Y no es un film de la segunda guerra mundial, es lo que está pasando ahora mientras Macrón tiene que abandonar la cumbre europea en la que iba a exponer en relación a los temas que —en ese momento— se entendía que estaban en el centro de la atención política, absorbida hace ya un año por la criminal invasión de Rusia a Ucrania.
La muerte —provocada por el disparo de un agente policial— del joven Nahel de 17 años, quien no se detuvo en medio de un control, desató una furia colectiva que expone la profunda crisis en el tejido social del país galo, la cual se creía superada luego de los disturbios que se vivieron en el año 2005.
Los destrozos, son inmensos: París, Lyon y Nanterre —donde todo comenzó— están devastadas. Afectan medios públicos de transporte, los refugios de las paradas y vehículos tanto públicos como privados. Macrón debió movilizar al ejército ante la crítica situación, que ya ha superado a tanto a la policía como a la gendarmería.
Por detrás de estos hechos, está la crítica situación de toda Europa con su famélica tasa de natalidad, la cual no afecta a ninguno de los colectivos musulmanes que habitan el viejo continente. La prédica de Viktor Orban, el presidente de Hungría, quien se niega a aceptar cupos de inmigrantes bajo el criterio de que no le dará lugar a que se formen guetos de extracomunitarios, adquiere un peso singular en el debate que se da en este momento en toda la Unión Europea al respecto de la inmigración.
Nahel de 17 años no es el primer muerto a manos de la policía francesa en los controles vehiculares: esta está en el centro de la mira por el auge del uso de las armas de fuego para intentar detener a quienes pretenden saltarse los controles de tráfico. En 2022, un total de 13 personas fallecieron en controles con la policía. El número de vehículos que intenta evitar los controles ha ascendido en un 50% más en los últimos 10 años. Desde 2017, la policía está autorizada a emplear armas de fuego bajo la vigencia de la actual ley antiterrorista.
Lo que ocurre, con más de 1300 detenidos y 270 policías heridos, ya no es una manifestación de furia por la muerte de Nahel: la situación es caótica y nadie ve cuándo pueda a llegar a terminar. Marsella y Lyon han estado en el centro de estos eventos que incluyen vandalismo y ataques a los locales de las marcas más reconocidas. Ya nadie parece ser capaz de enfriar la situación: incluso Killian Embappe pidió calma, señalando que con estos actos, los franceses están destruyendo los propios barrios en donde ellos viven, pero nada parece ser suficiente.
Un dato que marca esta época: los jóvenes coordinan sus movimientos y acciones por medio de TikTok, y han subido más de mil quinientos videos a esta red, en lo que parece ser un desafío constante para ver quién vandaliza más, consigue más seguidores y más «me gusta». El impacto en el uso de las redes llevo al presidente Macron a señalar «las plataformas y las redes sociales juegan un papel considerable en los movimientos de los últimos días». El Jefe de Estado citó, por ejemplo, TikTok y Snapchat que han visto «la organización de mítines violentos». Dijo el mandatario: «A veces tenemos la impresión de que algunos viven en la calle con los videojuegos que los han intoxicado».