Garrafal

Submarino ARA San Juan | La Capital metió la pata. Publicó que habían encontrado el submarino ARA San Juan, y que lo traían a remolque. Visto el error, el medio rectificó el artículo, pero la misma información constaba ya en unos veinte medios. ¿Se puede hacer algo así? ¿Puede hablarse de un error?

Ya era viernes 17 de noviembre, y los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan habían empezado a inquietarse. La Armada argentina era escueta en el contenido de los comunicados, porque la esperanza en un simple problema de comunicación entre el buque y la base en tierra ya no era tan firme. Hijos, esposas y padres estaban atentos a esos comunicados oficiales, pero también a las novedades de la prensa on line, que –confiaban- podía tener datos que les dieran alguna novedad en medio de la angustia.

Ese mismo día comenzaba a llegar ayuda internacional, y el Presidente se trasladaba a Mar del Plata. En medio de este clima, y de la tensión que podía comenzar a invadir el rostro de quienes conocen perfectamente los riesgos de hacerse a la mar en una cápsula subterránea sellada, el diario La Capital -y otros 20 medios del interior – publicaban que el ARA San Juan era traído hacia Mar del Plata a remolque. Irresponsables.

Sucedido esto, este medio se comunicó inmediatamente con la Base Naval Mar del Plata, y la primera respuesta apareció a las 8:30 de la mañana. Enviaron entonces el primer parte que daba cuenta escuetamente de que la búsqueda continuaba.

Ante el desconcierto por la contradicción que implicaba aquella nota fallida, comenzaban los primeros interrogantes: ¿quién habría enviado esa información que resulto errónea? ¿Con qué propósito, cuando el submarino llevaba sin comunicación 48 horas, y el comando naval no había informado de ninguna novedad al ministro de Defensa, y por lo tanto tampoco al Presidente? ¿Lo hicieron por simple incapacidad, o por desidia e impiedad?

La tragedia

Nueve días después, con la flota de la OTAN peinando el fondo marino sin resultados positivos, con todos los recursos internacionales en una búsqueda desenfrenada de algún rastro, apareció el concepto de la anomalía acústica: un ruido violento y corto, como expuso el vocero de la Armada, que llevaba al dato tremendo de la explosión no nuclear.

Las miradas fueron hacia la empresa constructora Thyssen-Krupp, que salió a dejar las cosas en claro: “el ARA San Juan es un submarino del tipo TR 1700, que fue construido en nuestra antigua planta Nordseewerken de Emden y entregado al cliente en 1985”. Claramente, a partir de 1985 Alemania dejó de tener injerencia en la máquina, y la reparación no se hizo en fábrica. En la web de Tandanor, en el apartado “Grandes obras”, figura la reparación de media vida, corte, remotorización y energía del ARA San Juan.  En la sección Baterías dice: “También se le realizó un replacado y la reparación integral de cada una de las 960 baterías que hacen funcionar al submarino, y se repararon las válvulas y demás mecanismos del submarino para alcanzar su condición original”.

Cabe señalar que hoy, los acumuladores de energía han dejado de utilizar los ácidos reactivos y el plomo para la excitación de las placas, los cuales se han sustituido por componentes menos peligrosos, materiales más livianos, volúmenes más pequeños y capacidades de almacenamiento mayor. De todas maneras, la información que entrega el Estado continúa diciendo que si el buque tuvo permiso para zarpar desde Ushuaia era porque estaba en condiciones.

Pero lejos de toda investigación, de la responsabilidad que pesa sobre la información que se entrega en tiempos de zozobra, el diario de la ciudad se dejó llevar por sus hábitos, y amaneció aquel viernes 17 con un título que puede haber sido leído por los familiares de los embarcados. Que puede haber hecho pensar a más de uno que su familiar estaba de regreso. Decía: “Rescataron a submarino ARA San Juan tras incidente en el sur y lo remolcan a Mar del Plata”.

En el desarrollo de la nota, hoy rectificada, La Capital rezaba: “Se investiga un problema eléctrico que pudo haber causado un incendio dentro de la embarcación que tiene su apostadero en la Base Naval Mar del Plata”. Agregaba que el buque sólo había desaparecido por algunas horas, y agregaba que la información había partido del Comando Naval de Tránsito Marino, que en horas de la tarde habría reportado “un severo desperfecto en la línea de baterías que provocó un corte de energía general en la nave. Esto, a su vez, habría originado un incendio que afectó al submarino pero no a su tripulación”. Para el temerario diario local,  “fuentes oficiales aseguraron que en horas de la noche el sumergible fue localizado y ya está en pleno traslado a la Base Naval Mar del Plata”.

¡Arreglala!

Claro que los responsables del medio local se dieron cuenta casi inmediatamente de que esta información sin asidero era reproducida en una veintena de medios, pero no por los grandes diarios del país, y menos aún por los voceros de la Armada, tras lo cual rectificaron la información sin hacerse cargo de la errata. La cambiaron por: “Últimos puntos en los que hubo contacto con el submarino ARA San Juan. La Armada busca al submarino en el que van 44 tripulantes a bordo cuya última posición conocida es el Golfo San Jorge. El miércoles los radares dejaron de captarlo, antes de eso hubo una última comunicación”.

Más allá de los visibles errores de redacción, el mensaje era muy distinto. Ese mismo día, el presidente de la Nación subía a la red social Twitter un mensaje en el que comunicaba a la población que el Estado permanecía en la intensa búsqueda, y que estaría en contacto con los familiares para informarlos y apoyarlos. Es decir, no habían encontrado nada.

Hoy, más allá del dolor de lo irreparable, cientos de expertos toman pantalla en los medios para arriesgar posibles explicaciones a lo que puede haber sido el peor desastre de la Armada en tiempo de paz. La versión más repetida es la de una explosión producto de un cortocircuito en el bloque de 960 baterías que dan energía al TR-1700. Ese cortocircuito podría haber generado un arco voltaico entre las baterías y el casco de la nave; algo así como un relámpago en un recinto cerrado. De haber ocurrido eso, la onda expansiva podría haber tenido consecuencias letales dentro de la nave, aun cuando no hubiese puesto necesariamente en riesgo de colapso al barco. Otros hablaron de la implosión, de las posibilidades de sobrevida, de una posible caída más allá de la plataforma continental que no habría dado tiempo de accionar los mecanismos que permiten al submarino emerger a gran velocidad. En fin, las más diversas especulaciones en busca de una explicación que traiga paz. Ninguna de ellas habla de un hallazgo.

Pero más allá de que el medio gráfico local de mayor tirada ni se disculpó ni se hizo cargo de la versión descabellada, las preguntas siguen en pie. Aquel 17 a primeras horas de la mañana, el Comando de la Fuerza de Submarinos con asiento en la Base Naval Mar del Plata y responsable de la ejecución del Plan SARSUB, también había tomado contacto con los familiares de los 44 tripulantes embarcados, y procuraba mantenerlos informados del desarrollo de las operaciones de localización, y de los posibles motivos de la pérdida de las comunicaciones, con lo cual sólo seguía el protocolo previsto.

Sólo queda pensar en periodistas reproduciendo una información falsa sobre un tema sensible. Pensar por qué lo hicieron. O lo que es mucho peor, en cuántos casos más actuaron con la misma irresponsabilidad. Cuántas veces habrán publicado resoluciones afirmativas de situaciones que tenían en vilo a la ciudadanía. Cuántas veces, el diario del dueño de los mayores beneficios impositivos de la ciudad habrá autorizado a que se den por terminadas investigaciones. Habrá dado por culpables a personas simplemente citadas a declarar. ¿Habrá dado por inocentes a los condenados? ¿Cuántas veces, el diario de mayor tirada habrá pensado que era el que podía decidir cuál era la versión que la ciudadanía iba a consumir? ¿Cuántos barcos más habrá decidido traer desde el fondo del oscuro mar?

 


 

Artículo original publicado por La Capital asegurando que el submarino ARA San Juan había sido rescatado

Texto que reemplazó el artículo original publicado

La noticia del rescate en otros medios