Carlos Fernando Arroyo lo lanzó en reunión de gabinete: “le ganamos una elección al poder, pero aún no ganamos el poder”. Esa es la cuestión. No es quitar un cartel más o menos; los carteles que nominan “Paseo Aldrey” a la Estación Terminal Sur son una impúdica exhibición del derecho de pernada que el anciano aldeano de Lugo cree tener sobre la cosa pública.
Acomodando la carga I. El fiscal general de provincia Fabián Uriel Fernández Garello -ex agente de inteligencia de Ramón Camps en los años de la dictadura- busca el camino de su salvación bajo el ala pródiga del actual procurador Julio Marcelo Conte Grand
La habilitación al debate del aborto lanzada por el Gobierno nacional sorprendió a propios y extraños. Tanto que aún hoy, la gobernadora María Eugenia Vidal no se ha pronunciado sobre las expresiones del arzobispo Héctor Aguer, quien no tuvo reparos en descalificar sin eufemismos al Presidente de la nación, diciendo de él que “ni sabe hacerse la señal de la cruz”, y de esta gestión que es “un gobierno sin principios de orden moral o natural”. A ello se suman las denuncias de curas villeros por lo que definen como pérdida significativa de trabajos en las barriadas más pobres.
De amor y poder. Es una de las delicatessen que corren por todo el sistema bancario: la relación entre el presidente del BAPRO Juan Curuchet (no confundir con el ciclista senador) y Emilia Jaime, asesora y asistente especial con jornada extendida
1)Paola Tornoud (sólo como yo digo) | 2) Omar Gándara (no le gusta que lo reten) | 3) Ramón “Toto” Lorenzo (no afloja, sigue la ruta) | 4) Eva Moyano ( se terminó la impunidad) | 5) Lucas Fiorini (grouchista alineado) | 6) Guillermo Montenegro (candidato del mal) | 7) Gabriela Magnoler (incómodo momento) | 8) Emilio Sucar Grau (sólo lo que corresponde) | 9) Ana María Crovetto (siempre peronista) | 10) Daniel Adler (está nominado)
No pudieron hacerlo caer en los dos primeros años de gestión. Entonces iniciaron un camino extraño: traer a Mar del Plata a un señor que hace un año proclamaba su amor por San Isidro y, cual Groucho Marx del vecinalismo, se dijo a sí mismo que amaba San Isidro, pero que en todo caso también podía amar a Mar del Plata
