El ataque sufrido por el subsecretario de Salud de la comuna Pablo de La Colina en el Centro de Salud 2 fue perpetrado con la misma metodología que fue atacada la Legislatura bonaerense. En el caso del ataque a De La Colina, el grupo de tareas que opera en Mar del Plata ya había protagonizado un intento de ataque a la gobernadora Vidal a las puertas del hotel 13 de Julio en ocasión de la Pastoral Social.
Esta metodología se repite desde los noventa en el país, y ha servido para establecer un doble rasero ante la violencia en nombre de la necesidad del pueblo, pueblo al que citan, pero no expresan. Cualquier dato eleccionario que se analice desde 1984 hasta hoy, muestra que estos grupos que una y otra vez eligen la violencia no son aquellos que la sociedad, el votante, el ciudadano, coloca en la banca y en los sillones ejecutivos del país, de las provincias y las comunas.
La conferencia de prensa del intendente Arroyo, en la que defendió como armado caballero a la secretaria de Educación y señaló que ir por su renuncia es antidemocrático -toda vez que él ha sido elegido por el cuarenta y ocho por ciento de los votos totales en Mar del Plata- marra el objetivo político de dar bríos a la gestión. La secretaria de Educación está en un marasmo del cual le será difícil salir. Todos los tilingos que esperaban que bajara la tensión sobre la misma como ariete para golpear al intendente, obvio es que se equivocaron. ¿Por qué? Porque la visita plagada de elogios fuera de todo sentido común que la Gobernadora le brindó al gárrulo galaico no podía modificar la cuestión de fondo que implica que el triunfo de Carlos Fernando Arroyo no fue la derrota de Gustavo Arnaldo Pulti, sino la de Florencio Aldrey Iglesias. Y fue una derrota notoria, apreciada por toda la comunidad, aún por aquellos que no votaron al actual intendente.
En este escenario, es preocupante el tironeo entre las partes que integran el Gobierno comunal, que no llegan a ser un todo, y eso se paga. Aldrey y su mafia buscaron poner una y otra vez a Agustín Cinto como el interventor de la Municipalidad. Afortunadamente, Cinto, cuyos modales incomodan a políticos con años de tránsito en el poder en la ciudad, fue lógico en sus respuestas, no dio a La Capital el título que buscaba y se apegó a su rol, el de coordinador de políticas y facilitador de acuerdos internos con Provincia y Nación sin mayor capital político. Fue afortunado: otro tono en sus respuestas habría facilitado título y copete para precipitar otra crisis, objetivo claro que la mafia de Aldrey, lisonjeado por la gobernadora Vidal, busca desesperadamente.
Es bastante pobre, idiota, creer que hay que mirar para adelante y gestionar sin citar en nada el pasado reciente. No se cambia nada con tibieza verbal y sin ser firme en la defensa de los objetivos republicanos. El ataque a la Gobernadora, el del secretario de Salud también, debieron ser el centro de la expresión del Gobierno comunal. Hay malicia en estos actos, y van a terminar en episodios de mayor violencia por el grado de impunidad en que estos grupos se mueven, aupados por la inobservancia que de esta violencia hace la Fiscalía General en la persona de Fabián Uriel Fernández Garello y la protección mediática que implica titular señalando que sólo se trata de indignación popular.