochocientos años antes de Cristo, reunía ya parámetros que involucraban la vida intima y publica de las personas. La violación era castigada con la castración y el pago de una indemnización a la familia de la víctima. No a la víctima, a su familia.
1) Ruben García (el cholo va de apriete) | 2) Mauricio Loria (lo están esperando) | 3) Daniel Rodríguez (se dice de él) | 4) Marcelo Lobbosco (interviniendo) | 5) Octavio Ventura (vida breve, final infausto) | 6) Fernando Berlingeri (J’accuse…!) | 7) Gustavo Menéndez (la hora del final) | 8) Roberto Pennisi (cambio cultural) | 9) Florencio Aldrey Iglesias (sumando derrotas) | 10) Ariel Bualo (pide salidas transitorias)
Debiera decir que no hay nada nuevo bajo el sol. Desde el triunfo mismo de Carlos Fernando Arroyo en 2015 la postura de llevarlo a renunciar al cargo fue sistemática, llevada adelante mediante una colusión de intereses entre sectores políticos que han representado por años la mise-en-scène de estar en bandos opuestos, pero acordando metódicamente el reparto de cargos y prebendas. Doce millones de pesos en asesores es un monto demasiado alto, que no explica la paupérrima performance legislativa vernácula.
Un fideicomiso se encarga de devolver el capital que los estafados invirtieron, aunque no las ganancias ficticias.
