Profesionales del delito

El Poder Judicial es el único estamento de nuestra sociedad que parece ajeno a una realidad que es evidente: hay gente que dedica su vida a delinquir, simple y llanamente. No son víctimas, son victimarios.

Existe un cuasi infinito rejunte de papers, ensayos, tratados, estudios académicos, notas de opinión y vaya a saber uno cuántas gansadas más que aseguran —palabras más, palabras menos— que las personas que incurren en actitudes delictivas no son victimarios, sino víctimas de una sociedad capitalista injusta que les impide progresar y que no les deja otra alternativa que quebrar la ley para poder alcanzar aquello que creen merecer. En la Argentina —ya que, lamentablemente, ideas similares existen en todos los países del mundo— a esta bola fétida de argumentaciones trasnochadas se les ha dado el nombre de «doctrina zaffaronista», denominación que recuerda al nefasto ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, autor de algunos grandes éxitos como la sentencia en donde, al decidir sobre el abuso sexual a una niña de 7 años, tomó como atenuante el hecho de que estuviera la luz apagada; que consideró que un robo a mano armada perpetrado con arma blanca no era delito porque «un cuchillo no es un arma»; o que un auto estacionado es una «cosa perdida o abandonada por su dueño», lo que hace que el delito sobre el que estaba fallando sea sólo una «apropiación indebida» y no un robo. Es esta corriente de pensamiento, que impregna todos los estamentos del Poder Judicial en nuestro país, la razón por la cual la justicia continuamente libera a delincuentes que —casi inmediatamente— terminan cometiendo otros delitos aún más violentos.

Lo que estos enemigos del sentido común pretenden olvidar, es que la sociedad argentina no está lidiando con personas desesperadas que, víctimas de un impulso y guiados por la desesperación, terminan tomando una mala decisión improvisada; sino con verdaderos profesionales del delito que dedican su vida, su tiempo, su energía, su inteligencia y todas sus capacidades físicas a la tarea de delinquir, de manera constante. Que existe una verdadera subcultura centrada alrededor del delito que se expresa de manera muy clara cuando uno de estos delincuentes pierde la vida y se ven rituales como quema de motos, procesiones, y posteos en redes sociales destacando como hazañas las acciones violentas del occiso para con otros ciudadanos con el objetivo de apropiarse de lo que no era suyo. Que hay organizaciones criminales que cuentan con enormes recursos como vehículos de alta gama, herramientas, indumentaria, vínculos con la policía y redes de inteligencia que les permiten orquestar entraderas y otros crímenes similares de los cuales las víctimas son por lo general personas absolutamente vulnerables.

No son víctimas. Son depredadores alejados de toda noción de empatía que decidieron que, en vez de trabajar y dedicarse a hacer algo productivo por la sociedad, lo suyo era infringir dolor o incluso la muerte a sus pares, para quedarse con lo que otros obtuvieron como resultado de su trabajo y de su esfuerzo.

Profesionales

Esta semana, el fiscal Mariano Moyano brindó una entrevista a la FM 99.9 donde dio detalles de dos investigaciones centradas alrededor de delitos de entraderas: «son dos investigaciones que llevan su tiempo. La madrugada del 25 de noviembre, el personal de la Comisaría Primera tomó conocimiento, lamentablemente, de un robo en donde se metieron en una vivienda en la zona de La Perla. Ahí se comenzó a hacer un trabajo bastante exhaustivo de relevamiento de las cámaras privadas y públicas. Se puede establecer que, durante la madrugada, y cerca de la vivienda de las víctimas, estacionó un vehículo, las personas lo abordan y se dieron a la fuga. Se hizo todo un seguimiento de las cámaras de monitoreo para establecer que, cuando se dieron a la fuga, fueron hacia la zona de la avenida Polonia y la calle 39 y allí uno de los ocupantes del Toyota abordó una camioneta Amarok para luego retirarse los dos vehículos juntos. El análisis de las cámaras de la estación de servicio determinó que esa camioneta había sido dejada estacionada y esa misma persona es la que había recibido el vehículo. Hubo seguimientos, se pudo establecer el domicilio que fue allanado en el día de ayer con resultados positivos para la investigación, toda vez que se pudo recuperar algunos de los elementos que habían sido sustraídos durante esa madrugada».

Cuando fueron a la vivienda allanada se encontraron con dos personas que fueron detenidas: «se dispuso la aprehensión de la persona responsable de la camioneta, el ciudadano Márquez, a quien hoy le vamos a recibir declaración, imputado del delito de robo agravado. Márquez estaba acompañado por otra persona, Paz Maltés. Nosotros tenemos una investigación, otro robo que hubo acá en la ciudad de Mar del Plata, en un domicilio del barrio El Faro donde estaba un matrimonio cenando con sus hijos y en horas de la noche irrumpieron cuatro personas, que también se dieron a la fuga. Pedimos la detención de esta persona en la sospecha de que es una de las cuatro personas que también participó del homicidio de la calle Alfar. Paz había recuperado la libertad poco tiempo antes del robo porque había tenido una condena en la ciudad de Tandil, también un delito contra la propiedad».

Se trata de personas de unos 30 años de edad, según detalló Moyano pero que se dedican exclusivamente al delito: «indudablemente son profesionales del delito. En el primero de los hechos claramente la investigación muestra cómo se dio ingreso a la vivienda, cómo estaban ellos con el rostro cubierto, las prendas que utilizaban para cubrir los rostros, herramientas para romper la reja de la casa y poder ingresar, la logística, las personas contaron con al menos dos vehículos, un vehículo Etios y la camioneta Amarok. De la investigación surgió que estas cuatro personas que ingresaron a la vivienda se comunicaban con el quinto sujeto que lo esperaba en el vehículo, claramente indica que se trató de una banda organizada con logística para cometer delitos contra la propiedad. Son dos elementos que en la fiscalía los tenemos en cuenta para, en estos casos, pedir que las personas se mantengan la detención ya con prisión preventiva».

Penas irrisorias

Casi siempre que un crimen violento sacude a la sociedad, es prácticamente inexorable que se de la situación de que al menos uno de sus protagonistas es una persona que ya tiene antecedentes y que fue liberado por algún juez garantista de la escuela zaffaroniana. Pero, además, las penas ya de por sí son irrisorias, aún sin ninguna intervención de algún magistrado poco apegado a la realidad que las aliviane.

Por citar sólo un ejemplo, vale recordar lo que en nuestra ciudad se dio en llamar el Megaoperativo Libertad, una serie de 16 allanamientos que se afectuaron principalmente en el barrio Libertad y en Camet, que tuvo como resultado que catorce personas fueran condenadas por la Justicia Federal tras el secuestro de 55 kilos de droga entre marihuana y cocaína, además de diversas armas de fuego. Casi todos los detenidos eran integrantes de dos familias que estaban por completo dedicadas a la venta de estupefacientes en nuestra ciudad. No se trataba de ninguna actividad improvisada: los delincuentes incluso alquilaban una propiedad y habían reclutado cómplices para brindarle a dicho lugar seguridad y vigilancia. La banda operaba en diferentes barrios, con diversos puntos de venta, además de la distribución de droga a domicilio.

Luego de un juicio abreviado, las penas máximas que se fijaron para estos delincuentes, fueron de sólo entre siete y tres años. El caso sucedió en 2018. Hoy, incluso los que recibieron las penas más altas, estarían en condiciones de estar en la calle.

Eso, si ya no fueron detenidos nuevamente por haber incurrido en algún otro delito, aún más atroz.