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La Policía de la Provincia de Buenos Aires atraviesa uno de sus peores momentos. Todo parece indicar que la institución fue corrompida en todos sus niveles.
Tras la detención del jefe de la Departamental Mar del Plata, José Luis Segovia, diferentes causas relacionadas con el funcionamiento de la policía bonaerense en la ciudad comenzaron a avanzar. En esta semana, en la que cinco policías de civil asesinaron a Matías Paredes en un hecho horrible e inexplicable, también se dieron a conocer avances en la investigación que se inició con la prisión preventiva y el allanamiento a Claudio Pontoriero, el ex jefe de Drogas Peligrosas. Nuevas pesquisas demuestran que Pontoriero sólo heredó una estructura de corrupción instalada desde hace tiempo en dicha dependencia.
Recaudando
A medida que la causa avanza, la Justicia ha podido determinar que estas estructuras insertas dentro de la policía bonaerense tienen varias formas de recaudar:
La primera, es hacerse con parte de lo que se secuestra en los allanamientos, muchas veces utilizando maniobras de distracción para que los testigos, oficiales de otras fuerzas o funcionarios judiciales no adviertan los hurtos.
Además, a algunos policías se les asignan horas CORES que luego no cumplen, pero sí cobran. La mitad de lo que perciben los funcionarios por estos servicios no prestados, se lo deben entregar a sus superiores.
Finalmente, está el botín más preciado: los viáticos. El mecanismo es el mismo: la mitad de lo que les depositan, los policías se lo deben entregar a esta estructura delictual. La sospecha, es que este esquema de recaudación llega hasta las más altas esferas de la organización policial.
El testimonio
Una de las declaraciones que corrobora esta información que se desprende del análisis de mensajes y llamadas entre los teléfonos pertenecientes a los policías investigados esclarece en detalle cómo funcionaba esta organización criminal conformada por policías pertenecientes a la división de Drogas Ilícitas.
El funcionario policial, luego de haber mentido en sus declaraciones previas, aseguró: «en el tema de las horas CORES, cuando me preguntaron si tuve que retornar parte de las horas cores dije que no, y la realidad es que sí, desde hace bastante tiempo, no recuerdo bien, pero mínimo hace 1 o 2 años parte las horas que nos nos asignan hay que devolverlas. En la gestión anterior de Piboleau, el Jefe de Operaciones Orozco nos decía que vayamos a notificarnos de las CORES con la Subdirectora que era Paola Reynaldo, y cada efectivo policial le entregaba el dinero personalmente a ella en su oficina. Orozco no recaudaba el dinero, yo se lo entregaba personalmente a Reynaldo y mis compañeros también a ella».
Este esquema de recaudación se mantuvo cuando asumió Pontoriero al frente de Drogas Peligrosas: «cuando asumió Pontoriero puso a Battistessa de Jefe de Operaciones, él quedó por descarte porque Piboleau se llevó a Reynaldo y Orozco a Dolores. Recuerdo que un día Battistessa nos juntó a todos los jefes de grupos en la oficina del subdirector y dijo que todo iba a seguir como antes y yo interpreté que se refería al tema de las CORES, y no recuerdo si en esa reunión o en otra, Battistessa nos dijo que los jefes de grupo teníamos que juntar el dinero de los miembros del grupo que teníamos a cargo y entregárselo a él. Supongo que se hizo así porque al llegar Pontoriero no se designó a un Subdirector y de las funciones del Sub se ocupaba en parte Battistessa».
En este punto, el testigo deja en claro que este esquema espurio de recaudación atraviesa a toda la fuerza: «Battistessa también nos dijo que la plata que los jefes de grupo le dábamos de las CORES iba para arriba, yo interpreté que se refería a alguien aún más arriba que el Director».
Además, esta estructura se quedaba con el botín más jugoso: los viáticos. Cuenta: «esa es otra de las preguntas que no dije la verdad, de los viáticos del operativo sol que son en verano y a veces un poco en invierno nos pedían la mitad […] En la gestión de Piboleau el mecanismo era igual que con las CORES, el jefe de operaciones nos decía que vayamos a notificarnos con la subdirectora de los viáticos, y tenía que ir y dejarle la plata en mano a Paola Reynaldo. Quiero aclarar que antes de cobrar los viáticos, nos notificaban en la delegación que teníamos que ir a la Vucetich a firmar la planilla de los viáticos, bajo apercibimiento de sancionarnos si no íbamos. Luego a los 2 o 3 días nos depositaban y teníamos que darle el 50% a Reynaldo. En el caso de los viáticos, a diferencia de las CORES, era mucho dinero. Era la mitad de lo que nos depositaban a muchos efectivos, no sé si éramos entre treinta y cincuenta efectivos que cobrábamos viáticos y lo que cobraba cada uno era prácticamente otro sueldo, por lo que las sumas eran muy elevadas […] por comentarios creo iba todo para arriba, inclusive por arriba del Director de la Delegación, pero no me consta. Una vez que se juntaba el dinero Piboleau viajaba a la Superintendencia de Drogas».