La pequeña Greta Thunberg se convirtió en la figura central que trajo una vez más a la primera plana de los medios el debate sobre el cambio climático que se da en el mundo desde la década del ochenta del siglo pasado y tiene, hasta hoy, más declaraciones que políticas de cambio.
Los desafíos son enormes, pero están sistemáticamente bloqueados por los intereses en juego y falacias en el debate. El planeta ha cambiado durante diferentes eras sin que la actitud o acción de los humanos tuviera nada que ver.
Sorprendió que Thunberg fuera contra países como Argentina, que inciden módicamente en la cuestión. Por caso, nuestro país representa menos del 7% del total de impacto que la actividad humana provoca en el clima. Además, está al frente de un vigoroso programa de generación de energía renovable, siendo particularmente importante el caso de energía eólica y solar. El daño que el país pueda provocar al medio ambiente por las deposiciones del ganado vacuno, está demostrado, se compensa con la absorción de CO2 por parte de los extensos pastizales del país, y hay estudios del INTA Balcarce para disminuir aún más el impacto residual.
La cuestión central de las emanaciones contaminantes tiene a Estados Unidos, China, y a diferentes países europeos entre los principales actores. Sí, Europa no está fuera de esta responsabilidad. Polonia, por caso, genera el 80% de su energía mediante plantas que operan con carbón y anunció, durante la Cumbre del Clima, la apertura de una nueva mina de carbón para su auto abastecimiento.
En este sentido es fuerte la posición del presidente Jair Bolsonaro, quien proclamó alto y fuerte que la amazonia no es un bien planetario, sino propiedad soberana de su país, Brasil. La batalla con Europa en relación a estos temas es obvia. Thunberg, la niña que carga sobre sus hombros el peso de tremendo debate, denuncia a naciones periféricas y coloca a Francia en el mismo podio. El país está en medio de una batalla política entre los que ven la cuestión ambiental como un tema central, y los que minimizan estos aspectos por posturas claramente ideológicas.
Hay algo claro: el tema del medio ambiente es el desafío de estas generaciones que hoy se visibilizan en Thunberg y de los que, como ella, hacen de la cuestión ambiental el centro de su interés social y político. No es menos cierto que el avance científico permite ver y advertir situaciones como el fenómeno del calentamiento de aguas en el Atlántico frente a las costas de Uruguay y Argentina, recientemente descubierto.
La mancha caliente generó un alerta climático e interrogantes por las especies que han sido objetivo de la pesquería de ambos países por décadas. El interrogante es si es un fenómeno nuevo, o algo que las actuales técnicas e ingenios disponibles han permitido advertir. Un debate más en un contexto en el que sobran expresiones y faltan políticas de cambio.