La investigación de la «asociación ilícita mixta» liderada por el ex jefe departamental José Luis Segovia es el marco de un festival de complicidades y traiciones en el que se empiezan a destapar otros nombres. ¿Hasta dónde llega la corrupción en la policía?
Hace unos días pasó por la ciudad el técnico en minoridad y familia y actual ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, a quien La Capital le brindó servilmente el espacio que necesitaba para tratar —de manera infructuosa— de meter el álgido tema de la corrupción en el seno de la policía bonaerense abajo de una alfombra chiquita, casi transparente y llena de agujeros. Según el cómplice de Kicillof en una de las peores gestiones en cuanto a seguridad de la que se pueda tener memoria, lo de José Luis Segovia es un caso aislado. Concretamente, dijo: «No sospechamos de una cuestión institucional, no es que está todo el personal policial implicado en una dinámica institucional de corrupción. Hubo hechos que fueron lamentables, que se están investigado y que tenemos que tratarlos de esa manera».
Podrida hasta el hueso
Alonso elige ignorar buena parte del entramado que rodea a la detención de Segovia como, por ejemplo, los testimonios y las pruebas que indican que Segovia, en complicidad con el Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el Comisario General Javier Villar, habría pagado una importante suma de dinero para que borraran de su expediente un Auto de Imputación Administrativo que hubiera impedido su ascenso al cargo de Comisario General.
Dice el testimonio: «aproximadamente un mes antes de ser detenido, José Luis SEGOVIA fue convocado con carácter de urgente a “Puente 12” (La Matanza), donde habría mantenido una reunión con el Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, Comisario General Javier VILLAR, y habría acordado con este el pago de una importante suma de dólares estadounidenses en efectivo para que dichas actuaciones no avanzaran y obstaculizaran su ascenso a Comisario General».
No se trata sólo de la declaración de un testigo, sino que hay pruebas materiales que parecen respaldar este testimonio: «Segovia un mes antes de ser detenido, habría pactado con un alto funcionario de la Jefatura de Policia de la Pcia. de Bs. As., el pago de una suma de dinero para la ocultación u obstrucción del citado expediente administrativo, siendo para ello de vital importancia los registros fílmicos de las cámaras de seguridad de la empresa privada (…) donde el causante y su grupo familiar poseen una caja de seguridad , constatándose efectivamente la presencia del nombrado el día 8 de abril del cte. años en dos oportunidades: la primera a las 10:21 hs. y la segunda a las 14:46 hs. (…) lo que además se encuentra verificado por las imágenes obtenidas por las cámaras de estacionamiento (…), que constataron que en el primero de los ingresos Segovia arribó al lugar en un vehículo Ford Focus mientras que la segunda vez que concurrió, lo hizo en un vehículo utilitario en el lugar de acompañante (…) y que el encuentro se habría llevado a cabo en el denominado conforme la jerga policial “Puente 12” -lugar donde se encuentra ubicado el Comando de la Policía de la Provincia de Bs. As.-, ello en virtud del análisis del teléfono celular de Segovia que lo ubica los días 5 y 6 de abril de 2024 en ruta y en la zona indicada».
Recordemos también que, ya estando José Luis Segovia detenido en Balcarce, cuando aún estaba en plena vigencia el secreto de sumario y la imposición de incomunicación para los detenidos, éste pudo recibir la visita de Juan Pablo Velázquez, un ex funcionario policial condenado por irregularidades en la investigación por la muerte del comerciante Dardo Molina, gracias a la complicidad de los funcionarios policiales responsables de su lugar de detención.
Más testigos
Durante estas últimas semanas, la Justicia pudo tomarle declaración a varios testigos, la mayoría de ellos, cambistas o «arbolitos» que operaban en la zona de Luro e Independencia hasta que los esbirros de Segovia los desplazaron a todos para quedarse con la totalidad del negocio.
Recordemos que, en un testimonio anterior, ya se había relatado que: «había que avisar para que nos digan si era algún “amigo”, porque en ese caso no podíamos actuar. Yo no hacía la consulta, la hacía el oficial. Lo que se entendía era que había delincuentes que ponían plata para que no los toquen y a esos se los llamaba “amigos”. Esa consulta primero había que hacerla con Segovia. Después, como Segovia a veces estaba ocupado y no podía atender, se le consultaba a Moraña o al Pelado González, que eran los que estaban siempre en contacto con él. Cuando se consultaba podían decir “trabajen tranquilos” y así seguíamos para adelante o decían “pará, amigo” y ahí teníamos que cortar. Moraña y González eran lo que llamábamos el Grupo recaudador». Otro testigo aseguró: «Todos saben que Moraña y González recaudaban para Segovia y que había arreglos con los arbolitos»
Ahora, al prestar declaración, los arbolitos empezaron a corroborar estas denuncias y a admitir que, efectivamente, pagaban para que la policía no los molestara. De hecho, se sumó a la causa la desgrabación de una reunión entre varios de estos actores y el comisario Ramírez Armani, quien en ese momento estaba a cargo de la Comisaría Primera, en donde se negocia el pago de estas coimas y donde el propio Ramírez Armani confiesa en un momento: «yo cobro por cabeza».
El Pelado González
Pero de todos los testimonios el que quizás resulta más interesante es el del ex policía Javier Martín González que, de acuerdo a varios testigos, era una de las personas de mayor confianza de Segovia y uno de sus principales recaudadores.
¿Por qué? Primero, porque evidencia el fuerte pacto de silencio entre Segovia y sus allegados, siendo que los dos niegan en sus declaraciones un vínculo que era evidente para todo su entorno. Pero, además, González brinda datos que podrían destapar aún más escenarios de corrupción dentro de la propia policía… o, quizás, se trate de pases de factura a raíz de feroces internas dentro de la propia fuerza.
Dice González: «En la actualidad me estoy llevando más o menos con Segovia, en mi lugar de detención, donde compartimos alojamiento. Yo no tengo por qué defender a Segovia, ni quiero hacerlo».
A pesar de los intentos por parte tanto de Segovia como de González por ocultar su vínculo, este resulta evidente incluso a partir de sus propios testimonios. Dice González: «mucho antes de todo esto, un día me escribe Segovia y me pregunta si me interesaría manejar el tema de los móviles de la patrulla municipal, y enseñarles a hacer eso. Yo le contesté que sí, pero aclarando que yo venía con una exhoneración por el lomo, y que eso iba a traer problemas. Segovia me dijo que no importaba, y que lo fuera a ver a Martín Ferlauto».
Es decir, Segovia recomienda para un cargo en la Secretaría de Seguridad municipal a un ex policía exhonerado con el que, supuestamente, no tenía ningún vínculo. Raro, ¿no?
Pero lo más interesante del testimonio de González se da cuando éste apunta, como cabeza del esquema de corrupción para recaudar coimas por parte de los abolitos de Luro e Independencia, al superintendente Ojeda. Recordemos que es justamente José Miguel Ojeda, quien se desempeñaba como Superintendente de la Región Atlántica II, quien se hace cargo como interventor de la departamental luego de la detención de Segovia. Pero no sólo eso: es Ojeda quien, el 31 de julio de 2023, emitió el Auto de Imputación Administrativo donde queda implicado Segovia; el mismo que éste, más tarde —según un testigo,—paga para que sea eliminado de su legajo y poder así ascender a Comisario General.
Dice González en su testimonio: «En un momento dado, no recuerdo cuándo, yo estaba haciendo la custodia en la chatarrera que queda en Francisco Canaro y Fite, y fue al lugar un vehículo, un Chevrolet grande de color bordeaux, y se identifican como policías federales, que después yo cargué en mi teléfono está “Andrés” o “Hernán” o “Calle policía federal” -aclaro que eran tres números distintos cargados en mi teléfono con estos nombres, pero se trata de la misma persona-, y me dijo que nos podía hacer un operativo por cuestiones de higiene ambiental, requiriendo una suma de dinero para no hacer el operativo, manifestándome que él trabajaba para el Superintendente Ojeda, y que si pagaba yo iba a tener cobertura y nadie me iba a ir a molestar».
Más adelante agrega: «En un par de oportunidades este Andrés o Hernán, me pidió de vernos en un lugar determinado, y me comentó que tenía que pasar a cobrarle al Ruso. Yo le comenté si iba a pasar a cobrar en ese lugar, que eran unos mugrientos terribles, y él me dijo que sí, que no le quedaba otra. En un momento me dice si conocía casas de cambio, porque necesitaba también cobrarles coima a esos lugares, porque Ojeda que “él las bancaba si había quilombo”».
Así, Javier Martín «el pelado» González, señalado como uno de los principales allegados de Segovia, a quien el ex jefe de la Departamental recomendó para un cargo en la Secretaría de Seguridad del municipio, termina diciendo de manera explícita que, la persona que emitió un Auto de Imputación Administrativo contra Segovia que casi le impide su ascenso y quien fue designado como interventor de la Departamental luego de su detención, era el verdadero jefe del esquema de recaudación de coimas en Luro e Independencia: «Supuestamente Collova se la juntaba a Andrés o Hernán, y éste se la subía al superintendente Ojeda, y le llevaba a Lucero. Esto es lo que decía este muchacho Hernán o Andres. Yo no los ví. En definitiva, el que recaudaba ahí era Ojeda, y no Segovia».
¿Será otra pieza del dominó que cae? ¿Existirá un sistema de recaudación espurio, pero centrado en el cobro de coimas a los desarmaderos? ¿O se tratará sólo un mero pase de facturas, a raíz de una feroz interna dentro de la policía?