Salud pública | La atención de salud pública en Mar del Plata es pésima. Las salas están mal atendidas, los médicos no alcanzan, y es muy difícil conseguir turno. Todos se amontonan en el HIGA, que tampoco puede ocuparse de todo. Un dolor de muelas, puede ser una pesadilla eterna.
La salud de los marplatenses es un relato del infierno. Una vecina del Barrio Centenario se comunicó con la FM 99.9. para plantear su impotencia con el servicio médico municipal marplatense: «Recién llego de la sala de salud Centenario. La gente esperando desde las 6 AM para que comiencen a dar turno a las 7 AM, y los atiendan a partir de las 8:15. No hay obstetra ni ginecólogo. Una vez por semana entregan 8 turnos. Hoy está ausente el médico clínico, que atiende tres veces por semana y entrega doce turnos. Hay veinte personas en la cola del odontólogo, que atiende dos veces por semana para adultos, y una vez por semana para niños, y entrega ocho turnos. Para estudios, se entregan 25 turnos al mes, pero para el mes siguiente al de la solicitud, no importa la dolencia ni la urgencia».
¿Es posible? Sólo necesitamos imaginar a una persona cuyo niño llore por el dolor de muelas: le tendrá que explicar que quizá le toque la atención médica la semana próxima, o quizá no. Imaginemos esperar un mes para la posibilidad de realizar una ecografía abdominal. Un mes para encontrar un cálculo renal, por ejemplo, siempre y cuando consiga el turno. Este estado de cosas, ¿qué clase de sentimientos generará en la sociedad? ¿Ninguno? Imaginemos que si este es el panorama para la odontología, lo que pasará con la atención psiquiátrica.
La situación de la atención médica pública en Mar del Plata es claramente dramática. Un médico explicó para este medio que en la municipalidad hay un sólo traumatólogo para adultos que se desempeña en todo el distrito, y dos para niños. Que una orden para un turno pedido el 3 de noviembre fue otorgada para el 17 de enero, porque tenía carácter de urgente. Que una misma ginecóloga presta funciones para 6 salas de salud barriales, y la obstetra —que trabaja en las mismas condiciones—, está de licencia por maternidad. La consecuencia de este sistema de salud vergonzoso es que los pacientes —hartos de sufrir dolores y enfermedades— recargan los hospitales provinciales que deberían estar reservados a problemas de mayor complejidad. Esto es lo que sucede en el Hospital Interzonal de Agudos, en cuya sala de espera hay enfermos de bronquitis junto a accidentados o heridos. Y en el Hospital Materno Infantil, donde se agolpan madres buscando controles prenatales que no le pueden otorgar las salas comunes.
Indolentes
Es obvio que los funcionarios públicos no necesitan padecer la condición denigrante de suplicar atención en un sistema público de salud. Ni para ellos ni para sus hijos, ni para sus padres. Pero alcanza con levantar la vista y ver lo que padecen las personas sujetas a este infierno, en sus dos variedades: la municipal y la provincial.
La página oficial del Municipio de General Pueyrredon habla pomposamente de los CAPS: centros de atención primaria de salud, que tienen la función de desagotar los hospitales. Indica que es posible obtener turno personalmente «o telefónicamente al 147 para las especialidades de Odontología y control de salud». Esta información es falsa de toda falsedad: el 147 tiene una información inicial de derivar urgencias al 911, y las otras son 1 para denuncias, 2 para COVID, 3 para castrar mascotas y 6 para volver a escuchar. Todo lo demás no será atendido porque no es de su interés. No da turnos.
Una vecina del Barrio Libertad refirió que el CAPS otorga turnos telefónicamente en el número de esa sede, pero que jamás se logra obtenerlo porque permanece ocupado. Y que si las personas concurren personalmente a la madrugada para ser atendidas, rara vez entran entre los primeros, y por lo tanto no obtienen el servicio médico de los pocos turnos que se conceden. ¿Arrancan a las 8 y a las 10 se cansaron y no atienden más?
La página también habla de la maravillosa atención del CEMA, que tiene hasta resonador. Pero que para hacer estudios, el turno lo tiene que conceder un centro de salud. Así que volvemos a cero, porque el centro de salud no te atiende, porque no conseguiste turno porque fuiste a las 6 de la mañana y ya no había.
Actualmente, desde dos CAPS en los extremos del partido de General Pueyrredón llegan anuncios de conflicto por reclamos del personal, casi un rosario sabido y reiterado: falta de agua corriente y energía eléctrica, sumado a que hay poco personal. Sí, hablamos de lujos tales como agua y luz, aunque usted no pueda creerlo.
Otros centros de salud quizá tengan agua y energía eléctrica, pero también tendrán poquísimo personal: una de las razones puede ser la falta de plazas, pero otra es que a sueldos bajísimos, el profesional de la salud no elige el desgaste de trabajar en el sistema público barrial. Los enfermeros, sector sumamente precarizado y golpeado de los empleados estatales, dejan estos empleos para elegir instituciones privadas que permiten realizar un doble turno para alcanzar a cubrir un salario apenas digno.
Sistema provincial
El Secretario General de ATE Mar del Plata, Ezequiel Navarro, dijo en diálogo con la FM 99.9: «aproximadamente faltan 200 profesionales. Venimos haciendo un relevamiento porque hubo renuncias, fallecimientos y decimos que la pandemia no ha terminado. Se viene una temporada donde Mar del Palta tendrá una gran afluencia de turistas, y cada vez que pasa algo en la vía pública, esa atención la brindan los hospitales. Es necesario el nombramiento de personal».
La situación del COVID-19 ha mejorado notoriamente, pero aparecieron otros problemas que están llenando los hospitales: «hace un mes que hay dos noticias que se dan semanalmente: accidentes de tránsito graves y gente que reclama en la puerta de las Salas de Atención Primaria la falta de servicio. Son dos problemas que recaen directamente en los hospitales públicos. Hemos sido críticos de la gestión de Viviana Bernabei, que en medio de la pandemia restó horas de atención en las Salas de Salud, porque los hospitales no tendrían que hacer atención primaria».
Navarro fue muy crítico incluso con lo que hizo Bernabei desde su rol de dirección del Materno Infantil, uno de los hospitales sobre los que recae la necesidad de personal: «habitualmente los hospitales terminan resolviendo esa atención primaria. Bernabei fue directora del Materno y dejó un hospital en muy malas condiciones: hay obras que todavía no se terminaron en Santiago del Estero y Alvarado, y fue un proyecto que inició ella. Es lamentable que la municipalidad —teniendo tantas salas bien distribuidas— no tenga una política para utilizarlas bien».
Mientras esperan que haya nombramientos nuevos, también quieren una mejora salarial, a pesar de una paritaria alta que tuvieron: «el promedio salarial de un trabajador de la salud es de 60 mil pesos sin antigüedad, y en una categoría inicial. Tuvimos un aumento del 54%, pero se demostró que los trabajadores de la salud son más que esenciales y debería existir un reconocimiento económico».
Un ejemplo vivo. La joven D juega al fútbol en un equipo barrial, y sufrió una lesión de rodilla más que común en el deporte. Como se desempeña como empleada informal, concurrió a una sala barrial: después de muchos dimes y diretes se supo que requería de una resonancia magnética.
Ante la imposibilidad de conseguir tuno para el mes corriente ni para el mes entrante, toda su comunidad deportiva se puso en campaña para organizar una tallarinada para poder pagar su estudio: ruptura de ligamentos cruzados.
La atención traumatológica del hospital fue un mal augurio: las intervenciones quirúrgicas se realizan por orden de urgencia. Es decir, que primero va una fractura expuesta, una cadera rota, muchísimas lesiones que impiden que la persona deje la cama del nosocomio. Una rodilla sin ligamentos no es de vida o muerte.
Pero, paradójicamente, una empleada informal con una rodilla imposibilitada no puede trabajar y, por lo tanto, no puede generar el mínimo sustento para autoabastecerse con lo que sus problemas se multiplicarán, y dentro de unos meses podrá llegar al hospital con una condición peor que la actual. En una silla, con la rodilla rota, la joven piensa qué posibilidades tiene de conseguir un trabajo que se realice sentada.
Panorama desolador en una ciudad feliz, recontra feliz.