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La vuelta de Donald Trump a la presidencia de la unión americana ya causa un terremoto político que conmociona al mundo. El mandatario estadounidense ha logrado que Google señale al Golfo de México como «Golfo de América».
Mientras la presidenta mexicana Sheinbaum amenaza a Google con una demanda civil, Europa tirita ente la fuerte retórica anti-woke del gobierno estadounidense, cacareando respuestas que es difícil saber si podrá sostener.
No es mejor la situación de Canadá, país que Trump insiste en señalar que sería más útil si se anexara como un estado de la unión. En ambas situaciones, el uso retórico del poder es imperial: no en vano, en un reciente video lanzado en X, aparece el ex presidente Theodore Roosvelt, quien fue el impulsor de la creación de una gran armada que recorrió el mundo, sentando la idea del poder de esta nación. La idea de unos Estados Unidos imperiales siempre ha estado presente en la cultura de dicho país. «America First» es más que un eslogan.
No todo es tan simple, y Trump ya acumula tropiezos: Volodomir Zelinsky no se va a entregar así como así. El acuerdo que llevó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, para que Ucrania pague con la concesión de tierras raras el aporte de Estados Unidos al esfuerzo de guerra de la nación eslava fue rechazado sin comentarios por Kiev.
Las advertencias de Trump a Hamas son otro tropiezo notable: la organización criminal mantiene su agenda y libera los rehenes en cuenta gotas. El mundo no es tan fácil y el remanido tema de las imposiciones fiscales para ingresar productos a Estados Unidos son en realidad una bomba de tiempo, sencillamente porque van a impactar en el costo de vida y a aumentar la inflación.
Absolutamente convencido que el poder de la nación permite imponer condiciones, Trump avanza hacia un encuentro con los rusos afirmando que van a poner fin a la guerra. Europa está sobre ascuas y por su parte anuncia su propia conferencia sobre Ucrania en París la semana próxima.
Nada será tan literal como suena: el mundo es un lugar intrincado y hay más actores que los que lucen a la vista. Rusia depende de China, que calla pero actúa en las sombras. No va a dejar tan fácil que todo lo que ha invertido para sostener a Putin se le escabulla entre los dedos en un abrir y cerrar de conferencias bipartitas a vista de todo el mundo.
En esta historia faltan capítulos por escribirse aún.