Perros peligrosos | El tema de los perros agresivos se reaviva en la ciudad por ataques recientes. Sus dueños no siguen las nomas, y dejan animales sueltos que ponen en riesgo de vida a quienes circulan. ¿La policía comunal debería controlar el tema? No hay sanciones.
“La sociedad, en este tema, se maneja de manera espasmódica. Cuando hay un caso resonante, se vuelve a hablar del problema; después se olvida. La ley fue aprobada, pero no es de cumplimiento efectivo”, había dicho Osvaldo Rinaldi, presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires después de un ataque fatal. Hoy, los perros de las llamadas razas peligrosas se han vuelto comunes, y con frecuencia los vecinos soportan que irrumpan sueltos en la vía pública, plazas y paseos.
Esta vez, los pitbull son noticia por un ataque salvaje. La víctima fue Vladimiro Boreiko, a quien dos perros de esta raza agredieron en su propia casa: lo mordieron en una pierna y un brazo, y sus heridas son graves. Se trata de un vecino del barrio Faro Norte, quien habló en la 99.9, y contó la desagradable experiencia: “mi esposa estaba haciendo sus arreglos en el parque con sus plantas, y mientras, yo estaba tomando mate en el comedor. Sentí gritos llamándome, y salí a ver qué pasaba”. Luego abundó: “uno de los pitbull ya estaba en el terreno nuestro, y yo no tenía nada en la mano. Agarré una palita que había cerca y ahí veo que sale otro perro. Se vinieron los dos juntos, y le pedí a mi esposa que se meta adentro de la casa. Mientras tanto trataba de defenderme y llegar a la puerta de la cocina. Con un pequeño desnivel, me caí. Los dos me empezaron a atacar, uno en la mano y el otro en la pierna”. Quién sabe por qué razón, en un instante los animales cesaron en el ataque: “en un momento pegué un grito, se fueron para un costado y después para la calle. Pude llegar a la cocina, pero estaba todo ensangrentado y destruido”.
Estos perros -que pertenecen a razas sumamente peligrosas- siempre representan una amenaza para los vecinos, sobre todo por la irresponsabilidad de sus dueños: “la herida en la pierna fue tan grande que me agarró una infección, me tuvieron que dar antibióticos y me quedé internado en el Interzonal. Me tuvieron que abrir la pierna de nuevo, un traumatólogo me tuvo que sacar los puntos y abrir la pierna nuevamente porque había sangre infectada. Tengo que seguir con las curaciones y antibióticos”.
El propietario de los perros, en tanto, no acusó recibo de lo sucedido, y jamás se hizo cargo de la situación de la víctima: “mi vecino ni siquiera vino a pedir disculpas o hablar. Los tiene en el mismo lugar, puso alambre tejido, pero su obligación es hacer una buena protección para que no se escapen”. A pesar de que denunciaron el hecho, todavía no recibieron respuesta.
Feroces
Este caso es noticia, pero no es el único en esta ciudad. Los perros peligrosos sueltos, atacando a la comunidad, han sido un problema histórico, sobre todo en los barrios más turísticos, que resultan por ende más despoblados en invierno. Ya en 2015, la Jefa del Departamento de Veterinaria y Zoonosis de Mar del Plata, Patricia Hollmann, se había referido al tema en la 99.9, indicando: “el Centro de Salud Nº 1 nos remite todas las denuncias que se hacen sobre mordeduras. Cuando tomamos conocimiento, se pone en marcha un mecanismo donde intimamos al dueño a ponerlo en observación o se lo retira del domicilio para ponerlo en observación antirrábica. Desde ahí son 10 días donde decidimos que si el dueño no cumplió con la legislación, se le hace un acta de constatación”.
Hollmann dio precisiones sobre la adecuación a la nueva ordenanza para las personas que poseen perros potencialmente peligrosos. Hace dos años, expuso que estos animales tendrían que estar registrados, y deberían contar con un chip implantado. Decía: “los propietarios de este tipo de animales tienen un tiempo de 180 días para ajustarse a esta nueva legislación. Estamos tratando, con los comunicados de prensa y la difusión, que se conozcan estos conceptos. Pasado ese tiempo y habiendo hecho la difusión, los que no se ajusten tendrán un acta de constatación y se les aplicarán las multas pertinentes”.
Lo cierto es que, al menos en el caso que presentamos, nada de esto funcionó: los perros de estas clases siguen sueltos en parque y plazas, y hay quienes lo toman a gracia y advierten a las personas que sus mascotas “no hacen nada”. No es el caso. Ya en aquel entonces, la autoridad en la materia explicaba que se preveía quiénes serían los encargados de controlar estas situaciones: “estamos trabajando el tema del control. Dentro de las incumbencias de la futura policía comunal, debe estar este tema también. Es muy difícil que tengamos un staff de inspectores tan grande que esté todo el día dando vueltas en Mar del Plata”, aclaró Hollman en 2015.
Por último, se refirió a las regulaciones existentes sobre los perros de esta índole que los dueños sueltan en la playa: “hay una ordenanza específica sobre los animales en la playa, donde dice que es potestad de los concesionarios de los balnearios, que no tienen que permitir que los animales ingresen a la playa. La gente con animales sueltos en la playa, no debería estar”.
Agregó también que los perros peligrosos sólo pueden circular en la calle con bozal, correa, collar y alguna identificación. Parecía que la sociedad maduraba en las normas de convivencia básicas de una ciudad cualquiera, pero a mediados del año pasado, la muerte de una mujer de 65 años como consecuencia del ataque de una perra pitbull de su propiedad, reinstaló el debate en torno a las razas de perros consideradas peligrosas. En ese marco, especialistas de la región destacaron que, aunque hay una ley aprobada en 2010, que establece pautas para la tenencia de perros de más de 25 kilos, ésta nunca se reglamentó, y actualmente no existen registros ni controles sobre este tipo de animales.
Sin embargo, hay casos en los que la justicia ha impuesto duras penas a los propietarios de perros considerados peligrosos que habían atacado a chicos, como en el caso en que la justicia platense condenó a ocho años de prisión al dueño de un perro pitbull que atacó a un nene de dos años y le causó heridas mortales. Fue en Alejandro Korn: el hombre había dejado al perro en la calle, atado al volante de un auto abandonado que los chicos del barrio solían usar de “casita”. Cuando el niño se acercó al lugar para jugar, el animal le mordió la cara y el cuello, y el pequeño murió como consecuencia de las heridas sufridas. El propietario del perro tenía ocho animales de esa raza en su domicilio y ya había sido advertido y denunciado en varias oportunidades por los vecinos, porque sus perros eran muy violentos.
Otro antecedente fue el de una mujer propietaria de un rottweiler que provocó heridas a un niño de seis años que andaba en bicicleta en un barrio privado, en la localidad de Canning. Al momento del ataque, la dueña huyó en su auto sin acercarse nunca a la familia. Por sus acciones, fue condenada a cuatro años y seis meses.
Los especialistas destacan que la naturaleza de estos perros ya es de por sí agresiva, pero que en los casos fatales suelen aparecer otros factores. Por ejemplo, que los perros fueron preparados para ser aún más agresivos. En otras ocasiones sucede que, tratándose de perros de carácter dominante, están en poder de personas que no logran imponerse a ellos y el animal termina ejerciendo su instinto.
En cuanto al papel del Estado, aunque existe una ley provincial -la 14.107- que establece la normativa aplicable para la tenencia de perros peligrosos (control y registro de criaderos, identificación de perros mediante chips con el lugar de donde procede y su propietario, y responsabilidad del propietario sobre los daños que ocasione el perro, entre otros puntos) todavía espera ser reglamentada, según destacaron desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia.
Los peores números
Las estadísticas datan de 2013, y demuestran que sólo en la Ciudad de Buenos Aires, los ataques pasaron de 6.065 en 2002, a 8.138 en 2012: un 34% más. De acuerdo a los relevamientos del Departamento de Sanidad y Protección Animal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la población canina no aumentó en todo ese tiempo y se mantuvo entre los 600.000 y 700.000 ejemplares. Pero un escenario repetido es el de los ataques en domicilios particulares, por lo que estas mascotas, en especial las que son compradas y adiestradas para frenar a los ladrones, están en la mira como los principales responsables del aumento sostenido en la cantidad de agredidos.
Los chicos son los más vulnerables. Más de la mitad de los casos de mordeduras de perros que se denuncian en el Pasteur tienen como víctimas a chicos de entre 5 y 12 años. Además de los hogares, los ataques también se producen en espacios públicos. Pero los sospechosos de siempre, los perros callejeros, no son los que más muerden, sino los paseados por sus dueños. En Buenos Aires, la proporción de mascotas (sumados los gatos) es de una por cada tres habitantes, pero es aún mayor en barrios del sur. “Debido a la inseguridad, mucha gente recurre a un perro para cuidar su casa y, en muchos casos, lo adiestran para atacar”, señaló Oscar Lencinas, director del Instituto Pasteur. Siguió diciendo: “la mayoría de los casos se da cuando sacan los perros a pasear”. Y defendió a los perros callejeros aclarando: “son los que menos muerden, porque están adaptados a la calle, donde se mueven todos los días”.
Desde la Fundación Argentina de Bienestar Animal (FABA) destacan la importancia de que se tome registro del contexto en el que se producen las mordeduras, y si se dio porque alguien molestó al animal o se trató de una reacción espontánea de éste. Estos datos sirven para evaluar el nivel de agresividad de los animales, que muchas veces no tiene relación directa ni con la raza ni con su tamaño. El capitán Dante Rodríguez, que integra la División Canes de la Policía en Parque Camet, expuso ante la 99.9: “Los perros estilo pitbull y rottweiler tienen un 50% de genética y otro 50% de la mano del hombre. Son perros de pelea, no pastores, que son los aconsejados para la familia, se llevan mal con otras razas y la genética les tira mucho en ciertas oportunidades”.
En cuanto a la ley que reglamenta su tenencia, no todo el mundo conoce que la normativa está en vigencia. Para el especialista, este tipo de ataques -que resultan salvajes y traen serias consecuencias para la persona atacada- a veces para los animales no son más que parte de una conducta natural, porque así lo tienen en sus genes y están programados para actuar naturalmente: “el perro actúa porque lo tiene en la genética, no sabe ni lo que está haciendo, lo hace por instinto”, dijo el capitán Rodríguez.
Si bien un solo perro de estas razas consideradas peligrosas ya puede provocar un ataque con graves consecuencias, cuando actúan juntos puede ser peor: “Es una inconciencia total tener tres pitbull sueltos. A cualquier perro, cuando está en jauría se le despierta el instinto. En toda jauría hay un líder, y si es muy violento, lo seguirán en la mayoría de los casos hasta el final, es decir la muerte de la víctima. Son razas no aconsejadas, por más que algunos veterinarios digan que no pasa nada”, finalizó.