A la fecha son varias las escuelas secundarias tomadas en la ciudad. El mensaje a los medios es confuso, pero parece que la movida no es muy auténtica. Incluye militantes que dejaron el secundario hace tiempo, y algún docente que desea hacer carrera en las listas gremiales. Ganancia de pescador.
Todo el mundo estaba preocupado. En el momento en que la toma del Consejo Escolar del distrito de General Pueyrredon parecía el principio y el fin de la protesta, el sindicato docente manifestaba su preocupación por los incidentes y destrozos porque, si bien comprendía la legitimidad de los reclamos por el tremendo deterioro de la infraestructura escolar, sabía que era responsabilidad del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Los sindicalistas se decían convencidos de que este no era el camino para solucionar los graves problemas edilicios, ni la reducción de los cupos en comedores escolares, ni menos aun la falta del transporte en muchas escuelas. Toda estas cuestiones, el sindicato las venía denunciando extensamente, y afirmaba: “… entendemos el enojo de los estudiantes secundarios que hoy se han manifestado, pero como adultos responsables, debemos protegerlos y cuidarlos. Por eso no compartimos las intenciones de algunos adultos que, manejándose irresponsablemente, han “fogoneado” estos incidentes, poniéndolos en riesgo y posibilitando que cualquier acción termine en represión policial -como ha sucedido en otras oportunidades en nuestra ciudad (…) Solicitamos a la Fiscalía de Responsabilidad Penal Juvenil garantizar la seguridad de los jóvenes que están manifestándose en el Consejo Escolar, ya que cualquier intervención directa de la policía puede terminar en represión”.
Hasta esa fecha del comunicado, nadie decía ningún nombre, y menos el gremio. Los docentes “irresponsables” no tenían ni nombre ni apellido. Pero claro que no quedó allí: día tras día, esos llamados irresponsables que pusieron en serio riesgo a los estudiantes, fueron avanzando hasta que el “fogoneo” de los chicos terminó consumando la toma de una serie de escuelas secundarias. Hoy sabemos que la cara visible es Julián Ucci, un militante político que además trabaja como docente, y que fue cara pública cuando las fotos de la prensa lo tomaron bajando a patadas la puerta del Concejo Deliberante en ocasión de la manifestación por el boleto estudiantil. Después de eso, vino la represión policial, que por supuesto ligaron los pibes que él se había ocupado de incentivar.
Desde el SUTEBA nadie reaccionó a tiempo: los hechos se consumaban, y ellos seguían esperando que “bajara” un funcionario de La Plata que tuviera algo que decir. Decían lo que todo el mundo sabe: “creemos en la legítima participación coordinada de las escuelas y sus actores reclamando por sus derechos, siempre en el marco democrático y cuidando a nuestros pibes, intentando inclusive, que el mismo sea un acto pedagógico”. Ok, pero nadie mueve un dedo para cuidar a los chicos, si esa es la preocupación.
Del otro lado del ring estaba José Ignacio Arbanesi, el presidente del Consejo Escolar, quien simplemente aclaró que estaban al tanto de que continuaba la toma de esta dependencia ubicada en la avenida Colón y Juncal por parte de estudiantes secundarios: “Escuchamos a los jóvenes y sabemos que reclaman justamente por los problemas edilicios de las escuelas, pero la realidad es que no damos abasto a cubrir las necesidades de 360 escuelas con un presupuesto de 250.000 pesos”.
Arbanesi no fue a las escuelas tomadas hasta el momento, y más de una vez ha dicho a puertas cerradas que no tiene mucha idea porque él “a las escuelas no va”, y manifestó: “Con un presupuesto de 250.000 pesos, en el mejor de los casos y con tantas cuestiones menores de mantenimiento, como por ejemplo, ahora que llega el invierno hay verificar, mejorar y instalar estufas, está claro que no nos queda resto para encarar las grandes obras”. Si había algo que no había que decir era esto: en medio de la marejada va a decir públicamente que no puede dar solución a nada. No le dio ni siquiera para dar una respuesta políticamente aceptable que indicara que -en una de esas- hacía algo.
Banderas
Pero a medida que llegaban noticias de las diversas tomas, la información se iba perfilando. El tal Ucci decía que los chicos nos estaban dando una lección de democracia, pero los docentes se quedaron de una pieza cuando vieron el Consejo escrachado con palabras soeces de aerosol rojo, y una firma que no reconocían: “tinta roja”. Luego, banderas del MAS, y de otra agrupaciones de izquierda le ponían condimentos a la cuestión.
Otros venían con el dato de que se habían visto en las escuelas muchos –muchos- ex alumnos, pero muy ex, hoy militantes de Quebracho que poco tenían que ver con la institución que decían estar defendiendo.
Julián Ucci, en tanto, respondía a los micrófonos de la 99.9 que la toma del Consejo había sido protagonizada por casi un 100% de estudiantes secundarios, y la verdad, que preocupaba ese “casi”. ¿Qué implica el casi? ¿Quiénes eran?
Él decía que se trataba de unas 26 instituciones que estaban representadas en la toma, pero los mismos estudiantes secundarios afirman que no hay en la ciudad entera 26 centros de estudiantes legalmente conformados. De lo que puede deducirse que hay estudiantes que pueden estar otorgándose la representación de una escuela que, en efecto, no los ha elegido, al menos no siguiendo las resoluciones legales que corresponden. De hecho, él dice que se trata de los centros agrupados en la UCCE, colectora de centros de estudiantes, que no absorbe la totalidad de las escuelas, sino únicamente los centros que responden a determinada ideología política que ellos han denominado de hecho como “los troskos”. Los demás se agrupan en la FES: Federación de Estudiantes Secundarios. Y llamativamente, la FES nunca fue consultada sobre la toma, porque los centros de estudiantes que la integran no comparten esta modalidad de protesta. Es decir que Ucci sabía perfectamente a quién convocar: citó a los centros de estudiantes que responderían a él, y que estarían de acuerdo con las tomas, y no a los demás. En determinados casos, los estudiantes dicen: “la toma de mi escuela la terminaron decidiendo chicos que pertenecen a otras instituciones”.
Pero Ucci dice que él fue a hablar con los funcionarios antes de la toma, y que la única respuesta que le dieron fue que había que esperar. Lo cual parece ser cierto, y ciertas las razones para enojarse. Pero ¿alguien está midiendo los riesgos de tomar escuelas con chicos que tienen, en algunos casos, 12 años?
Glorioso
El caso paradigmático fue el del Colegio Nacional, como lo conocen los antiguos habitantes de la ciudad, la mitad de los cuales cursaron estudios en sus aulas. Sabemos que hoy el edificio es compartido por dos instituciones que dictan clases en distinto turno: la Escuela Media 22, en horario de mañana, y la Media 24, en tarde y noche. Cada uno tiene directivos independientes, y su propio centro de estudiantes. Por la noche cursa una escuela municipal, además.
La Escuela Media 22 permanece tomada. Pero sucede que la Media 24 tiene un centro de estudiantes que responde a la FES, y por lo tanto no fue consultado para decidir la toma de su edificio, porque la UCCE no lo convoca. La UCCE, en ocasión de votar la toma, no contempló que no podía tomar solamente un turno: la escuela también está tomada durante los horarios que corresponden a la Media 24, cuyos alumnos llevan una semana sin clases, sin haberlo decidido ni apoyado. Por eso, muchos dudan de la legitimidad de la decisión tomada, y del origen político de la movida.
Inclusive, se dice que la escuela Media 22 no tiene un centro de estudiantes legalizado: hace dos años que no realiza elecciones, amparándose en que no tiene una lista opositora. Igualmente forma parte de la UCCE.
El jueves de la toma, los alumnos de la Media 24 ingresaron en el turno tarde. Hubo un acuerdo de que el viernes iba a pasar lo mismo. La situación al ingreso era caótica: los chicos estaban afuera preguntando qué iba a pasar, y los protagonistas de la toma estaban en el patio, y gritaban. Al día siguiente habría clase. No había adultos implicados. Se estableció como acuerdo entre los alumnos de ambas escuelas, que la 24 no estaba de acuerdo y podría tener clases.
Pero cuando se hicieron las 18:20, había alrededor de 70 chicos y adultos en la puerta, sentados. Lo sorprendente era que algunos eran alumnos de la Media 22, y otros no. Había adultos desconocidos. Algunos de ellos llamaban a los que estaban tomando el Consejo, y les pedían que colaboraran con la toma del Nacional.
Entonces, los alumnos de la 24 estaban tomando clases en el turno noche. Y los protagonistas de la toma querían entrar a las 22, cuando salieran los alumnos. Es verdad que dentro estaban los directivos de las escuelas en compañía de una inspectora, y decidieron que los alumnos de la 24 se retiraran antes de su horario normal de las 22. Cuando salieron todos, quedaron solamente cinco personas adentro del establecimiento: dos horas después salieron por calle Gascón. Cuentan que los partidarios de la toma quisieron empujar hacia adentro, pero ellos salieron igual.
El vienes a las 7 de la mañana, una portera les abrió la escuela, y permitió la toma. A partir de allí, este grupo de personas, entre las cuales había alumnos, rompió el acuerdo que había hecho: no permitieron a los de la otra escuela hacer Educación Física. Ellos intentaron entrar a su escuela de manera pacífica, y no se los permitieron. A la una de la tarde, el alumnado del turno tarde pretendió ingresar, y no los dejaron.
Ese mismo día vinieron funcionarios de la Provincia a plantear una mesa de negociación, aunque no trascendieron sus nombres: los consejeros escolares se reunieron en la Escuela Técnica 3, con representantes de las escuelas: ESB 22, Media 23 (quienes dijeron haber dormido en el Consejo), y Media 24. Allí se supo que en el Consejo Escolar había gente del PTS, del MAS, de la Agrupación Santoro, y posiblemente del PO, aunque obviamente los protagonistas lo negaron.
La Escuela Piloto 1 se sumó a la toma desde el viernes: el director aceptó la toma, y realmente dio muestras de tener interés de cuidar a los alumnos. Permaneció con ellos para organizarlos, garantizar su integridad y el cuidado del edificio: los alumnos están ocupándose de las tareas de limpieza, y de verificar que no ingrese nadie ajeno a la institución.
De aquí se deduce lo que está a la vista: para protestar por los desastres de infraestructura, no era necesario romper nada. Y los chicos asesorados y guiados lo pueden sostener.
Ucci se defiende diciendo que lo que divulgó sobre la toma del Consejo Escolar es la filmación de un minuto, de un conflicto que dura años. Que no le parece justo hacer eje en ese minuto de destrucción y suciedad. Dice que la violencia la generaron las autoridades, con la negativa a cualquier solución, porque no han hecho nada por los reclamos. Lo que se ve es que, llamativamente, el profesor organizó reclamos con muchos militantes, justamente una semana antes de las elecciones en el gremio de SUTEBA. ¿Ganancia de pescador?