Desconectado

Que el gobierno nacional no tenga idea de la importancia social del espacio conocido como «La canchita de los bomberos» y lo haya puesto en venta, vaya y pase. Pero que el intendente ante esta situación no reaccione, es incomprensible.

Otra vez el espacio conocido como «La canchita de los bomberos» vuelve a estar en el centro de la polémica. Recordemos que, allá por el 2012, se había anunciado de buenas a primeras la construcción en ese lugar de un complejo de viviendas para beneficiarios del PROCREAR, una propuesta que era impulsada desde las sombras por el confeso pagador de coimas Patricio Gerbi. Los vecinos reaccionaron, se movilizaron y, con el patrocinio del abogado José Esain, presentaron una demanda que logró frenar el proyecto.

Hoy, el escenario es distinto: no hay un proyecto concreto sobre el lugar, sólo la autorización para que esas manzanas se pongan a la venta. El problema, es que los vecinos quieren preservar el espacio como una plaza, y si los terrenos terminan en manos de un particular, es muy difícil que sea ese el destino que le vaya a dar.

Dada la buena relación imperante entre el actual intendente y el Estado nacional —aunque su posible futuro en un rol ministerial, ahora parezca estar en duda—, que éste intervenga para frenar la venta de los terrenos sería una expectativa bastante razonable, ¿no?

Un poco de historia

El arquitecto Roberto Cova estudió el origen del Barrio Parque Luro, y detalló que estuvo circunscripto al sector comprendido entre las calles Patagones a Pasteur, y desde Florisbelo Acosta a Strobel. Este predio perteneció a María Luro de Elissathe Chevalier, hija de Don Pedro Luro.

La familia Luro tuvo relación con el italiano Vicente Ferrari, a quien apoyó en sus estudios. Luego fue él quien se ocupó de la forestación de las dieciséis hectáreas anteriormente delimitadas; algunos de los añosos árboles que aún quedan fueron plantados por él, quien también plantó los frutales y la quinta que abastecía al Solarium, el Instituto Unzué, y varios hoteles.

Era este parque un lugar de atractivo turístico. En 1916, en el predio rodeado por las calles Acosta, Félix U. Camet y Liniers, se creó el Solarium de Mar del Plata. Obedecía a la necesidad de favorecer el tratamiento de la tuberculosis ósea en niños posiblemente de bajos recursos, al igual que el Hospital Marítimo. Pero en lo relativo al deporte, consta que el 25 de mayo de 1941 se fundó en el barrio el Club Argentinos del Norte, dedicado principalmente al fútbol. Casi simultáneamente, pero en el otro sector del barrio, comprendido entre las calles Río Negro a Constitución y de Patagones a Tejedor, surgió otro club llamado Villa del Parque. Era la actividad de la zona: asistir la salud y propiciar la recreación.

Por todo esto, el predio de la Canchita de los Bomberos evidentemente ha sido un espacio verde para toda la ciudad de Mar del Plata, donde se han desarrollado las prácticas de fútbol, yoga, actividades comunitarias, incluso lugar de paso de turistas que realizan actividades físicas en la zona, o que concurren a las playas del norte de la ciudad.

Pasaron los años, y en 1987 surgió el proyecto de generar allí un Centro de Convenciones. En la década del 1990 se intentó la instalación de un parque de diversiones, el que se desechó gracias a la oposición de los vecinos. Ellos siempre han querido que se consolide el uso de espacio verde, convencidos de que un cambio traería daños enormes para el ambiente urbano del lugar.

Luego se quiso crear un Centro Cultural de Convenciones, y un hotel 5 estrellas. En función de este proyecto es que se definieron los indicadores urbanísticos específicos, y la Dirección Nacional de Bienes del Estado decidió vender los terrenos mediante una licitación. Lo trabaron observaciones del ex concejal Eduardo Salas, que solicitó mayores y más precisos elementos de análisis, cuando ya se sospechaba que un negociado podía llegar a deteriorar notoriamente el equilibrio de la zona. El entonces concejal Pulti dijo que prefería que ese macizo de tierras fiscales fuera primero transferido al municipio y que, a partir de allí y debate comunitario mediante, se decidiera el uso futuro de esos terrenos. El debate comunitario se lo salteó, porque en 2001, la Canchita de los Bomberos salió a la venta para viviendas por licitación pública.

Ya en 2009, el actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires firmó con el Organismo Nacional de Administración de Bienes (ONABE) la transferencia del predio para la construcción del Museo de Arte Contemporáneo, una obra de índole cultural que contaría con una inversión inicial de 5 millones de pesos. Durante todo el 2010, el intendente Pulti sostuvo que en el lugar se instalarían oficinas municipales. Se desalojó a familias que ocupaban el predio, y se difundió información sobre este proyecto de uso del lugar, para oficinas y espacio verde.

Algo sucedió de pronto en junio de 2012: apareció el proyecto del Plan de Viviendas. La sociedad se resistió porque se perdería el uso histórico del predio, por lo que se instaló en el lugar una mesa para informar a los vecinos sobre el destino que se había decidido para el terreno.

Cualquiera que conociera la zona habría tenido en cuenta el enorme agravio que comportaría ese proyecto para el ambiente urbano del lugar, es decir, el colapso en materia de servicios que provocaría este proyecto. La comuna estaba haciendo lugar a la construcción de un plan con fondos de la Nación, sin solicitar previamente los estudios imprescindibles de impacto ambiental para la zona: allí entran en juego, por ejemplo, los desagües y el escurrido de agua de lluvia, los servicios urbanos y demás.

Para construir legalmente en la zona, el procedimiento previsto en el instructivo debería haber constado de dos etapas: prefactibilidad y factibilidad del proyecto en cuestión. Ninguna de las dos se realizó en tiempo y forma. La prefactibilidad ambiental determina la negación o afirmación del emplazamiento, y sólo en caso de que su resultado sea afirmativo, le sigue la etapa de factibilidad ambiental. Toda esta información permite a la autoridad de aplicación contar con una herramienta certera para la identificación del tipo y la intensidad de los impactos naturales o urbanísticos, según las actividades que se proponen desarrollar.

Los vecinos se dieron cuenta de que no se tomaba ninguna precaución y por eso la asociación de fomento comenzó a pedir respuestas a la comuna, exigiendo que cumpliera con su deber de policía en lo ambiental. Nunca recibieron respuesta. La prefactibilidad, más allá de su requerimiento legal, permitiría saber si el emplazamiento del complejo de viviendas PROCREAR estaba o no ubicado en un lugar idóneo para alojar dicho emprendimiento.

Finalmente, la demanda presentada por los vecinos con el patrocinio del abogado José Esain prosperó: la Justicia determinó que no se habían cumplido en tiempo y forma los estudios de impacto ambiental y ordenó que, de querer avanzar con el proyecto, la Municipalidad hiciera las cosas bien, como corresponde. Ese fue el final de aquella historia.

Una batalla tras otra

Pasados doce años desde aquel fallo, hoy «la Canchita de los Bomberos» vuelve a estar en el centro de la polémica luego de la publicación en el boletín oficial del decreto del gobierno nacional que habilita la venta de los terrenos. Ante la noticia, los vecinos de Parque Luro organizaron una jornada deportiva, y una asamblea abierta, que se realizará horas después de la publicación de esta nota. El reclamo sigue siendo el mismo: que se respete el uso histórico que la sociedad le ha dado a esos terrenos como un espacio verde dedicado a las actividades recreativas, deportivas, culturales, instalación de foodtrucks, etc.

El abogado José Esain, especialista en delitos ambientales, se refirió en la FM 99.9 a la reciente decisión de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) de poner a la venta las dos manzanas donde se ubica la conocida «Canchita de los Bomberos». El profesional recordó que en 2013 un fallo judicial detuvo un proyecto similar —un plan de viviendas del PROCREAR impulsado por el exintendente Gustavo Pulti— al comprobarse la falta de estudios ambientales previos.

«El amparo se presentó porque no se había hecho el procedimiento de prefactibilidad de la evaluación de impacto ambiental», explicó Esain. «Ese paso es fundamental para determinar si el predio es adecuado para una construcción de esa magnitud, ya que analiza el entorno, compara con otros terrenos y evalúa los posibles impactos. Como no se había cumplido con eso, la Justicia lo tomó muy en consideración», agregó.

El fallo, confirmado por la Cámara Contencioso Administrativa, también señaló la ausencia de participación ciudadana y acceso a la información pública. «Si se hubiera hecho ese procedimiento, habría quedado claro que se pretendía ocupar el único espacio verde existente desde Parque Camet hasta Plaza España», subrayó el abogado.

Respecto a la venta actual del predio, Esain advirtió que cualquier intento de desarrollo urbano deberá tener en cuenta las restricciones que surgieron de aquella sentencia. «El que quiera hacer algo ahí se va a tener que enfrentar con todas estas alternativas, porque ese lugar tiene un impedimento jurídico», señaló. Además, planteó que «la venta de bienes del Estado por norma que no sea ley también es discutible, porque la Constitución establece que debe hacerse por ley».

El especialista sostuvo que «el mejor destino de ese espacio es el que le da históricamente la gente: un espacio verde de uso público». En ese sentido, consideró que el Municipio debería intervenir para garantizar su preservación. «Hay que tranquilizar a los vecinos que lo usan genuinamente. El lugar debería quedar bajo administración municipal y mantenerse como pulmón verde», afirmó.

Finalmente, Esain estimó que incluso las autoridades locales se habrán sorprendido con la inclusión del predio en el listado de bienes a la venta. «Seguramente nadie sabía que esto estaba publicado por la AABE. Lo importante ahora es alertar sobre la situación y resolverla de la manera que corresponde», concluyó.

Que alguien le avise a Guille que otra vez se le está escapando la tortuga. Si le importa la gente de esta ciudad —más aún sí, como indican algunos rumores, ahora cambió de idea y pretende quedarse a terminar su mandato, en vez de partir hacia el olvido, sin pena ni gloria—, acá tiene una oportunidad bien sencilla de anotarse algún que otro poroto.