El mundo —o la parte del mundo que mira a la Argentina— se ríe del presidente Alberto Fernandez y su patética impostura de intentar brindar con tono presuntamente doctoral una cita ante el premier español, en la que ubicó a los mexicanos como descendientes de los indios, a los brasileños como venidos de la selva, y los argentinos como llegados de los barcos, identificando en ello un espíritu europeísta.
La cita mal citada es de una estrofa del tema “Llegamos de los barcos” del autor Litto Nebbia. Es lo de menos en esta presidencia que bordea a cada paso el ridículo, y sume a la Argentina en la pobreza y la miseria.
Por detrás de la frase y su impacto, hay un damero de mentiras a la cual más cruel y mendaz. Por caso, el anuncio de la fabricación local de la vacuna rusa Sputnik V, que fue volcado por el pintoresco Hugo Pizzi —médico cirujano con expertise en parasitología— en el canal TN.
La algarada fue tremenda. A poco de andar, se supo que la producción local estaría a cargo del laboratorio Richmond, cuyo propietario es Marcelo Figueiras, quien tiene amplias vinculaciones con el mundillo de la política kirchnerista. También fue un dato objetivo que no se iba a fabricar el excipiente en el país sino que, llegado del laboratorio Gamaleia, se fraccionaría y envasaría aquí.
Ante la propagación del concepto “envasado”, el esposo de María Laura Leguizamón —ex senadora por el PJ— se mostró dolido en su cuenta de Twitter, poniendo en boca de dos integrantes de su laboratorio la decepción de que los periodistas señalaran que se trataba de “un mero envasado” la tarea desarrollada en el país.
Las revelaciones cayeron por cuenta del medio especializado PharmaBiz, que en una nota extensa de la periodista Cristina Kroll revela que no sólo el excipiente es envasado meramente, sino que tampoco se hace en laboratorios Richmond.
Señala Kroll en su artículo sumamente datado: “El dato más relevante es que no se precisó qué volumen del activo llegará al país. Solo se mencionó el dato de la capacidad instalada del laboratorio nacional en el que se realizará el envasado. Esta cifra fue repetida incansablemente por el propio titular del laboratorio Richmond Marcelo Figueiras a todo el espectro de medios que estuvo a su alcance. Aunque lo que Figueiras omite referenciar es que el envasado se llevará a cabo en el laboratorio nacional MR Pharma, el mismo en el que se envasó el «lote piloto». Esto surge de un requisito técnico básico. Si Gamaleya le dio el OK al lote piloto elaborado en el laboratorio de la familia Martínez Ríos, el envasado del primer lote también debe cumplimentarse en la misma locación”.
Queda claro que estamos ante un conjunto de mentiras, a saber: no hay fabricación local, porque no hay transferencia de conocimiento. No hay avance científico, porque los participes son técnicos e ingenieros cuya tarea —por loable que sea— consiste en envasar con seguridad biotecnológica lo que llega de Rusia. Y debe quedar claro que, como reconoció Figueiras, fue a Moscú por que Daniel Gollan le dio el dato de abrir una ruta de negocios. Como mínimo, tráfico de influencias.
Tal como se señala en este medio, «en donde hay una necesidad arman un curro».