Los incendios en la amazonia son un alerta global. Emmanuel Macron, presidente de Francia, anunció que su país combatirá los incendios y llamó al mundo a converger en defensa del pulmón del planeta. Justificó su anuncio señalando que la Guyana Francesa es un área integrante de amazonia y que ello obliga a Francia doblemente.
Al mismo tiempo, el líder galo usó esta crisis ambiental para un fin político, señalando que no firmará el acuerdo Mercosur Unión Europea por que no están dispuestos a ser socios de una nación que desprecia el medio ambiente. El varapalo es para el presidente Jair Bolsonaro, aliado y alineado con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En tanto el mundo mira la amazonia brasileña, la selva arde en Bolivia. La naturaleza no sabe de fronteras geográficas escritas por los hombres. 700 mil hectáreas ya han ardido en ese país sin que el gobierno de Evo Morales haga algo para impedir el espanto. Lo que comenzó como diatriba política en contra del controversial gobierno de Brasil tornó en crítica al régimen de Morales con la furia e impresivilidad de los vientos.
El gobierno boliviano, alineado con Rusia, Iran y China, debió contratar un supertanker para combatir los incendios que ya cercan poblaciones andino amazónicas como San José en el partido de Santa Cruz de la Sierra. Se trata de una nave única en su tipo, de licencia estadounidense, un Boeing 747 modificado que permite dispersar 70 mil litros de agua en cada pasada. La emergencia estaba detectada desde enero y ni Brasil ni Bolivia actuaron para impedir esta tragedia ambiental de proporciones. En esta semana, el presidente Mauricio Macri anunció que Argentina está en condiciones de ayudar a amabas naciones y que sólo se requiere su solicitud para intervenir.
El interés de Europa en la amazonia es de larga data. 1.200 millones de euros por parte de Oslo y 68 de Berlín aportan al Fondo Amazonia, creado en 2008. Las donaciones están paralizadas este año después de que el gobierno brasileño disolviera unilateralmente los organismos que gestionan el fondo. Brasil mira con desconfianza a los organismos internacionales y ve la predica de las ONG ambientalistas como un avance para quitarle dominio sobre su territorio.
La cuestión soberana es central en el modo de ver la cuestión en el planalto (sede del gobierno). El general Eduardo Villas Boas, asesor de Bolsonaro, señaló que la postura de Macron es una amenaza militarista que Brasil no va tolerar. Así las cosas, es obvio que el mundo tiene que reflexionar duramente sobre los límites de la expansión urbana y los modos y formas de producir bienes y alimentos sin dañar el medio ambiente. Un desafío de hoy para las próximas generaciones.