Sistema educativo | ¿Cómo se prepara el sistema educativo para traer de vuelta a los chicos que quedaron afuera? Con recursos antiguos y jerárquicos desinteresados que no producen una sola idea original, y depositan el peso en los docentes, quienes quedan en el lugar de responsables de una catástrofe inevitable.
La Subsecretaría de Educación envía notificaciones a sus inspectores, para que manden a sus directores, para que manden a sus preceptores y profesores. Alguien se tiene que hacer cargo de comunicar a las familias cómo es que los chicos van a aprobar el año, y las autoridades educativas hacen lo que han hecho siempre: patear para abajo. Que los maestros y profesores vean cómo van a arreglar esto. Porque en el sistema educativo se cumple una premisa sine qua non: cuanto más arriba avanzás en la pirámide jerárquica, menos dispuesto está el empelado público a hacerse cargo de su comunidad educativa.
Las autoridades sólo ordenan que les expliquen a los papás (que pueden ser personas entrenadas en las cuestiones institucionales o no, alfabetizados o no) el concepto de bienio, como una continuidad pedagógica de conocimientos que deben ser aprendidos.
Y más vale a los empleados rasos que se ocupen de explicar la evaluación, la calificación, la acreditación y la promoción al año siguiente. Tienen que explicarles las etapas, fechas y modalidades de trabajo de los períodos de intensificación de la enseñanza (donde las familias se supone que tienen un rol de apoyo), y la importancia de que los estudiantes concurran a la escuela en diciembre y en febrero para la intensificación de los contenidos que hayan quedado pendientes con un cronograma claro de fechas y horarios.
Mirá vos qué fácil: sugieren que armen algo, el papel o digital, folletos, piezas en prezi. Algo.
¿Pero esta gente en qué planeta vive? La cifra de abandono tras el cierre escolar fue motivo de debate durante buena parte del año. La estimación oficial es que alrededor de 600 mil chicos todavía no volvieron a las aulas, pero no hay un registro nacional de alumnos para consolidar una tasa de abandono e identificar quiénes son los chicos que se desvincularon de la escuela.
¡Resuelvan ustedes!
La educación argentina ha quedado expuesta como pocas veces en medio de una pandemia que obligó a la virtualidad. La especialista en temas de educación Laura Lewin se refirió en la 99.9 a esta problemática: «Muchos chicos se caen del sistema por un tema de pertinencia. Se preguntan para qué les sirve la escuela, empiezan a conseguir algún trabajo y ya no vuelven al aula. En esta pandemia se cayeron del sistema más de un millón de chicos y menos de la mitad pudieron volver. No podés trabajar con los que no volvieron cuando no sabes ni siquiera quiénes son».
Actualizar el sistema educativo es clave, porque hay muchas herramientas que podría aplicar la escuela pública que no se piensan siquiera: «debemos asumir los desafíos, desde empezar a tener sistemas más modernos donde puedas contabilizar quiénes van a la escuela y quiénes no, boletines que los padres puedan mirar a través de una computadora. No puede ser que tengas 600 mil alumnos fuera del sistema y nos los puedas ir a buscar».
El sistema no está preparado para el tipo de educación que requieren los chicos del 2021: «si vieran lo precarios que son para trabajar, todo con lápiz y papel, la información no llega y están sobre la mesa muchas situaciones que ya nadie puede obviar. Esto tiene que ver no sólo con cuestiones administrativas, sino empezar a trabajar con un sistema que esté alineado con las necesidades de los chicos de estos tiempos, que la escuela sea un puente para el futuro laboral, académico y social de los chicos».
Si bien sabemos que la decadencia en la educación básica en Argentina no comenzó hace poco, sino que lleva muchos años de un abandono sistemático, la actualidad obliga a un replanteo total. Si tenemos más de 60% de chicos pobres en el país y si no tienen alimento, por más que insistamos en enseñar, no van a aprender, según explicaba la especialista: «Esto lleva más de 20 años de caída libre y son muchos los desafíos que se imponen, como modernizar el sistema, inspirar a los chicos a que quieran ir a la escuela. Tenemos que replantearnos qué enseñamos, cómo lo enseñamos, quiénes lo enseñarán y dónde lo harán porque tenemos aulas de hace más de 100 años».
Según los datos que ofreció la cartera de Educación, el año pasado se desvincularon del sistema educativo 1.100.000 chicos, aunque la cifra no está consolidada. Al inicio de este año se inició un proceso de revinculación. Pero, después, se endurecieron las restricciones por el avance de la pandemia sobre todo en el primer cuatrimestre, y eso trajo como consecuencia que nuevos chicos tuvieran una vinculación intermitente con la escuela, y que retrocediera en el número de chicos revinculados.
Al cierre de noviembre, 15 provincias habían suministrado información respecto al número de chicos que lograron reintegrar al sistema escolar. En total, la suma da 376.500 chicos, extendiendo a las 9 jurisdicciones restantes asumen que cerca de 500.000 alumnos volvieron a las aulas: el 45% de los que habían sido identificados en 2020. El informe hizo un relevamiento en las 24 jurisdicciones del país, aunque fueron 18 las que respondieron el cuestionario: Buenos Aires, CABA, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Neuquén, Río Negro, San Luis, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán.
Hagan algo
La cuestión es más o menos la misma que se puede verificar en otros aspectos de la vida del ciudadano que tienen un componente de organización social y comunitaria: los que llevan el peso de las soluciones son los docentes, que han hecho lo que han podido, lo que sabían, lo que les alcanzó con sus recursos básicos, con su línea de wi-fi personal o su computadora única para todo uso familiar. Los que debían diseñar las herramientas sociales comunitarias para resolver la educación en pandemia, sólo dieron órdenes. Sólo dijeron “hagan”.
Por supuesto, la versión local es tan novelesca como las nacionales y provinciales. A la hora de la elección de la presidencia del Consejo Escolar, Mar del Plata tuvo otro escándalo: el cargo quedó en manos de Natalia Russo, y la elección fue muy criticada por los integrantes del PRO, ya que la mencionada ha sido una representante de esa fuerza, aunque con el curso de los acontecimientos políticos fue cambiando de partido, y evidentemente de convicciones. Hoy llega a ese lugar por un acuerdo del nuevo partido vecinalista Crear (sector que tiene como referente a Lucas Fiorini) con el Frente de Todos.
La flamante consejera escolar Mónica Lence fue muy crítica con la designación, en oportunidad de comentar los hechos en una entrevista para la 99.9: «esto se naturaliza. Muchos me dijeron ‘esto es la política’, como si fuera justificativo para que esta conducta sea correcta. Es grave lo que pasó, y en algún momento se tiene que terminar. Yo no vengo de la política, y no estoy acostumbrada a lo que pasó. Se supone que lo íbamos a discutir, pero nunca nadie me llamó ni me atendieron el teléfono para sentarnos a hablar».
Destacó que, mientras haya consenso, no hay inconveniente en la elección. Pero considera que se designó a la persona moralmente menos apta, por sus constantes cambios de posición dentro de las fuerzas políticas: «acepto el voto de la mayoría, no cuestiono la metodología, sino a la persona que pusieron. Es una vergüenza y no podía no decirlo el primer día, porque si después pasa algo yo había legitimado con mi silencio todo esto. Los funcionarios tenemos que empezar a ser serios. Fue algo dantesco, todos aplaudiendo y justificando lo que estaba pasando».
Lo que tanto enoja a la representante de Juntos por el Cambio son las distintas «camisetas» que Russo se ha puesto dentro del propio Consejo: «no sé cómo no les da vergüenza, tanto a ella como a quienes la acompañan. Ella comenzó en el arroyismo, luego se pasó al PRO y militó ahí. Ahora se pasó a CREAR, y desde ahí se alió con el Frente de Todos. Todo para ser presidente, para conseguir un puesto, pero ha perdido todo tipo de moral. No sé cómo le da la cara para responder. Yo no puedo trabajar con gente de doble moral, y no sé cómo haré en lo personal para trabajar con estas personas». Buen pronóstico.