Los jueces Lerena y Riva del Tribunal del Trabajo N°4 del Departamento Judicial Mar del Plata han sido finalmente suspendidos en sus funciones por haber incurrido en situaciones de violencia laboral.
En casa de herrero, cuchillo de palo, y en el Tribunal del Trabajo N°4 —donde deben dirimirse, entre otros temas, cuestiones que tienen que ver con el correcto ambiente laboral de las personas— una situación nefasta, propiciada por los doctores Mariano José Riva y Alejandro Augusto Lerena quienes han, según el decisorio emitido por la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, «incurrido en múltiples comportamientos de violencia laboral […] en relación con casi la totalidad de los integrantes de la planta funcional, en forma reiterada y sostenida a lo largo de los años desde la puesta en funcionamiento del órgano hasta la actualidad, con distintos niveles de intensidad y focalización respecto a sus miembros».
Los abusos
En el documento donde se resuelve la licencia compulsiva de ambos magistrados por un espacio de noventa días, la Corte asegura que se ha «verificado la existencia de conductas agraviantes e injuriosas, con recurrentes críticas hacia el personal, afectantes del clima laboral, apareciendo como constante la ubicación o reubicación de los puestos de trabajo como formas de castigo, ejercicio de violencia verbal y simbólica en reuniones de trabajo, obstrucción a pedidos de pases a otras dependencias o concesiones de licencias al personal, persistente intromisión en la vida privada de los agentes, asignación de tareas en forma de castigo, agravios explícitos, asignación de labores impropias al quehacer tribunalicio, exigencia de extensión de la jornada laboral y disponibilidad del personal hasta altas horas vespertinas y nocturnas y uso de mecanismos de autoridad abusiva bajo términos amenazantes».
Pero eso no es lo peor: además, al juez Mariano José Riva le «detectaron conductas atentatorias de la dignidad de las mujeres integrantes de la planta funcional del organismo, en clara discriminación de género, ejerciendo una marcada violencia contra la mujer en general, con claras conductas de acoso sexual».
Continuando con las tropelías del señor juez, la Corte indica que «los testimonios colectados habrían evidenciado las dificultades en las que se han visto las mujeres integrantes de ese Tribunal para acceder a los ascensos en la carrera judicial en razón de su género, comentarios misóginos y sexistas en forma constante, distribución inequitativa del trabajo en razón del género, existencia de insinuaciones de neto contenido sexual por parte del Dr. Riva —extensivo a abogadas de la matrícula— en claro ejercicio abusivo de poder, configurando ello un patrón estereotipado de comportamiento y práctica socio-cultural basada en conceptos de inferioridad y subordinación de la mujer».
Además agrega: «También se han tenido por acreditados plurales comportamientos afectantes hacia la dignidad de las mujeres, como la utilización de apodos en función del aspecto físico y negación del género, así como claras situaciones de acoso sexual».
Al respecto de la conducta del juez, indica también: «A criterio de los instructores el doctor Riva no habría respetado la investidura inherente a su función ni evidenció apego a los valores y principios que son propios de tan alto honor, afectando el requisito constitucional de la “buena conducta”, claramente lesivo al prestigio del Poder Judicial».
Como si todo esto fuera poco, el doctor Riva también era adepto a trabajar lo menos posible: «Asimismo, estima que surgen acreditadas las sostenidas inasistencias al Tribunal del citado magistrado, los días viernes de cada semana y la utilización de los recursos humanos y de los vienes del Poder Judicial en beneficio personal».
Finalmente, se menciona la relación de estos dos jueces con sus colegas: «Ambos jueces habrían brindado destrato hacia otros magistrados del fuero que han integrado el organismo, habiendo ventilado cuestiones propias de la vida familiar y personal de uno de ellos en una reunión de trabajo».
La denuncia
En una entrevista brindada a la FM 99.9, el secretario General de la Asociación Judicial Bonaerense en la Departamental Mar del Plata dio detalles de la denuncia que culminó, esta semana, con el apartamiento temporal de ambos jueces: «los hechos de maltrato prácticamente comenzaron con el funcionamiento del tribunal en 2012. A los 6 u 8 meses, ya teníamos señales de que la situación laboral iba a ser complicada. Eso se fue confirmando con los sucesivos cambios de lugar de trabajo y hasta renuncias. Nos entrevistábamos con ellos y nos relataban hechos que habían sucedido. Los que se quedaban tenían situaciones de maltrato casi cotidianas. Fuimos respetuosos de la voluntad de los trabajadores y fue a fines del 2022 cuando un grupo en un número razonable decidió contar lo que habían sufrido, pudimos avanzar».
A partir de ahí empezó otro camino que, dentro del análisis que realizan institucionalmente tuvo sus pro y sus contras: «en marzo del año pasado hicimos la denuncia disciplinaria ante la Subsecretaría de Control Disciplinario de la Suprema Corte. El proceso terminó con el Procurador haciendo la denuncia, una vez terminada la instrucción disciplinaria pidiendo que vayan a juicio político tanto Lerena como Riva. Dentro del ámbito de super intendencia que tiene la corte disciplinaria, se dispuso ayer la licencia compulsiva de ambos”. Agregó a los hechos que “tengo tanto una crítica como un reconocimiento. Se tardó mucho en intervenir cuando de oficio había señales concretas de que la situación no estaba bien pero hay que reconocer que desde que comenzó el proceso a la fecha, no pasó un año y ya tenemos el pedido de juicio político y además, licenciados».
Fernández también dio detalles de algunos maltratos como para ejemplificar que era lo que pasaba con Lerena y Riva cotidianamente: «a una compañera, el viento le voló el techo del living y pidió quedarse en su casa porque estaba corriendo los muebles para que no se le moje todo, pero la llamaron al mediodía para decirle que a las 14 se presente para recuperar la jornada. Otra es la presión en los tiempos de trabajo que era extrema. Una compañera en función de la exigencia que tenía, la acusaron de tardar mucho en distribuir oficios y expedientes en otros edificios, decidió hacerlo en su bicicleta. Fue atropellada por un colectivo y le quedaron secuelas. Han tenido comentarios recurrentes sobre los aspectos físicos de una trabajadora»
Ahora los jueces se tienen que ir a su casa a esperar que se les inicie formalmente el juicio político, buscando su destitución definitiva. ¿Será justicia?