El gobierno nacional no tomó en cuenta la evolución internacional de los hechos ante la aparición de la pandemia del Covid-19. Tal como ha señalado este medio, al día 6 de febrero el ministro Gines González Garcia minimizaba el impacto en el país señalando que le preocupaba el dengue y, subsidiariamente, el sarampión.
Es una parte inexorable de la conducta humana evitar reconocer las propias responsabilidades y buscar un “otro” que sea el que cargue con las mismas. El gobierno buscó un culpable ideológico. Hizo punta el ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe Marcelo Saín quien calificó de “chetos” a los argentinos que estaban en el exterior.
Desde ahí, el discurso del poder fue que el virus era importado, y los que arribaban eran el vector. Y obvio que lo eran, pero el discurso que se presentó a la sociedad apunta a que ahora viajar es un crimen social y un crimen político. En la página de la cancillería argentina se lee: “En el marco de la pandemia de Covid-19, la Cancillería Argentina a cargo de Felipe Solá informa que ha creado y ya está implementando el Programa de Asistencia de Argentinos en el Exterior, con el objetivo de prestar asistencia a las ciudadanas y ciudadanos argentinos o residentes en el país que no pudieran ingresar al territorio nacional”. Señala, a modo de instructivo: “Este programa, sin precedentes en la historia de la Cancillería, se desarrolla a través de las representaciones argentinas en el exterior, hasta tanto nuestras y nuestros compatriotas puedan retornar a la Argentina. Las representaciones podrán adoptar las medidas que resulten convenientes a los fines de garantizar el hospedaje, la alimentación, la asistencia sanitaria y toda otra necesidad básica, según consta en la resolución de la Cancillería”.
Argentinos, marplatenses que han dado su testimonio en la FM 99.9 reflejan en sus testimonios un abandono brutal por parte de las autoridades argentinas. Enfermos de cáncer que deben penar para obtener una prescripción médica y pagar en euros o dólares con tarjeta afrontando el recargo del 30% por una imposición que se hizo efectiva por decreto pero que, ahora, el presidente dice no poder quitar porque “es complicado”.
Hace falta un esquema que no busque culpables y se enfoque en resolver los problemas de los ciudadanos. Argentinos que pagaron su pasaje 1.200 euros fueron bajados del avión por orden de la cancillería argentina. Nuestros compatriotas están a su suerte.
Lejos del enamoramiento que dicen reflejar las encuestas, dando al presidente un rapport del 86% a su favor, el teletón que dirigió en cámara su compañera Fabiola Yáñez obtuvo, en la suma de todos los canales abiertos de Capital Federal, un magro rating de 14 puntos y una magra recaudación de 84 millones de pesos. En Chile, la recaudación fue de 40 millones de dólares.
La conducta hacia los compatriotas en el exterior no es la adecuada en una republica en democracia. Sólo falta que, como a los judíos, les coloquen una estrella amarilla.