Mar del Plata y la inseguridad | Todos los barrios de la ciudad están colapsados por los hechos de inseguridad. La presencia policial es poca, o nula, y Montenegro parece estar en otra cosa. El intendente ganó las elecciones diciendo que tenía un plan de seguridad, que sigue sin empezar. ¿No sería el momento?
Los vecinos de Mar del Plata tienen un tema de preocupación que supera toda otra inquietud: la inseguridad. Atravesados por la desprotección absoluta, representantes de distintos barrios hablan de la falta de presencia policial y de la inacción de las autoridades que deberían intervenir para resolverlo.
Roberto Polvara, por ejemplo, vive en El Martillo, y señaló en la 99.9 que están cansados de pedir una respuesta que nunca llega: “hemos hecho los reclamos correspondientes al COM para solicitar un domo en Puán y Chávez. Le mandamos una nota al señor Oroquieta pidiéndolo, con 270 firmas, y vamos por 500 firmas más para seguir insistiendo”.
Recientemente se entrevistaron con representantes del Foro de Seguridad, y con el subcomisario de la seccional 16, pero no hubo ninguna propuesta concreta para mejorar la situación: “Nos quitaron la policía municipal que caminaba por las calles y hay poca presencia de patrullaje”, agregó.
Todos en el barrio saben quiénes son los ladrones, y tienen identificados hasta los motochorros y sus domicilios, pero resulta que la seccional está en medio de las dos villas de emergencia. Entonces, los vecinos prefieren no concurrir a hacer la denuncia cuando sufren un robo. Por eso, la policía les dijo que el barrio sin denuncias es considerado seguro, y tiene menos patrullaje. Un círculo cerrado.
Pero esta falta de seguridad se agrava por la falta de mantenimiento de las luminarias, que están permanentemente en riesgo de caída: “nos van a prestar atención cuando ocurra un hecho lamentable con la inseguridad, cuando alguien salga lastimado”, afirmaba.
Claro que no se trata únicamente de ese sector de la ciudad. Hace pocos meses, Emmanuel del barrio Las Dalias se refirió a hechos delictivos también en esa zona: “Lo que realmente colapsó a los vecinos es que tuvimos tiroteos durante 4 noches seguidas entre dos bandas, y una de ellas terminó pinchando un tanque de una vecina”.
El relato indica que sufren constantes robos en todo tipo en comercios, casas, paradas de colectivo y no hay presencia policial. La zona depende de la Seccional 15 que, sin embargo, queda muy lejos, porque se encuentra en las inmediaciones de la planta de efluentes cloacales, y no tiene personal suficiente: “tenemos entendido que hay un sólo móvil en condiciones de transitar. Con el estado que tienen las calles, cuando llegan, el hecho ya sucedió. El Comando tiene un móvil en la cuadrícula de Las Dalias, pero es muy poco”. Cuando los vecinos decidieron realizar una protesta, se presentaron tres patrulleros que nunca habían estado, lo cual fue visto casi como una burla ante el reclamo. Hablaron con el jefe de calle que estaba persiguiendo a una de las bandas, que en ese momento recibió balazos en su auto: “Lo que tenemos entendido es que se están disputando el narcomenudeo en la zona entre dos bandas”.
La misma foto
Del otro lado de la ciudad, en el Barrio Juramento, Víctor Hugo Sáez explicó que el crecimiento de la delincuencia durante la pandemia ha sido exponencial, que no hay circulación de patrullas, y que, al llamar a la policía, les responden que no tienen móviles. Su esposa trabaja a cinco cuadras de la casa, pero tiene que regresar en remise. Por eso, armaron un grupo de WhatsApp que abarca 8 cuadras de vecinos, por medio de la cual se informan de cómo está la situación. Agrega que el barrio se puso realmente complicado porque no hay policía para hacer ni siquiera un rondín, y que se ponen de acuerdo entre ellos para llegar o salir juntos, porque la delincuencia está a flor de piel.
Pero el vecino cuenta que votó al actual intendente, y se siente defraudado: “voté a Montenegro porque al haber sido Secretario de Seguridad, al mudarse al COM, nos iba a cuidar. Pero la verdad que me da risa cuando dice eso. Se veía la presencia policial en el gobierno de Arroyo y, con el cambio de gobierno, nos dejaron a la deriva”.
El planteo de Saiz no es único. Muchos de los votantes del actual intendente decidieron darle su apoyo cuando aseguró, días antes del comicio: “conocemos las estadísticas y también el mapa del delito. Pero lo más importante es que sabemos qué hacer”.
¿Qué sabía? “Voy a volcar toda mi experiencia para defender a los marplatenses”, puntualizó en su momento. E, inmediatamente, agregó una serie de medidas que consideraba importantes: “es necesaria la geolocalización de los patrulleros, las cámaras, pero más importante es saber cómo analizar toda la información que nos proveen esas herramientas, al igual que el mapa del delito”. ¿Para cuándo?
Montenegro era candidato cuando señaló que se cometían al menos 4 delitos diarios en manos de motochorros y que, para lograr el control, secuestraría la moto de quien anduviera sin casco, sin luces, o sin patente: “No podemos ser tibios en esto porque estamos hablando de la seguridad de los marplatenses”, decía. Pero más que tibia, la cosa está fría.
“Voy a ponerme al frente de la seguridad de nuestra ciudad porque sé cómo hacerlo”, aseguró en una nota de prensa en plena campaña. ¿Qué pensaba el intendente? Que total, nadie cumple lo que promete. “La coordinación entre las fuerzas es fundamental para resolver los problemas vinculados a la inseguridad y para eso, el intendente tiene que tener un rol protagónico”: tal las promesas del candidato. ¿Tendrá pensado empezar? También prometió que iba a seguir trabajando con todas las fuerzas para coordinar las acciones en los barrios, en los puntos donde más se necesitaba, porque obtenía la información de hablar con los vecinos que, decía, son actores claves para trabajar en equipo. ¿Arrancará?
Promesas
Montenegro afirmaba que, de su trabajo conjunto con María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo, y a la ministra Patricia Bullrich, habían surgido acciones concretas como, por ejemplo, la llegada de 500 gendarmes a nuestra ciudad con fuerte presencia en los barrios, como en Faro Norte, la Zona Roja, Centenario y Belgrano: eso ya lo hicimos, señor. Salió carísimo y no solucionó demasiado.
“Debemos pensar la ciudad de afuera hacia adentro”, agregaba, “mejorar los espacios públicos, haciéndolos modernos y seguros, fomentando el deporte entre los jóvenes, la llegada del transporte público en cada barrio y el alumbrado público”. Pero, meses después de asumir, los problemas de inseguridad en los barrios periféricos son una constante para los vecinos y no parece que las respuestas lleguen a tiempo por parte de las autoridades locales.
Para completar la postal, los representantes de distintas instituciones que tienen sus villas deportivas en la zona de Rufino Inda y Mario Bravo trataron de visibilizar su preocupación. Fernanda Vidal es la presidenta del Centro Gallego, y comentó en la 99.9: “en 10 días tuvimos dos robos. En el último, fueron más destrozos, pero es una constante de hace varios años y se incrementó muchísimo de marzo hasta ahora. Toda esa zona que antes tenía un tráfico importante, porque iban chicos a las villas deportivas, ahora está todo parado, está todo quieto y es tierra de nadie”.
En esa zona hay 7 clubes que están muy preocupados por la situación que atraviesan, y solicitaron que los funcionarios los recibieran: “hemos empezado a pedir reuniones, nos juntamos con Oroquieta, le expresamos nuestras inquietudes y armó un grupo de WhatsApp para tener una comunicación más directa. Pero en los últimos 20 días no pasa nada. El EMSUR va y limpia, porque es un basural a cielo abierto”. Pero aclara que, durante la pandemia, la poca seguridad que podían tener, desapareció.
La cuestión es que Montenegro había dicho que sabía cómo hacer, por eso lo votaron. Había expuesto que ese era su fuerte, porque venía de ser Ministro de Seguridad —en otra ciudad, claro, porque no es de acá—. Quizá eso tenga algo que ver. Quizá, la última vez que Montenegro había sido marplatense, esta ciudad era otra. Lo cierto es que dijo que este era su área de saber, y que tenía un plan, que hasta ahora no aparece. Paciencia.