Tribunal de familia | Se eleva una denuncia penal contra la jueza que llevaba el Tribunal de Familia como si fuera un feudo. Se la considera partícipe del abuso sexual de una niña por haberla dejado en manos de un hombre desconocido, a pesar de las denuncias recibidas. Como toda defensa, dice que no pudo conformar a todo el mundo.
Si podemos establecer un punto de concordancia entre las cuestiones que enfurecen a la sociedad argentina, harta de la ineficiencia y de los privilegios, es el pésimo funcionamiento impune del Poder Judicial. Atiborrado de pésimos alumnos de la facultad de Derecho que equilibraron la balanza con ventajas de clase y de gestión política, la mayoría de los estrados están embarrados con una caterva de ineficientes con firma registrada, que no hacen más que sumar vergüenza a la inseguridad jurídica.
Pero además, lo hacen convencidos de ser incuestionables: nadie puede contra ellos. Harán lo que les venga en gana, se cubrirán entre ellos, nunca serán puestos en duda, cobrarán mejor que nadie, no pagarán impuestos, gozarán de tales ventajas a perpetuidad, y se retirarán cuando mejor les venga, aunque no puedan ni firmar sin ayuda. Así de genial ha resultado para ellos el sistema constitucional republicano del que disfrutan a sus anchas.
Este caso es quizá de los más espeluznantes que nos ha tocado transitar. No porque hayamos olvidado todas las anteriores revinculaciones falladas, que también terminaron en delitos aberrantes, pero éste irremediablemente está ocurriendo ahora. En este momento, la niña A de sólo 5 años está incomunicada en el Hogar Divino Rostro, privada de todos sus afectos. Ahora, en este momento, está sola sin que nadie le explique por qué razón le ha pasado todo lo que le ha pasado. Es ahora, y nadie da un paso para mejorar su situación.
Y la proeza se la mandó la jueza del Juzgado de Familia N°2, Andrea García Marcote, que permitió que una persona que decía ser el padre de la niña tuviera un régimen de visitas en privado. Sin cuidados profesionales. Sin la mirada de la familia adoptiva. Solo con ella, durante todo el fin de semana, no se sabe en qué sitio, porque el domicilio que había brindado a la justicia era visiblemente falso. Un régimen de visitas que se sostuvo en el tiempo a pesar de que la pequeña no quería concurrir, porque apenas conocía a Juan Luna. El hombre había sido novio de su madre biológica, y simplemente cumplió con el trámite de ir al Registro de las Personas y reconocerla como hija.
A pesar de múltiples irregularidades que denunció la familia adoptante, nadie intervino, nadie detuvo este capricho de la magistrada. Nadie defendió a la pequeña A, y todas las pesadillas se cumplieron: la pequeña sufrió abuso sexual. El abusador era el falso padre, ya que el ADN arrojó un resultado negativo. En Cámara Gesell, la niña dijo que su madre —actualmente internada por su adicción a las drogas— lo sabía, porque ella ya se lo había dicho.
Desgracias
La familia del corazón —la que cuidó durante un año de A— es representada de forma particular por el abogado Julio Razona, y a través de sendas presentaciones explicaba que no deseaban entregar la niña a este hombre, ya que no parecía confiable ni tenía vínculo con A: había dado muestras de comportamiento violento incluso en el colegio Juvenilia donde concurría al Jardín de infantes.
Por supuesto que nadie los oyó. No sólo esto, sino que la jueza se ocupaba permanentemente de dejar claro ante la familia del corazón que poco le importaba lo que ellos consideraran al respecto, o lo que quisieran para la niña. No tenía peso esa opinión ante el tribunal.
Por eso, ahora la familia presenta la denuncia penal correspondiente contra la magistrada, por considerarla partícipe de ese abuso sexual, además de haber concurrido en abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Por no haber escuchado a nadie, por haber hecho lo que quería según su capricho. Por haberse apresurado en esconder a la nena incomunicada en el Hogar Divino Rostro cuando se supo del abuso, sin dejar un solo registro escrito de lo ocurrido. ¿La envió allí con una llamada telefónica para minimizar la trascendencia de sus actos? Es muy posible.
Julio Razona afirmaba en la 99.9: “el viernes pasado la madre del corazón formalizó una denuncia penal contra la Dra. Andrea García Marcote por la comisión del delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de autoridad y abuso sexual calificado en grado de participación primaria”. Por otro lado, advirtió que la menor sigue alejada de la familia del corazón.
También explicó la participación que tuvo el desempeño profesional del fiscal Lódola, ya que fue él mismo quien desestimó una importante denuncia que la familia había formulado hace seis meses: “habíamos denunciado que esta persona había sido violento con la niña. Se cerró la investigación por parte de Lódola porque creía que no había elementos para seguir avanzando. Aun sabiendo que había mentido con su domicilio y su actividad laboral, siguió teniendo un régimen de visitas”, recordó Razona.
El mes pasado, cuando se supo que del abuso sexual que los familiares adoptivos tanto temían, la prensa local se acercó a la magistrada, pretendiendo una explicación, porque la ciudad completa quería saber las razones por las cuales ella no había escuchado a nadie. Le preguntaban por qué ese hombre que mentía sobre su domicilio, sobre su empleo, y que ni siquiera tenía un vínculo afectivo con la pequeña había tenido oportunidad de abusar de ella, porque esa oportunidad se la había dado el tribunal.
La jueza no se lamentó, no dijo que ese había equivocado, no se arrepintió: dijo que no podía conformar a todo el mundo. Y para completarla cerró con un gesto de “me da igual lo que piensen”.
Todos por A
Tal el nombre de la página de Facebook con la que muchas personas de la ciudad se reúnen en reclamo ante lo inexplicable. Pero en ese mismo sitio aparecen otras personas que han sido víctimas del mal desempeño de la magistrada, como una familia de Batán que se declara perjudicada porque no se le permite visitar a su nieta, y sospecha una motivación económica de tales decisiones.
En medio de tanto dolor, los familiares del corazón sólo esperan volver a vivir con la nena. Dijo Razona: “algunos magistrados piensan que son emperadores del proceso y que nadie les puede discutir las decisiones. Lo que solicitaremos hoy además, es que A vuelva a estar con su familia del corazón porque hace un mes que está lejos de ellos siendo sólo una víctima en todo esto”.
La denuncia formal hará que el paso siguiente sea investigar la actuación de la magistrada, y avanzar en el pedido de juicio político: “las cosas corren por dos caminos distintos. Uno es la investigación penal de los hechos porque la doctora García Marcote debe tener una investigación administrativa y luego hacer un jury de enjuiciamiento. Tendrán que resolver durante la jornada qué fiscalía intervendrá en esta investigación. La tendría que hacer Juan Pablo Lódola, que es quien investiga el abuso sexual contra la menor. Ulteriormente a través de los legisladores provinciales se pedirá el jury”.