
Se profundiza la crisis en la industria pesquera. Mientras peligran miles de puestos de trabajo, la política en general mira para otro lado, salvo muy pocas excepciones. ¿Será que quieren que la cosa estalle?
Cuando uno analiza los dichos de Diana Mondino cuando aún era funcionaria del gobierno nacional en los primeros días de la presidencia de Javier Milei, las declaraciones que Federico Struzenegger ha vertido a lo largo de los últimos meses al respecto de este tema, las modificaciones que se habían propuesto en su momento para la Ley de Pesca, y ve los impactos que las decisiones políticas a nivel nacional están teniendo sobre este sector, es inevitable pensar que hay gente que quiere que la industria pesquera nacional fracase. ¿Por qué? Puede haber muchas razones, desde las más inocentes, como la falta de conocimiento o interés, hasta algunas más graves, como la de buscar que las empresas argentinas quiebren y puedan ser compradas por monedas, dejando el negocio en manos de otra gente, que no necesariamente tienen que ser argentinos.
Más allá de las inevitables especulaciones, lo cierto es que —salvo muy pocas excepciones— el rol de la política ante esta crisis deja muchísimo que desear. Los funcionarios que deberían ocuparse del tema, no tienen poder de decisión real; y, cuando lo tienen, lo usan mal. Por otro lado, los funcionarios con verdadero poder de decisión, no dejan de adoptar medidas perjudiciales para esta industria: les aumentaron los derechos de extracción, no los incluyeron en el régimen que eximió a las economías regionales del pago de retenciones, y les impusieron nuevas cargas y gravámenes. Para colmo, dentro de la propia industria hay quienes no quieren entender la gravedad de lo que pasa y se niegan a tener discusiones en términos lógicos, queriendo sostener costos que ya no dan para más.
Esta situación, que se viene agravando progresivamente desde hace meses, tuvo un momento fuerte en estos días cuando, de manera histórica, fracasó la prospección de langostino en aguas nacionales: el negocio resulta tan poco atractivo en la actualidad, que casi no se anotaron barcos para participar de la misma.
Lentamente, pero de manera constante, la industria pesquera se debilita: retiros voluntarios, barcos parados, y una notoria merma en los volúmenes de descarga. Los signos de la crisis ya son más que evidentes para cualquiera que quiera prestar atención. Sin embargo, la reacción de la política es nula. ¿Lo estarán haciendo a propósito?
Daños colaterales
El destino de la industria naval argentina está inevitablemente ligado al de la industria pesquera y viceversa. Vito Contessi es una de las voces más claras de este sector, con un análisis preciso de todas las variables que componen esta crisis. Luego de la botadura del buque pesquero «Siempre Don Omar», durante la cual brindó un claro discurso que resaltó los problemas que atraviesan ambas actividades económicas, hizo una autocrítica, y también planteó algunas soluciones, el presidente de Astilleros Contessi brindó una entrevista a la FM 99.9 donde abundó sobre estos conceptos.
«Hay una ausencia total de acciones a favor de la pesca y de la industria naval que son pasmosas. Soy autocrítico y creo que mucho de lo que nos pasa es culpa nuestra, pero también soy consciente que la clase política a todo nivel nos está dando la espalda de una manera total y que ni siquiera leen los medios especializados para preocuparse y alertarse de lo que está pasando en el puerto. Y eso es grave», dijo.
Continuó: «el sábado se dejó sin efecto la prospección de langostino, no hubo prácticamente barcos anotados porque la flota fresquera no puede ir a pescar. Un recurso con las actuales condiciones reglamentarias, donde das un paso y te ponen una multa, es no solamente ineficiente sino que es inviable. La representante del Consejo Federal Pesquero de la provincia de Buenos Aires tuvo declaraciones que no estuvieron muy afortunadas, diciendo que iba a mantener esa normativa, que no estaba de acuerdo en cambiarla. Todas las semanas se cierra alguna planta, se abre algún retiro voluntario. En los últimos tres o cuatro meses contabilicé, haciendo una cuenta de almacenero, 1873 puestos de trabajo afectados. Es preocupante que la clase política no se esté dando cuenta de esta sangría, una sangría silenciosa, pero que veníamos algunos advirtiendo ya desde hace mucho tiempo, el año pasado, que esto así era inviable y que tarde o temprano los barcos iban a empezar a quedar parados, no por un lockout patronal, sino porque no se puede seguir trabajando a pérdida indefinidamente».
Incluso señaló que se han tomado medidas que no solucionan los problemas de fondo como el caso de la marina mercante, sino que se actúa sin pensar en la actividad: «Me parece una muy mala medida la que tomó el gobierno con respecto a la marina mercante desregulándola completamente y permitiendo ahora que barcos de bandera extranjera, de bandera de conveniencia, de Panamá, de Belice, de cualquier país, operen en el cabotaje argentino. Esto pasa porque nos habíamos quedado sin marina mercante. Prácticamente no quedaban barcos porque se habían ido todos al Paraguay: los remolcadores, los empujadores y las barcazas. Paraguay tiene el triple 10: 10 % de IVA, 10 % de impuesto a las rentas personales, 10 % de la renta a las empresas. Contra eso es muy difícil competir. Entonces, en vez de tomar el camino largo y decir cómo hacemos para bajar impuestos en Argentina, para competir la Paraguay y volver a seducir a los armadores para que no desaparezca completamente la marina mercante, tomamos el atajo».
Declaración de emergencia
De los políticos con real relevancia a nivel nacional, el único que ha tomado este tema como propio ha sido el senador Maximiliano Abad, quien está buscando que, tanto a nivel municipal, como provincial y nacional, se declare la emergencia para el sector fresquero de la pesca.
Abad se reunió esta semana con diferentes representantes del sector para seguir avanzando en la agenda de trabajo conjunta. De dicha reunión, participó entre otros Mariano González, gerente de CAFREXPORT, quien brindó una entrevista a la FM 99.9 donde expuso su visión al respecto de esta crisis.
«Es desgastante el hecho de tener poca respuesta. También a nivel local, teniendo el puerto a metros, al margen de la capacidad de la respuesta concreta, nos pone mal que no se vea la posibilidad de tender los puentes necesarios con la administración nacional, que es quien nos puede brindar alguna solución. Venimos con un goteo desde hace tiempo: empresas que cesantean a su personal, jubilan con anticipación, que cierran, barcos que demoran sus partidas. Nos preocupa cuando las autoridades no toman conciencia de todo esto», dijo.
Al respecto de la falta de acompañamiento por parte de la política, dio un ejemplo concreto: «En la comisión de Intereses Marítimos de la legislatura provincial, hay un proyecto de declaración de emergencia que está parado hace ya dos meses». El presidente de dicha comisión no es otro que el ex intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, quien se niega a darle tratamiento al expediente. «Podemos tener distintas visiones al respecto de los pedidos que hace el sector, pero lo grave es que ni siquiera se discuten los puntos. Encima, algunos funcionarios en los máximos lugares de decisión, como el Consejo Federal Pesquero, van a contramano de la realidad que vivimos todos».
En contraste, González destacó la actitud del senador Maximiliano Abad: «Presentó en el Senado una cuestión de privilegio y se están tendiendo puentes también con otros bloques, porque para nosotros esto no tiene ningún color político, ningún partidismo».
Al respecto del futuro del sector, González tiene en claro cuál es el camino a seguir: «Para crecer, es necesario generar inversiones. Para hacer nuevas inversiones, vos necesitás ahorro, se necesitan inversiones genuinas que surjan de los rendimientos de la actividad cotidiana, que hoy no existen: cada uno está quemando los ahorros que se pudieron hacer en otros momentos. Se necesita invertir en nueva maquinaria, en desarrollo de productos, en la apertura de mercados porque a nivel internacional, desde el punto de vista competitivo, vamos perdiendo mercados. Nosotros exportamos el 80% de nuestros productos sin valor agregado. Es necesario genera valor agregado y para eso hay que estar en lo último de la tecnología, de los mercados, del desarrollo de productos. Estamos enfrascados en una discusión sobre los costos que no dan para seguir funcionando, y no podemos concentrarnos en estos temas que son el futuro de la industria. No podemos seguir pescando y exportando como hace 20 o 30 años. Se hacen algunas inversiones, pero no al ritmo que requieren los mercados mundiales, por eso es urgente que respondan los tres niveles del gobierno».
Se los comen los de afuera
Entre los muchos factores que afectan a la actividad pesquera en la Argentina, está el mentado tema de la milla 201: una flota de barcos de banderas principalmente españolas, chinas y coreanas que se ubican en el límite de nuestra zona económica exclusiva y depredan los mismos recursos que, hasta la milla 200, están sometidos a un sinfín de impuestos y de regulaciones.
Otra preocupación constante es la posibilidad de que estos barcos entren de manera ilegal a nuestra zona económica exclusiva, algo en lo que Prefectura ha estado trabajando activamente. Raúl Cereseto es el presidente de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera y, en una entrevista para la FM 99.9, afirmó que este tipo de pesca ilegal se encuentra efectivamente controlada en el Mar Argentino.
«Vivimos una experiencia personal, conseguimos subir a un vuelo oficial de la Prefectura Naval Argentina y pudimos ver en primera persona la experiencia de sobrevolar la milla 201. Fue un vuelo de más o menos unas 5 horas, donde sobrevolamos unos 300 buques y podíamos ver que claramente no había ningún buque en la zona económica exclusiva de la Argentina, la milla 200. Luego de haber vivido esa experiencia, nos dirigimos a la propia prefectura, al centro de comando, donde pudimos ver y entender un poco el sistema guardacostas que tiene la Prefectura, que ha incorporado tecnología digital que permite de alguna manera detectar embarcaciones a través de imágenes de apertura sintética, que obviamente mejora sustancialmente la vigilancia marítima. Comprendimos en profundidad que hoy es un tema que está no resuelto, pero está muy avanzado», contó.
Sobre la afectación que tienen los barcos que están pescando a partir de la milla 201, Cereseto agregó que «hay un alambrado virtual en el mar de la milla 200. Por un lado está cuidando la soberanía, que muchos vídeos se han publicado respecto a que hay una cantidad de buques ingresan y nos roban el recurso dentro de la plataforma marina. Quiero dar por tierra esos conceptos que dicen nos están robando dentro del mar argentino. Después está la cuestión claramente medioambiental, que no deja de ser una cosa muy crítica y que hace mucho daño a nuestro país, pero que ahí hay que trabajar a través de organismos internacionales. El océano es un desierto de agua para la pesca, no hay pesca en los océanos entonces cuando uno habla de que estos barcos pescan en aguas internacionales, en realidad lo que hacen es estacionarse frente a distintas plataformas marinas de distintos países, pescan frente a la costa de distintos países justamente para afanarles los recursos, pero ya no están en aguas argentinas sino que están en aguas internacionales. Uno cuando aplica políticas pesqueras, por ejemplo en Argentina que son políticas restrictivas, tiende a establecer políticas para pescar menos, para trabajar en materia de sostenibilidad. Este tipo de flotas atenta contra los conceptos de sostenibilidad, porque uno hace apertura de temporada, cierre de temporada, veda reproductiva y esto no tiene ningún tipo de control. Hace un daño no solamente a la biodiversidad sino también comercial, porque a la flota argentina la hace pelota».
También se refirió a la situación actual de la pesca en el país que está muy complicada y además, no tiene respuesta alguna de los actores políticos de esta historia: «la pesca está atravesando por lo menos dos grandes problemas: una matriz fiscal insostenible y una matriz de costos que incluye los laborales, que no la hace competitiva. Es este cúmulo de dificultades lo que hace que hoy la flota esté parada. Parte del gobierno no ha tomado medidas para trabajar sobre la materia fiscal y sobre algunos reclamos que ha hecho la pesca para volver a hacer competitiva. El dólar para exportar, desde que asumió este gobierno, no varió más de un 20% y la inflación ha superado un 100% acumulado. Los costos internos se han ido ajustando por la inflación, los precios de venta se han ido ajustando por la variación del dólar. Se ha perdido mucha rentabilidad y hoy es más caro mover los barcos que tenerlos parados, porque cuesta más caro pescar que vender. Hay un enorme problema que se termina circunscribiendo a la patronal y el gremio sentándose a negociar de qué manera podemos rentabilizar el negocio ante la falta de respuestas. Las cámaras empresariales han planteado una rebaja de los convenios de trabajo, es el 30%. Los gremios dicen que de ninguna manera el trabajador va a ser una variable de ajuste. El precio manda y entonces hoy tenemos la flota parada».
Ante tantas voces alzadas, tantos signos claros de crisis, ya la inacción del gobierno nacional parece absolutamente intencional. ¿Querrán que la pesca argentina fracase? Quizás subestiman los años de historia, el tesón de quienes afrontan las condiciones adversas del mar todos los días, la cultura arraigada a través de generaciones. La industria pesquera nacional está dando la batalla. Y esta, es una patriada a la que deberíamos sumarnos todos.