La situación de los hospitales | El hospital provincial es territorio devastado. Hay muchos accidentes, la tercera ola de Covid-19, el personal es insuficiente y, encima, el modular desmantelado. Los médicos hacen lo que pueden y los pacientes se desbordan. Nadie interviene, total… no hay foto.
¿Le ha tocado a usted por alguna razón concurrir al HIGA?¿Tiene padres afiliados a PAMI, y no ha podido evitar capitar en ese nosocomio? ¿Ha concurrido a asistir a alguna víctima de accidentes de tránsito? Se habrá enfrentado usted con una de las deudas pendientes de esta sociedad, de una ciudad enorme y concurrida que, sin embargo, depende de la precaria atención que puede brindar un hospital viejo, con poco personal, ya demolido emocionalmente, que hace simple y llanamente, lo que puede.
Las unidades municipales de salud, que deberían descomprimir la atención primaria, tienen horarios de oficina. El aluvión turístico del verano no aumenta los servicios de salud, aunque se multipliquen los accidentes y hechos policiales que terminan siempre en el hospital. Así que esto es así: un sálvese quien pueda. Los que no pueden salvarse, se desesperan. La desesperación a veces termina en episodios violentos.
Uno de los jefes de guardia del Hospital Interzonal, Gabriel Suárez, explicó para la 99.9 que el servicio que él conduce está recibiendo en este momento el doble de su trabajo habitual, porque es verano, y hay muchos casos de coronavirus: «Estamos en una pandemia, y esta tercera ola es para muchos más leve, pero para nosotros es crítica. Vienen muchos pacientes, la mayoría no vacunados o con una vacunación incompleta, que terminan con una mala evolución y con asistencia respiratoria».
Claro que, en este contexto, el personal de salud también se enferma. El mismo doctor Suárez está aislado con Covid-19, por lo que hay reducción de personal con el trabajo multiplicado. Agregó: «La guardia está colapsada, y eso significa quedarse sin bocas de oxígeno, o tener una u dos bocas para el día. Para poder dar asistencia a la guardia, los clínicos tenemos que ser mínimamente cuatro o cinco, y a veces terminamos siendo dos o tres. Eso nos lleva a que estemos trabajando agotados, prácticamente sin descanso».
El médico reconoció que sí se generan situaciones de violencia, y las atribuyó a que, en muchos casos, la familia quiere tener información, que es algo razonable y necesario, pero hay casos en los que no lo pueden cumplir. Explicaba: «en este momento hay 18 o 20 pacientes con Covid en una guardia, que insumen un médico y dos enfermeros para cada uno. Atenderlos lleva 20 minutos dependiendo de la gravedad. Cuando somos tan pocos, se generan esta situación de que no damos abasto, y no hacemos tiempo de notificar a la familia. Pasan las horas, y cuando querés acordar pasó el día y no pudiste dar información».
Por supuesto que no se trata únicamente de los pacientes Covid, sino que además ha crecido la siniestralidad, y según explican ha aumentado la cantidad de ingresos por golpizas, por heridas de armas blancas o de fuego. Más trabajo, y menos personal, claro.
El relato llegó a evocar un episodio ocurrido recientemente en que quedaron fuera de servicio todos los ascensores, y hubo que armar un quirófano en la guardia. Suarez reseña así lo sucedido: «Originariamente había dos quirófanos en la guardia. Hace más de 15 años dejaron de usarse, y ahora son salas de internación, pero el instrumental principal quedó: la torre de iluminación y el oxígeno. Cuando se rompieron los ascensores, hasta tanto se pudiera arreglar alguno para llevar a un paciente rápidamente al quirófano de primer piso, hubo que armar un quirófano de emergencia para usar en la rápidamente en la guardia». La situación duró tres días, y finalmente la sala de operaciones de emergencia no se llegó a usar, pero hubo que prepararla porque el ascensor principal estaba roto.
Al día de hoy
Pero, obviamente, la situación generó estrés en el personal, porque no es lo mismo trabajar con un quirófano improvisado que con uno en condiciones. El personal del hospital es insuficiente y, como miembro del comité de crisis, Suárez notifica la situación, aunque no aparecen las soluciones porque no hay postulantes: «no se presenta gente, porque las personas que se reciben buscan otras opciones. Con la segunda ola, el modular estaba funcionando. Cuando pasó, las personas consiguieron otro trabajo. Hoy llamamos gente para activar el modular nuevamente y no hay gente: no hay recursos humanos para abrir el modular».
Por la cantidad de internados, el HIGA ha habilitado un piso más para Covid, pero lo están asistiendo médicos de clínica médica, de consultorio, a quienes la dirección ha reasignado. Cada uno debe brindar un día de atención del piso de pacientes Covid. A esto se suma la cantidad de pacientes que permanecen internados en la guardia, lo cual no debería suceder porque ese servicio debe recibir, alcanzar la estabilización y derivar hacia clínica, terapia intensiva, intermedia o unidad coronaria, según corresponda. No preguntemos sobre el aislamiento del paciente Covid en la guardia.
Suárez agregaba: «el paciente queda en la guardia porque terapia intensiva está llena. Con la demanda que tenemos no es posible cumplir con todos: la semana pasada decidimos atender solamente la emergencia, porque no damos abasto con las patologías menos urgentes».
En cuanto al servicio de enfermería, la falta de profesionales en guardia se resuelve con enfermeros volantes, que son quienes concurren a trabajar a la guardia, como reasignados desde otro sector del hospital. Ante la falta de enfermeros, se trata de cumplir. Agrega Suárez: «Hay 35 personas internadas en la guardia todos los días, y se necesita personal para esa asistencia. No solo vienen los que no tienen obra social, sino también los que fueron rechazados de las clínicas porque no tienen cama. Eso también aumenta la demanda del hospital».
Los sueldos
Claro que todo esto enoja. Enoja la carencia, el desorden a la hora de establecer prioridades. Enoja el despilfarro, y ver que no se gasta en cosas que no generan buenas fotos de campaña. En medio de las fiestas de fin de año, por ejemplo, Berni habló de la compra de un avión bimotor. La transacción se hará por US$7.195.214, o su equivalente en pesos, $760.893.880,50.
En medio de la miseria que reina en los hospitales de la provincia, la secretaría general adjunta de ATE, Claudia Rey, se refierió a las condiciones de trabajo de quienes tienen que llevar adelante semejante barco, e hizo hincapié en la necesidad de nuevo personal. Al parecer hubo ingresos, pero no fue suficiente en función del enorme requerimiento que implica transitar la pandemia, porque hay una gran contagiosidad, y muchos profesionales aislados.
Según explica la secretaria del gremio, la situación se agrava por la falta de respuesta de los CAPS y sus horarios de funcionamiento: hay una falta de criterio común entre municipalidad y provincia, por lo que no se logra que las postas sanitarias, que funcionan con horario municipal, sumen a la hora de descomprimir la atención primaria. La gente termina en el hospital por situaciones de dolor, que son urgentes, pero no requieren un hospital.
Dijo Claudia rey: «En cuanto al tema salarial, hay demoras en los pagos porque cualquier trabajador que ingresa al Estado no cobra a los 30 días, sino que debe esperar de 90 a 120 días. Esto se aclara previamente. Pero un enfermero ingresante gana alrededor de 60 y 68 mil mensuales, según la carga horaria. Por eso los profesionales se van al área privada. Se había pactado empezar a discutir la paritaria en enero porque no queremos perder con la inflación».
Es verdad que se dan situaciones de violencia: suceden porque la gente está desesperada, con dolor, y no recibe la atención adecuada porque hay otro que está peor. Pero las denuncias anónimas siguen apareciendo y son muy específicas: afirman que a las 14 horas, en el hospital no queda un solo jerárquico, nadie que tenga poder de decisión. Que quedan solamente los trabajadores, las enfermeras y los asistentes que resuelven como pueden, porque a veces no saben qué hacer. La representante gremial afirma que en el hospital hay una sede del sindicato para hacer las denuncias, pero se ve que hay miedo a perder el trabajo, lo que hace que las enfermeras estén desbordadas y los médicos de base estén solos es la falta de presencia de los jefes: ¿será verdad que no se pierden un día de playa?