Los anuncios de la Presidencia de la Nación en relación a los jubilados marcan un cambio de escenario en Argentina, luego de treinta años de manoseo y uso de los fondos de los jubilados con fines diversos. El anuncio del presidente Mauricio Macri es relevante porque agota la muletilla del retorno a los noventa, augura un shock de consumo -al volcar en manos de los jubilados una masa estimada en cien mil millones de pesos- y sitúa a la ex presidente Cristina Elizabeth Fernández, con su decisión de vetar el 82% móvil, a la derecha de Cambiemos.
Las medidas anunciadas alcanza a unos 70.000 jubilados con sentencia firme, a quienes se les pagará lo que marca el fallo judicial, es decir, la mitad con la aceptación de la propuesta, y la otra mitad en 3 años, con pagos trimestrales, ajustables por el índice de movilidad; a jubilados con juicio iniciado, unos 300.000, a quienes también se les pagará el 50% al contado, y el resto en 3 años, ajustables. También a 1.800.000 jubilados que no hicieron juicio, pero tienen los mismos derechos que los que sí lo hicieron. El proceso de normalización demandará 2 años, por la cantidad de gente involucrada, e implicará, a valores actuales, unos $75.000 millones anuales en los próximos 5 años. La medida alcanzará a 2,2 millones de jubilados. También se anunció la Pensión Universal a la Vejez, con un 80% del haber mínimo -hoy sería de $3.967-, lo cual establece un piso de cobertura negado por tres lustros al sector.
Se escuchan a diario planteos teóricos sobre la magnitud e impacto de las medidas basándose en que los números actuales de la economía implican la inevitabilidad del ingreso de cuanto menos veinte mil millones de dólares, provenientes del blanqueo de capitales. Analistas privados elevan el umbral a sesenta mil millones de dólares, que, de llegar, darían una base de acción a la economía argentina que dejaría el ideal de un crecimiento del 3.5 del PBI para 2017 como un cálculo muy conservador.
En este escenario, la elección de medio término puede ser el canto del cisne para una oposición que basó toda su estrategia en una debilidad oficial que ha demostrado no ser tal a la hora de hacer política, habiendo asumido el riesgo de medidas muy impopulares, como es el actual estadío de ordenamiento tarifario. Queda un cuatrimestre complejísimo, de alto malhumor social, y tremendamente combustible, que requerirá de enorme muñeca política para transitarlo hacia aguas más tranquilas.