Las fábulas de Federico

Sturzenegger sigue sumando declaraciones públicas que —por decirlo de manera suave— carecen de precisiones. ¿Es mitómano? ¿Le están vendiendo pescado podrido? ¿O está mintiendo impunemente, para impulsar algún tipo de agenda?

Las imprecisiones del ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina en sus declaraciones públicas ya son de antología. Se trata del mismo personaje que en su momento aseguró que todos los que se dedican a la pesca son ladrones, porque alguien le dijo, o él imaginó —o, a sabiendas, mintió al decir— que la actividad industrial pesquera en nuestro país prácticamente no paga impuestos. Ahora, inventó una escuela que no existe, a la que dice que unos asesores suyos intentaron entrar y no pudieron. ¿Alguien le está mintiendo al ministro? ¿O es él el mentiroso?

¿Cerrando por cerrar?

Esta semana se informó que el gobierno nacional avanzó con la disolución de la Administración General de Puertos, asegurando que se estaba cerrando un antro de corrupción. Sin embargo, la situación es un poco más compleja y, quizás, se esté en otra de esas situaciones donde se les va un poquito la mano con el temita de la motosierra.

Quien habló de este tema, fue el presidente de la Liga Naval, Fernando Morales, quien brindó una entrevista a la FM 99.9 donde, además de estas decisiones institucionales, también se refirió a las fábulas que suele contar el ministro de Desregulación.

«La medida es doble», dijo Morales. «Se da en conjunción, y hay que verla en ese contexto, con la disolución también de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables que, al menos en la teoría, era el superior jerárquico de quien detentaba el cargo de interventor en la Administración General de Puertos. Y es en la AGP donde realmente han existido muchos casos que le podrían valer el mote de cuna de la corrupción con situaciones que son pasibles de ser investigadas, desde la aparición de cincuenta y pico de gerentes de la nada cuando normalmente tenía cuatro o cinco, hasta esta —que, se podría decir, ha sido oficializada— cuando se da por terminada la concesión de la Hidrovía y la concesionaria pasa a ser la AGP, porque le modifican el estatuto. Como empresa privada que la transformaron, pasó a ser la concesionaria del dragado y pudo contratar sin licitación. Todo un manejo administrativo para, ante el fracaso anterior de la licitación para dragar, se hizo para prorrogarla sin prorrogar».

Continuó: «Pero eso es una parte anecdótica, yendo al fondo de esto, si la AGP deja de funcionar, el mundo marítimo y fluvial va a seguir navegando igual, porque en la práctica, se superpone con lo que es la Administración del Puerto de Buenos Aires, que es el único puerto nacional que queda, por así decirlo. Pero unir esto al cierre de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables que es el superior jerárquico de la AGP, y su transformación en una agencia no es tan sencillo como podría ser cambiarle el nombre a la AFIP por ARCA y que todos sigamos pagando los impuestos de la misma manera. Acá estamos hablando del cierre de dos organismos y de la creación de una agencia que deja de depender del Ministerio de Transportes y pasa a depender del Ministerio de Economía, lo cual no es poca cosa porque la subsecretaría es un organismo técnico, no económico, tiene incluso injerencia sobre la Escuela de Pesca, la Escuela de Náutica, la Escuela Fluvial y las normas que permiten navegar en la Hidrovía, un montón de cuestiones técnicas que tienen que ver incluso también con la Armada y la Prefectura».

Al respecto de la efectividad de estas medidas, el presidente de la Liga Naval tiene sus dudas: «Puede ser bueno, o puede ser malo. Esta es la gran duda, porque, como muchas cosas que se vienen haciendo en los últimos tiempos, hay un apuro muy grande por pasar la motosierra y la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables no tiene 5000 empleados, si tiene 20 o 25, debe ser mucho. No es una cuestión con la cual vamos a dar vuelta el equilibrio fiscal».

Lo que destaca, es la falta de transparencia en estos procesos: «Hay cosas que son poco claras. El señor Arreysergor, que es el que renunció como subsecretario y ahora va a asumir como el director de esta agencia estuvo reunido con gremios, empresarios, e incluso autoridades de la Armada y a nadie le dijo que se venía esto. Tal vez tenía orden de no hacerlo».

Fede y sus fábulas

En este contexto, Morales le dedicó algunos minutos a la figura del ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina, Federico Sturzenegger, destacando las constantes imprecisiones —cuando no, fábulas— que caracterizan sus declaraciones públicas:

«Todo esto de la AGP se da en un marco en donde vos tenés a Sturzenegger que acaba de decir hace muy poquito que en los puertos argentinos no es necesario tener prácticos, que el práctico es una cuestión optativa y unió la cuestión del practicaje con la tragedia del Exxon Valdez que, cuando chocó contra las rocas antes de hundirse, no tenía práctico, porque ya estaba en aguas abiertas», dijo.

«Estamos ante un señor que te dice que a la Escuela de Prácticos no puede entrar nadie. La razón por la cual no puede entrar nadie a la Escuela de Prácticos, es porque no existe. Sturzenegger creó para su relato —lo dijo muy suelto de cuerpo en una entrevista en una radio de las más escuchadas en Buenos Aires— la anécdota de que mandó a dependientes suyos, a dos de sus empleados a hacer los trámites para ingresar a la Escuela de Prácticos y que casi los sacan a trompadas porque ese es un coto cerrado. Es mentira, no hay tal escuela».

Morales vinculó este relato fantasioso con otras declaraciones irresponsables del ministro: «Sturzenegger viene de la función pública desde hace tiempo y ha demostrado mucho desconocimiento. Y a lo que había pergeñado para el sector de la pesca, por ejemplo, hay que sumarle en su momento las declaraciones de Mondino, que cada vez que hablaba metía la pata, decía burradas realmente. No hay cómo justificar este tipo de cosas, como cuando un señor te dice que en los puertos argentinos no hay rocas, hay arena. Primero hay que ver de qué lugar estamos hablando, para saber si hay roca o arena. Pero más allá de eso, la función del práctico no tiene valor solamente dependiendo del fondo marino o fluvial por el que navega un buque».

Continuó: «El presidente de la cámara naviera, Jorge Álvarez dice —quizás con cierta razón— que tal vez esto sirva para potenciar, el unificar todo en un área específica, exclusiva y demás, y que todo el negocio marítimo pueda manejarse de una manera más orgánica por así decirlo. Y tal vez sea verdad desde el punto de vista de un empresario naviero que se fija en que su negocio siga funcionando. Pero hay otros aspectos que tener en cuenta, venimos de cambiar el REGINAVE que, cuando vos lees las modificaciones, hay cosas que no están del todo bien. Por nombrar algo concreto que puso Sturzenegger: Los buques por lo general tienen algunos sistemas sensibles por duplicado, por ejemplo, dos bombas de agua de refrigeración del motor. Te lo digo como maquinista: ¿por qué tiene dos? Porque si se rompe una, y es la única que tenés, quedás al garete, porque tenés que parar la máquina. ¿Qué dice el señor Sturzenegger? Que eso se justifica en el caso de los buques de ultramar porque el mar es peligroso, pero en el río no, porque estás acá no más. Casualmente es cuando estás cerca de la costa cuando mayor seguridad tenés que tener en la propulsión, porque si te quedaste en el mar, salvo que estés en medio de un temporal, sólo tenés agua para todos lados. En un río, tenés a otro barco que viene de vuelta encontrada o tenés la costa. Entonces, cuando el señor lo argumenta dice “ahora podemos construir los buques más baratos”, pero esa no es la idea, porque más allá de que tenemos astilleros muy buenos en Argentina, los buques se construyen con criterios que son unánimemente reconocidos a nivel internacional».

Morales se pregunta cuáles son las intenciones detrás de estas medidas: «Me pregunto para qué lo hacen. Si es para demostrar que no dejan nada sin tocar, o si realmente llegaron a la conclusión de que, de esta manera, el sistema va a funcionar mejor. Yo no lo creo. Yo creo que es una catarata de anuncios en donde de pronto se preguntan “¿Qué no tocamos todavía? Y, estos tipos que están ahí en la avenida España, en Costanera Sur. Bueno, vamos, metámosle”. La ANAC cambió de nombre 20 veces y el problema no está en si lo llaman dirección, agencia, superintendencia o generalato, sino en para qué lo hacen. Y eso, todavía no está claro».