En la década de la convertibilidad, uno de los logros citados por el ex presidente Carlos Saúl Menem se dio cuando se inauguró una planta elaboradora de cerveza en la ciudad de Luján. El presidente en ese momento señaló que, con dicha inversión, Argentina buscaba insertarse en el mundo, y ponderó el aumento del consumo de cerveza como un dato de la integración globalizadora.
A nadie pareció importarle entonces lo que implicaba aseverar que el aumento del consumo de alcohol vía la ingesta de cerveza llevaría a la Argentina a este primer mundo imaginario, medido por niveles de consumo en términos generales.
No mucho después, la OMS publicaba su informe Situación Mundial de sobre Alcohol y Salud (Global status report on alcohol and health, 2014) incluyendo una serie de perfiles por país en lo que respecta al consumo de alcohol en los 194 Estados Miembros de la OMS, las repercusiones en la salud pública, y las respuestas de la política. Allí nacía la idea de una epidemia que, hasta el momento, no se registraba como tal.
Según otro informe publicado por la Organización Mundial de la Salud en 2012, se produjeron ese año 3,3 millones de defunciones en el mundo provocadas por el uso nocivo del alcohol. Este consumo no sólo puede causar dependencia, sino que también aumenta el riesgo de que las personas padezcan más de 200 enfermedades, entre ellas cirrosis hepática y diversos cánceres. Además, el consumo nocivo de alcohol puede relacionarse con la violencia y los traumatismos.
Cada habitante del mundo de 15 años o más de edad consume un promedio de 6,2 litros de alcohol puro cada año. Ahora bien, menos de la mitad de la población (el 38,3%) consume alcohol, lo cual significa que, las personas que sí beben, consumen un promedio de 17 litros de alcohol puro cada año.
En el informe también se señala que el porcentaje de fallecimientos entre la población masculina por causas relacionadas con el alcohol es más elevado que el correspondiente a las mujeres (un 7,6% de defunciones en el caso de los hombres y un 4% en el caso de las mujeres), aunque se ha demostrado que las mujeres pueden ser más vulnerables a algunas enfermedades relacionadas con el alcohol en comparación con los hombres. Además, los autores del informe señalan que el aumento constante del consumo de alcohol entre las mujeres es un fenómeno que suscita preocupación.
En Argentina nada se hace al respecto. A diferencia del tabaco y en tanto cada día se hacen más concesiones al consumo de cannabis, la publicidad relacionada con el consumo de alcohol es predominante en los medios, en particular en la televisión, y las campañas por las redes apuntan, en particular, a los más jóvenes. Urge cambiar el rumbo y plantear una política seria y cierta, tomando la ingesta desmedida de alcohol como lo que es: una vía de inicio a las adicciones.