Contrariamente a lo que señalan los analistas de diversas naciones, que aseguran que está cayendo la confianza en la democracia, las movilizaciones en diversos países demuestran una voluntad del pueblo claramente a favor de la libertad, de la igualdad, y del fin del saqueo de las clases oligárquicas que cooptan la política.
En países devastados como Irak o el Líbano, en el marco de las condiciones extremas propias del medio oriente, la sociedad toma la calle, enfrenta a las autoridades, y exige gobiernos honestos y el fin de la corrupción. Hay un modo de dirigir los asuntos públicos que está en crisis, y el repudio es global.
Las elecciones de este domingo en Bielorrusia podrían significar un cambio de régimen tras veinticinco años de gobierno dictatorial por parte del nuevamente candidato presidencial en busca de la reelección, Aleksander Lukasenko. En un escenario en el que las mujeres adquieren peso propio, tres candidatas, Svetlana Tijanóvskaya, Maria Kolesnikova y Veronika Tsepkalo, se convirtieron en la pesadilla del último dictador europeo.
Tijanóvskaya es la candidata presidencial que puede inquietar, este domingo, y por primera vez en un cuarto de siglo, al presidente bielorruso. Su objetivo no es sólo ganar las elecciones, sino también liberar a su marido, Serguéi Tijanovski, que se encuentra en prisión por desobediencia a la autoridad, y por incitación a desórdenes masivos. En Bielorrusia la gente gano la calle. Los mítines de la oposición se han convertido en un estallido de libertad frente a Lukasenko. Se trata de un escenario sin precedentes en la ex república soviética que recuerda a lo ocurrido en Polonia a finales del siglo XX, y en la vecina Ucrania en los últimos veinte años.
En tanto, los medios occidentales muestran a Vladimir Putin como un dirigente inamovible. Sin embargo, los hechos en Rusia toman otro cariz. En estos días, se vivió un quinto fin de semana consecutivo de protestas en Jabárovsk, ciudad de 600.000 habitantes del extremo oriente ruso. Reclaman la libertad de su popular gobernador, Serguéi Furgal, detenido a principios de julio, acusado de la organización de una serie de homicidios hace ahora quince años. Los medios locales hablan de 100.000 manifestantes, cifra que el ayuntamiento reduce a 2.800 personas.
Los medios europeos citan las palabras de los manifestantes: “Las autoridades no tienen derecho de imponer sus órdenes ilegales a la gente. Por lo tanto, la gente siempre tiene razón. Y esto, esto lo está confirmando todo. Esto no hará más que aumentar y se extenderá por toda Rusia. Las autoridades sabrán lo que se les viene encima. Esto ya ha empezado. Necesitamos hechos, no sólo palabras vacías, se tiene que actuar. De entrada, debería haber un juicio justo en Jabárovsk, y debería haber al menos una respuesta del Kremlin”.
Se trata de la movilización más importante contra el gobierno ruso fuera de Moscú. Otras manifestaciones de apoyo a Serguéi Furgal han sido organizadas en diversas ciudades de Rusia. Tan lejos de allí, aquí en la Argentina, las mismas palabras anuncian la movilización del 17 de agosto, un reclamo que busca libertad, orden, trasparencia, y el fin de las oligarquías corruptas.