Se cumple medio siglo de este ataque que anticipó el devenir de la década 1970.
Quizás porque las palabras elegidas por Juan Domingo Perón en su discurso a horas de la toma del cuartel de Azul estaban impregnadas de conceptos demasiado elevados para el nivel de conocimiento y debate de la época, para una inmensa mayoría el mensaje no fue claro. Pero, los entendidos, advirtieron que se había terminado el tiempo de la clemencia. El presidente, en su discurso a la nación, señalaba que la fuerza que había actuado recibía órdenes de la IV Internaiconal y que estaba integrada por «psicópatas criminales». Fue un discurso preciso, en el adjudicó responsabilidades cruciales a Oscar Bidegain, quien era el gobernador de Buenos Aires e integrante de «la tendencia», como se referenciaba a Montoneros.
Lo más precisos fue cuando, reunido con los diputados en la Residencia de Olivos y ante las cámaras en transmisión directa a todo el país, señaló: «Ahora bien, si nosotros no tenemos en cuenta a la ley, en una semana se termina todo esto, porque formo una fuerza, lo voy a buscar a usted y lo mato, que es lo que hacen ellos (…) Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla, y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes (…) Si no hay ley, fuera de la ley también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente». Casi da para preguntarse: ¿qué parte no se entendió de lo que claramente ante todos afirmó?
En una carta a los oficiales, suboficiales, soldados conscriptos, e integrantes de las unidades de Azul, Perón expresó:
«Como Comandante en Jefe de las fuerzas Armadas y soldado experimentado luego de más de sesenta años de vida en la Institución quiero llegar directamente ante ustedes para expresarles mis felicitaciones por el heroico y leal comportamiento con que han afrontado el traicionero ataque de la noche del sábado 19 de enero de 1974. Los ejemplos dados por los Jefes y oficiales que han llegado hasta ofrendar sus vidas, tuvo la misma repercusión los suboficiales y soldados que —con su valentía y espíritu de lucha— repelieron la agresión con la colaboración de efectivos de la Armada y Fuerza Aérea.
Quiero asimismo hacerles presente que esta lucha en que estamos empeñados es larga y requiere en consecuencia, una estrategia sin tiempo. El objetivo perseguido por estos grupos minoritarios, es el pueblo argentino, y para ello llevan a cabo una agresión integral. Por ello, sepan ustedes que en esta lucha no están solos, sino que es todo el pueblo el que está empeñado en exterminar este mal y será el accionar de todos el que impedirá que ocurran mas agresiones y secuestros.
La estrategia integral que conducimos desde el Gobierno, nos lleva a actuar profundamente sobre las causas de la violencia y la subversión quedando la lucha contra los efectos, a cargo de toda la población, las fuerzas Policiales y de Seguridad, y si es necesario de las Fuerzas Armadas.
Teniendo en nuestras manos las grandes banderas o causas que hasta el 25 de mayo de 1973 pudieron esgrimir, la decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución de paz y el repudio unánime de la ciudadanía hará que el reducido número de psicópatas que van quedando, sea exterminado uno a uno para bien de la República.
Vaya mi palabra de consuelo para los familiares que perdieron a sus seres queridos, de aliento para los heridos y de esperanza para las familias del Coronel Crespo y Teniente Coronel Ibarzabal. Tengan la certeza que todo el poder del Estado está siendo empleado para lograr su liberación. Quiera Dios que el heroico desempeño de todos ustedes nos sirva de ejemplo».
Esta misma carta, fue leída por el hoy Ministro de Defensa Luis Petri en el cuartel de Azul. Cincuenta años para que un mensaje claro y contundente se cabalmente comprendido.