Un casino baratísimo

Paseo Las Toscas | El Paseo las Toscas no sólo es una muestra de estética bizarra: es además un negocio millonario que a Aldrey le salió de maravillas hasta la clausura. Hoy se procura que pague la actualización de un canon que daba risa y que gestione la habilitación provincial de la casa de juego como corresponde. No está acostumbrado a cumplir.

Cualquier marplatense que recorre la costa se plantea la misma duda: ¿cómo será que llegó Aldrey Iglesias a tener el derecho de explotación de la sala de juego en un sitio que no lo preveía, con cartelería kitsch y vulgar al estilo Las Vegas incluida? ¿A quién se le ocurrió semejante cosa? ¿Sigue siendo la banca de juego dominio exclusivo de la Provincia de Buenos Aires, por orden y cuenta de su Constitución? ¿Se fiscaliza lo suficiente? O quizá lo más sencillo: ¿cómo diablos llegó esta porquería aquí?

La historia de las modificaciones en el uso de suelo de la costanera local se ancla en el momento histórico del reordenamiento necesario, que ocurrió  tras la crisis de finales de los ’80. Ángel Roig acordó con los concesionarios costeros que, a cambio de enfrentar el pago del servicio de guardavidas, recibirían una preferencia para la nueva licitación de barcitos de Las Toscas. Pero en 1997, durante la intendencia de Elio Aprile, Florencio Aldrey Iglesias consiguió echar por tierra aquella preferencia, y quedarse con toda el área, en la que se pasó a constituir el Paseo Hermitage y Paseo las Toscas. Todo de él, todo baratísimo. Todo gran negocio.

El pliego licitatorio original – sin embargo- prohibía expresamente los juegos de azar a través de su artículo 20. Para la época funcionaba en el Hotel Hermitage una sala habilitada, anexa a la del Casino Central, autorizada por el Instituto de Lotería y Casinos, único ente recaudador. Esta sala ocupaba un elegante salón de la empresa hotelera, conocido como el Salón Doreé. Las otras salas anexas habilitadas eran las del Hotel Provincial, fuera de servicio por razones conocidas, y la del Gran Hotel Sasso.

Gracias a esto, en 2004, el empresario tuvo una idea brillante: envió una nota explicando que Mar del Plata se estaba convirtiendo en la ciudad de los congresos, y que esta actividad contribuiría a dar impulso a la actividad comercial del centro marplatense, por lo cual debía respaldarse. Por esta razón, el Hotel Hermitage necesitaba recuperar su salón Doreé, donde estaba funcionando el salón de juegos, anexo del Casino Central, para así disponer de un espacio adecuado para esa clase de eventos. Pero para no suspender la actividad de la sala de ruleta, proponían cambiarla de lugar, al predio del Paseo que ellos mismos acababan de licitar.

Estaban pidiendo el inocente traslado de unos 300 metros: llevar la sala a un predio donde además ellos ya habían sido beneficiados como únicos oferentes. Es decir que no había nadie que se estuviera perdiendo la oportunidad de explotarlo, porque ni siquiera había otros empresarios interesados en comprar el pliego. Claro que estaba el pequeño inconveniente de que la licitación prohibía poner allí un casino. ¿Cómo hacemos? ¿Sacamos el artículo 20 del pliego de licitación, o hacemos un nuevo acuerdo?

2004

Según indican los documentos del momento, e incluso las reseñas de lo discutido en el Concejo Deliberante, la Dirección de Recursos Turísticos estuvo de acuerdo casi inmediatamente, y hasta comenzó a preparar el proyecto de ordenanza. Cuando la nota llegó a la Secretaría Legal y Técnica, Roberto Oscar Pagni les dijo que él no podía evaluar todos estos argumentos de índole urbanística, por más que le dijeran que era un aporte para la ciudad y que iba a potenciar el sector de Las Toscas. Que él sólo podía verificar los alcances legales. Y que en lo legal, el pliego no se modificaría. Que si querían autorizarlo por vía de excepción, se haría una nueva ordenanza que debía pasar por el HCD. Y lo devolvió a Hacienda.

La cuestión llegó al Concejo con las firmas de Daniel Katz y de Gustavo Schroeder por la Secretaría Hacienda, en una nota que deslizaba la justificación de que las cosas habían cambiado mucho desde aquella licitación original, que la municipalidad tiene que apoyar a los empresarios, y que de última, si había más juego, la ciudad de todos modos se vería beneficiada, porque le tocaría una parte de la recaudación impositiva.

Las posiciones en el debate fueron variadas. Estaban quienes pensaban que la prensa hablaba de más porque se trataba de Aldrey, y que no era para tanto un pequeño traslado de 300 metros. Y también estaban quienes decían que no querían ni escuchar hablar de involucrar a particulares en el juego, por más oficial que fuera en apariencia.

La cuestión es que terminó siendo aprobado, y dio lugar a una ordenanza que lleva la fecha de 11 de noviembre de 2004. Con la firma de Carlos Mauricio Irigoin, el documento autoriza el traslado por vía de excepción, siempre y cuando el concesionario presente la ecuación económica financiera correspondiente, que sería evaluada y aprobada por disposición de la Dirección de Recursos Turísticos, para establecer la readecuación del canon vigente antes del inicio de la actividad. Si iban a ganar más, tendrían que pagar más.

2005

Ya en enero de 2005, la apoderada de Aldrey, Dolores Noya, vuelve a la carga, y  le dice al municipio que el traslado autorizado de la sala de juego, para que ellos recuperaran su salón Doreé, les costó un millón y medio, y que ese dinero no estaba previsto en los cálculos originales. Encima, ellos tenían previsto agregar unos ingresos por publicidad y por expensas, que no los ganaron ni los iban a ganar. Así que mucho más no iban a poder pagar. La tasa interna de retorno del proyecto original era del 12.05%, cuando la actual se estimaba en un 4.75%, es decir un ingreso “sensiblemente menor”. Para colmo de males, iban a perder los ingresos del arrendamiento de garaje, porque ocuparon la superficie con las nuevas obras. ¿No es tremendo? Gracias a esto, consiguieron que el nuevo canon se incrementara en un miserable 5%, aumento que ascendía a la bicoca de $5000.

Acto seguido, el Hermitage avisó que la explotación gastronómica, de espectáculos y de venta de cigarrillos en su nuevo emprendimiento de Paseo Las Toscas iba a quedar en manos de una empresa que se llama Boldt SA, que se haría cargo de todo a través de lo que se llama una cesión parcial. Tal cesión resulta también autorizada por el subsecretario de Gobierno de ese entonces, Sergio Paleo.

El contrato entre Boldt y Lotería y Casinos –El Instituto- dice en su artículo séptimo: “estarán a cargo de La Empresa los impuestos, gravámenes y tasas (…) Será a cargo del Instituto gestionar la habilitación municipal del Casino y Salas de Juego”. Parece que desde 2005 hasta ahora, las cosas no se regularizaron, porque la clausura se encuentra vigente al día de hoy.

El total del canon que se paga por todo el predio es el mismo al menos desde 2016, y asciende a $ 10.000 por año. Como se ve, la actualización es irrisoria, por lo cual se ha puesto en marcha un proceso para procurar el cobro a valores actualizados, lo que llevaría el monto a una suma varias veces millonaria. Habrá que ver quién le cobra ahora, o cuánto dinero en procesos judiciales le llevará a la comuna el intento. Mientras tanto, el mamotreto costero junta tierra, y acumula humedad en sus catacumbas. El negocio ya fue hecho.