Al inicio de la pandemia en 2020, un conjunto de decisiones tomadas en medio del pánico global impactaron de distinto modo en diferentes países y continentes. El uso del alcohol, por ejemplo, le sumó millones a las arcas de fabricantes y comerciantes. Lo mismo pasó con el equipo médico, guantes de látex, y barbijos.
La medida madre de la batalla fue el encierro como instrumento de protección de la vida. El lema de «estamos con la vida, y la elegimos ante la muerte», fue un antídoto poderoso que adormeció los predicamentos de la libertad individual. Ahora, estos están en revisión, y quienes plantearon sus criterios en oposición a estas medidas, hoy gritan su acierto.
Télam dialogó con el biólogo Emanuel Goldman, profesor de la Universidad de Rutgers (New Jersey, Estados Unidos) y con la viróloga argentina Sandra Cordo, quienes explicaron que existe “poca evidencia” de que el coronavirus se transmita a través de las superficies, por lo que los esfuerzos deberían estar puestos en el uso correcto de barbijos y la ventilación, aunque no desalentaron la limpieza y la higiene de manos. “Poco o nada. Solo dos o tres posibles casos en la literatura científica, pero ni siquiera estos están probados”, respondió Goldman, profesor de microbiología de la Facultad de Medicina de Rutgers, al ser consultado sobre la evidencia del contagio del coronavirus por fómites o transmisión por una “superficie infectada”.
Por su parte, un informe de BID señala el efecto nocivo de las cuarentas largas, como es el caso argentino. Específicamente, el paper cita: “el virus continuará propagándose por todo el mundo, resultará crucial gestionar las restricciones de movilidad de forma estratégica para poder controlar el contagio a corto y mediano plazo”. El estudio también señala: “adiferencia de las cuarentenas XL de Honduras, Argentina y Bolivia, los tres países que impusieron confinamientos masivos más largos los enfoques dinámicos, de responder adaptativamente a la evolución del virus, como hicieron varios países desarrollados, fueron más apropiados”. En América latina, dice “un enfoque más de adaptación podría haber resultado más eficaz para salvar vidas y reducir los costos económicos y sociales”.
A un año del inicio de la pandemia, cuando el mundo se disputa en terreno de normalidad el volumen de vacunas disponibles, queda claro que buena parte de lo expresado como a ciencia cierta era incorrecto, y que medidas de encierro masivo han sido frustrantes en extremo. El estudio del BID revela que los países latinoamericanos lideraron hasta mediados de noviembre de 2020 el ranking mundial en el número de casos de COVID-19. “Con apenas el 9% de la población mundial, la región representa el 21% de los casos confirmados y el 32% de las muertes a nivel global”, precisa el trabajo, basado en un “rastreador de respuesta gubernamental” y el “índice de rigurosidad” de los confinamientos elaborado por la Universidad de Oxford.
De aquellas verdades, a estos hechos.