Nada está definitivamente conquistado en el mundo. Cada generación debe librar sus propias batallas, buscar su territorio y establecer el listón por una sociedad mejor. Este momento de la sociedad argentina revela que la batalla por la identidad cultural en torno a valores como equidad distributiva, educación y transparencia política y económica son el tono de la hora.
Las urnas violentadas en Tucumán, los niños muertos de hambre en el Chaco, las citas de la presidenta Cristina Fernández sobre la tragedia de los refugiados sirios son un rompecabezas que en la vorágine mediática pueden llevar a confundir lo urgente con lo importante. Lo importante es volver a tener una agenda de país en la cual el destino económico del ciudadano sea el bien a custodiar.
En estos días, el Gobierno nacional aumentó las partidas en veintiseis mil seiscientos millones, de los cuales el AFSCA se agenció sesenta y nueve, con destino desconocido. El AFSCA recauda millones que los medios pagan mensualmente bajo control online vía AFIP, pero nadie sabe a qué se destinan, cuál es el objetivo real de esa concentración de dinero. Controlado por la facción soviética del FPV, liderada por Martín Sabatella, el organismo usa el sistema para acosar a medios independientes con nimiedades administrativas, presionando para obtener control editorial y de contenido de los medios que hoy le resultan esquivos.
Lydia Aroyo, de Amnistía internacional, en su más reciente informe sobre la libertad de expresión en Rusia, señala: “La situación actual en Rusia es la disminución de las voces críticas, la reducción del papel de la sociedad civil, y una generación de jóvenes privada de fe en su propia capacidad de generar un cambio en la sociedad. Y así seguirá mientras los medios de comunicación no empiecen de una vez por todas a informar sobre noticias reales”. Utilizar el presupuesto para un organismo creado durante la dictadura con el objeto de controlar la información en todo el territorio nacional, dotándolo progresiva y consistentemente de mayores recursos para dicha tarea, es una amenaza clara y concreta a la libertad y multiplicidad de opiniones, esenciales para garantizar la libertad.
Nada está definitivamente ganado aquí. La conquista del trazo fino de la libertad es un pendiente aún en la Argentina contemporánea.