Dirección de Tránsito | Declaró el ex jefe de la Dirección de Licencias para conducir, hoy procesado. Dijo que a él los trámites le llegaban para firmar, y que no los controlaba. Acusó a Pulti y sus allegados de presionarlo para otorgarle el registro a cualquiera. El exintendente era “su amigo”.
El Ejecutivo saliente se vio rodeado cuando comenzaron las investigaciones acerca de la particular metodología con la que en esta ciudad se otorgaban registros que habilitan para la conducción de vehículos. Por más que el ciudadano de a pie no tuviera más opción que esperar los turnos y aprobar los exámenes pertinentes y obligatorios, existió toda otra cantidad de personas que lo consiguieron de maneras diferentes. En algunos casos pagando a los empleados una cifra importante a cambio del otorgamiento del carnet sin rendir ningún examen; en otros, exhibiendo el respaldo de una buena influencia política, que hiciera que el intendente o cualquiera de sus funcionarios con poder hiciera una llamada, y en El Gaucho lo recibieran casi con el registro en la mano.
Pero después de los allanamientos, obviamente lo que ya era un secreto a voces comenzó a figurar en las primeras planas, y el gobierno de Acción Marplatense necesitaba una cabeza que entregar. Y la consiguió. Porque si bien estuvieron detenidos muchos empleados, el que figuró como responsable último fue Juan Carlos Belmonte, alias Canito, un hombre de 67 años con educación primaria que fue el último límite de la investigación: el fiscal no tenía pensado subir más allá de él en la búsqueda de responsables, aunque fuera absolutamente evidente que nadie puede vender registros de conducir sin la anuencia de funcionarios de mayor porte.
Claro que Belmonte lo sabe, y desde el mismo momento en que fue detenido dijo a viva voz que él tenía pruebas de esa connivencia, y que las iba a presentar. El asunto era quién las iba a recibir, porque aunque aportó el video del momento en que las sobrinas de Pulti iban a gestionar su registro sin examen, es cierto que la prensa local no se hizo eco del hecho.
Ahora Belmonte vuelve a tribunales, y declara en el marco de la investigación por el otorgamiento irregular de un registro de conducir a Federico Bal. La carátula dice Imputados: Pulti Gustavo y otros. El hecho fue descubierto en ocasión de que un control de alcoholemia le arrojara resultado positivo al actor, y su registro –sospechoso porque Bal no reside en esta ciudad- fuera investigado por el personal que lo detectó.
El carnet en cuestión había sido otorgado el 11 de enero de 2012, y el trámite indica que Bal fue revisado por el médico Zelaschi, que no se encontraba presente ese día. También indica que Bal rindió examen práctico con una camioneta Kangoo de la academia de conducir Atuel, lo cual también es falso, ya que tal vehículo ni siquiera forma parte de la flota de la escuela de manejo.
Belmonte declaró que a Bal lo llevó Guillermo Iglesias, Director del área de Licencias para Conducir, y que es el mismo Iglesias quien le trae la planilla para que él la firme.
Una más
“Yo a Bal no lo vi”, afirma; “Martínez me dijo que había aprobado, y que había sacado 80 puntos”, refiriéndose al examen teórico.Aclara que él no estaba en la parte de las evaluaciones teóricas, que firmó ese trámite de manera extraordinaria y a pedido de Iglesias. Después, la planilla se la llevó Martínez.
Pero en su declaración explica también que el trámite especial de Federico Bal no tuvo nada de raro, simplemente porque todo el tiempo los funcionarios políticos de la municipalidad de entonces traían personas en la misma situación para que se les otorgaran licencias de favor: “Esto es Licencias de Conducir, y dejó de serlo para ser un comité de Acción Marplatense. Así como llevaron a Bal, llevaron a jueces, fiscales, al cónsul, comisarios, concejales, primos del intendente, hijos de ese matrimonio, empresarios, hasta cartoneros; se hacía política” afirmó, sin que nadie parezca sorprenderse demasiado con hechos que son escandalosos.
Y agregó: “no voy a dar nombres. Sólo voy a decir del cónsul italiano, el vicecónsul y la secretaria, que los llevaron Alveolite e Iglesias (…) Ellos les pedían la firma a los compañeros, eran dueños y señores, los comprometían: haceme el favor firmame acá, y les decían: si pasa algo el responsable soy yo”.
Belmonte relató que a él lo llamaban por teléfono tanto el Intendente mismo, como de Ceremonial o de la Secretaría Privada, y que a él le sacaron el teléfono que tenía los mensajes de Pulti. Afirmó, además, que su oficina se había convertido en un comité del partido: “a mí me había desbordado, yo me quería ir. Yo era una pantalla, el boludo de estos señores, ellos venían, hacían y deshacían”. Relata que “ellos” en todas partes tenían sus punteros, y que planillas como estas, las que le están exhibiendo en el momento de la declaración, le llegaban en bolsas. “Era incontrolable”, agregó.
Belmonte relató que su firma estaba siempre en los registros de conducir porque era la que estaba registrada, es decir que figuraba escaneada en el sistema, y que desde cualquier lugar con Internet se podía cerrar un trámite teniendo su clave, que además la tenía todo el mundo. “Acá todo es ilegal; ni los médicos están registrados en La Plata”, detalla Belmonte, es decir que quienes firman esos trámites no están registrados y autorizados a hacerlo.
Desde el momento de su detención, Belmonte afirmó que vivía esto como una traición del exintendente Pulti, que sabía perfectamente de qué manera se otorgaban las licencias, y que hacía uso de estas ventajas. Relat que en una ocasión le hizo saber que se quería jubilar, y que Pulti le respondió: “vos no te jubilás; vos te jubilás cuando yo me vaya”.
Por todo esto, el exjefe parece sorprendido de que el Intendente y su gente hayan pasado a ser sus denunciantes: “y el amigo que yo tenía, Pulti, que iba a mi casa y besaba a mis nietos, pasó a ser el gran traidor. Yo me operé, con todo esto que me viene pasando y demás; la operación me la pagó mi amigo Pulti, estando ya preso, ahora. El motivo era “no hablés”. Le dio la plata a mi señora, y la otra parte fue a pagar la Clínica 25 de Mayo”.
El puntero
El imputado explicó las razones por las cuales cualquiera podía realizar un trámite o concluirlo en su nombre. Indicó que a su clave la tienen todos porque el mismo Iglesias se las dio, y que incluso estando detenido Belmonte, o de vacaciones, se registraron trámites que finalizaron con su clave.
Pero por supuesto esta es su verdad, contrastada parcialmente con la de los demás, ya que es obvio que cada uno de los imputados desplaza la responsabilidad por los hechos lo más lejos posible.
En su declaración ante el CATI (Cuerpo de Ayuda Técnica a la Instrucción), el imputado Jorge Rubilar dio su versión, y también perfiló la función que Belmonte cumplía dentro del circuito de licencias ilegales. Refirió, por ejemplo, que era cierto que más de una vez el jefe Belmonte había demostrado su disconformidad con los excesos que se cometían con los trámites ilegales, y que lo había hecho saber a los empleados, pero también que nada de lo que estaba sucediendo le era desconocido al jefe del destacamento: “si algún día acá se pudre todo, yo lo voy a mandar al frente a Iglesias, y tengo con qué”, habría dicho Belmonte cuando ya el piso temblaba.
“Para mí era un descontrol”, declaró Rubilar, “más en el último año. No lo respetaban ya a Belmonte como jefe, llegábamos y nos íbamos a la hora que queríamos, no había autoridad, todos seguían el ejemplo del jefe. Cuando él (Belmonte) se iba de vacaciones, era igual o peor: Iglesias ni venía, pero sí lo hacía cuando Belmonte estaba en su oficina.”
Rubilar dijo que Belmonte le mostraba los mensajes que le escribía Pulti: “mensajes amigables, como de amigos, de mucha confianza, Belmonte le hacía los asados en el comité, era su puntero político… Decía que no nos iba a pasar nada porque Pulti lo había puesto a él”. Además, el jefe Belmonte les había mostrado a los empleados la cantidad de tarjetas del exintendente con los nombres de las personas a las que debía otorgarles también licencias para conducir de manera irregular, es decir sin cumplir ninguno de los requisitos que les pedían la las personas que no tenían amigos en el poder.
Claro que sí. El perfecto circuito de otorgamiento irregular se había ido convirtiendo poco a poco en un desquicio, no sólo porque se habían engolosinado y todos cobraban un dinero cada vez más interesante que tributaban al jefe, sino también porque sus autoridades les hacían creer que eran intocables, y que jamás les podría pasar nada. Que eran los dueños y que –además- eran amigos.
Pero todo termina un día, termina cuando se hunde el barco. Cuando el agua sube no hay más amigos, sobre todo en el ámbito político. Sobre todo cuando hay que entregar a uno para que se calmen las aguas. Sobre todo cuando la prensa se contenta con hacer figurar un chivo expiatorio en la primera plana a quien nadie parece recordar unos meses después.
Nadie escucha cuando Belmonte dice que Puti era “su amigo”, el que le daba las ventajas y le mandaba la gente. Belmonte cobraba, sí, pero los demás sabían. Acción Marplatense no tuvo jamás un dispositivo corrupto que le fuera desconocido. Y si no, bastará con corroborar si Pulti o alguien enviado por él realmente concurrió a la mentada clínica a pagar una operación de quien ya estaba detenido por otorgar licencias irregulares. Con amigos así…