Segovia a jucio II

El Fiscal General Adjunto de la Fiscalía General de Cámaras del departamento judicial Mar del Plata, Marcos Pagella, formuló el pedido de elevación a juicio contra el ex jefe departamental José Luis Segovia. Su relación con los «arbolitos» de Luro e Independencia.

En un extenso documento de 435 páginas, el fiscal Pagella le resume al Juez de Garantías Daniel De Marco meses de intensa investigación en la que se está intentando demostrar los delitos de asociación Ilícita, encubrimiento agravado, falsificación ideológica de instrumentos públicos, etc. contra los imputados Claudio David Alaniz, Javier Rubén Collova, Leonardo Sebastián Di Biase, Christian Alfredo Gari, Javier Martín González, Christian Adalberto Holtkamp, Iván Pablo Medigovich, Gastón Daniel Moraña, Mauricio Bernardo Ramírez Armani, Lautaro Hernán Resúa, Nicolás Rivademar, Jonathan Carlos Sonzogni, Sabino Héctor Sosa, Jorge Javier Toletti, Juan Pablo Velázquez y al líder de esta banda, el ex director departamental, José Luis Segovia.

La encuesta se centra principalmente en dos ejes: por un lado, el encubrimiento y tráfico de información privilegiada en torno a un resonante robo ocurrido en el edificio Cabo Corrientes y, por el otro, las actividades ilícitas que se suscitaban en torno a la compra y venta de divisas extranjeras en la zona de Luro e Independencia.

Podando

En su extensa investigación, Pagella pudo determinar cómo, de manera clara y sistemática, José Luis Segovia se valió de su poder al frente de la Jefatura Departamental para meter presión sobre los denominados «arbolitos» de Luro e Independencia hasta que el negocio quedó completamente en manos de Christian Adalberto Holtkamp —un ex policía de estrechos vínculos con Segovia— y su socio, el «Ruso» Toletti.

Según la presentación judicial: «También ha surgido hasta aquí que este esquema de recaudación ilegal y corrupción estuvo encabezado por el Comisario Mayor José Luis Segovia, primero desde su posición como Director de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) y complementado en una primer instancia por actuales e ex integrantes de la Policía de la provincia de Buenos Aires, concretamente Javier Martín (a) “pelado” González y Gastón Moraña —sujetos de extrema confianza de aquél y también muy vinculados, como el propio Segovia— a Christian Adalberto Holtkamp, quienes hicieron las veces de “recaudadores”; esquema éste en el que participaban también algunos funcionarios que por entonces se desempeñaban en la Comisaría Primera, concretamente el Comisario Mauricio Ramírez Armani y su jefe de calle, oficial Jonathan Sonzogni.»

Continúa: «En dicho esquema, caóticamente, todos se llevaban su tajada: DDI, Comisaría Primera y hasta integrantes de la Policía Federal Argentina, concretamente —y hasta donde se ha podido probar— representada por la figura del agente Nicolás Rivademar.»

Asegura también: «Luego, con el ascenso de Segovia a la Jefatura Departamental en marzo de 2021, la evidencia ha demostrado que tanto la actividad ilegal como los vínculos espurios entre marginales, delincuentes y personal policial continuaron a pesar de los “operativos” implementados por aquél y ejecutados desde la Seccional Primera, los que lejos de pretender erradicar el problema —como aquél sostuvo en su libelo defensivo— no fueron otra cosa que una estrategia de presión sobre los arbolitos para reconfigurar el esquema de pagos y consolidar el control sobre la actividad.»

Las acciones ordenadas por Segovia tenían un claro propósito: reducir la cantidad de gente que se dedicaba a la compra y venta informal de divisas extranjeras en dicha esquina, y aumentar las coimas que la policía le pedía a quienes allí trabajaban. Así, de unos quince «arbolitos» que solían frecuentar la zona, finalmente, en la calle, no quedó ninguno. Christian Adalberto Holtkamp y Jorge Javier «el Ruso» Toletti se quedaron con el monopolio absoluto del negocio, el cual se trasladó al bar que estos armaron donde se emplazó en otro tiempo «Sabromix» y que ellos llamaron «El 10 – Sutton».

Caldo de cultivo

La compra y venta informal de divisas extranjeras suele estar acompañada de otros delitos, ya que los «arbolitos» suelen tener acceso a información sensible, como grandes movimientos de dinero, etc. Propicia, además, el lavado de activos y la circulación de dinero falso. Es muy sugerente que, quienes en definitiva se quedaron con ese negocio en Luro e Independencia, hayan sido los protagonistas del episodio en el que fue privado de su libertad y extorsionado Alejandro Juárez, uno de los autores materiales del robo en el edificio Cabo Corrientes. Claramente, estos delitos contra la propiedad estaban estrechamente vinculados con la actividad de cambio de divisas informal y la mano detrás de todo, era la de Segovia.

En su defensa, Segovia aseguró que una de sus primeras medidas al llegar a la Jefatura Departamental, fue intentar poner orden en la esquina de Luro e Independencia, justamente reconociéndola como un foco de criminalidad que debía ser atendido. Sin embargo, cuando se mira bien qué fue lo que hizo, sólo se limitó a ordenar operativos cuya finalidad era el control vehicular, es decir, acciones que se notaban públicamente, pero que tenían una efectividad nula. Dice la elevación a juicio: «no puede dejarse de lado en este análisis la malversación de los recursos públicos por parte de Segovia, pues estos operativos “de cartón” en la práctica desviaron recursos humanos, logísticos y de tiempo de la Policía hacia un objetivo ilegítimo.»

Continúa: «Móviles parados, horas de trabajo de los efectivos y demás insumos se emplearon para llevar a cabo en definitiva meros controles de tránsito, no con la intención de prevenir delitos comunes y menos aún acabar con el mercado ilegal de divisas y erradicar a “mugre” del lugar, sino con el fin encubierto de favorecer a un grupo delictivo. Los testimonios recabados lo confirman […] “a mí me parecía un despropósito tener un móvil parado ahí y el personal fijo, cuando había llamados de otras emergencias en la jurisdicción que nos desbordaban».»

Sigue: «A su vez, quedó probado que durante los casi cuatro años de gestión de Segovia, el supuesto combate a la intermediación financiera ilegal se tradujo en apenas dos aperturas de causa, y ambas contra un «arbolito» desplazado (Sverljuga), mientras los verdaderos operadores —Toletti, Holtkamp y compañía— siguieron intocables y protegidos. Es decir, la “mugre” continuó vigente.»

Concluye: «En pocas palabras, José Luis Segovia —desde su posición de jefe departamental— utilizó los recursos públicos para simular una acción de seguridad que en realidad servía a sus intereses privados y espurios: fingió reprimir el mercado ilegal mientras lo reorganizó para su beneficio personal, aparentando ejercer sus funciones de acuerdo a la Ley, cuando en realidad pactó con delincuentes las reglas del juego. En consecuencia, este accionar no solo constituye una traición a su deber policial, sino también una malversación de los recursos públicos, cuya finalidad —no hace ni falta decirlo— es garantizar seguridad a la ciudadanía, no blindar negocios mafiosos.»

Asegura Pagella: «Es que de acuerdo a las probanzas recolectadas en estas actuaciones ha quedado evidenciado que José Luis Segovia se valía de policías en actividad y de otros elementos que ya estaban fuera de la fuerza policial, cesanteados o exonerados, como intermediarios para atender sus asuntos por fuera de la ley, en especial en lo tocante a la “recaudación” o “junta” y a sus relaciones marginales, bajo la lógica de los “compartimentos estancos”, debiéndose entender por tal una estructura de poder piramidal en la que sus integrantes únicamente reportan al nivel inmediato superior, sin conexión manifiesta entre los miembros de la organización.»

A poco de ser detenido, Segovia aseguró por poco que todo lo que había en su contra, era una campaña de desprestigio llevada adelante por este medio y por su director, José Luis Jacobo.

Lo que queda demostrado, es que, ante información que era de público conocimiento —al menos, en algunos círculos de esta ciudad extendida con alma de pueblo—, Noticias y Protagonistas fue el único medio que se animó a publicar, una vez más, lo que los demás callan.