Así parece estar la dirigencia argentina en responsabilidad de gobierno. El ex jefe de Gabinete y responsable de responder a todo, todos los días, durante el gobierno de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, no le hizo asco al verbo y declaró que a su criterio “Cristina está necia” (sic). Abundó en la idea al indicar que ni la permanencia de Amado Boudou en la Vicepresidencia de la Nación, ni el nombramiento de César Milani al frente de la Jefatura del Ejército pueden explicarse si no es por necedad.
Y es que hay un escenario que da para estas y otras expresiones. Desde NOAnomics, el economista Félix Piacentini señaló que uno de los grandes problemas fiscales tiene que ver con el aumento desmedido de los empleados públicos, especialmente en territorio bonaerense, aunque es un problema en todo el país. “En la Provincia de Buenos Aires, el empleo público se ha incrementado un 55% en los últimos 10 años. Las plantas se acercan a los 700.000 agentes en total. En esta década, donde el empleo público creció en todo el país, si se divide en dos durante la presidencia de Kirchner, el empleo privado crecía a doble ritmo que el empleo público. Pero en los últimos 5 años se dio a la inversa en 17 de las 24 provincias”, explicó Piacentini. Y resaltó que “en Buenos Aires, el empleo público creció a un 3% anual promedio y el empleo privado a 1,5%”. Una auténtica bomba de tiempo que no ha dado más y mejores servidores públicos por cierto.
Lo que ha ocurrido también en torno al precio del tomate es calamitoso en términos de conducción político-económica. El Gobierno anunció intempestivamente que importaría tomates de Brasil. Inmediatamente debió asumir que la decisión se relacionaba con que Alfredo Coto, dueño de Supermercados Coto, había dicho que la semana próxima podría haber un problema con el precio del tomate. Lo desmintieron desde las cámaras frutihortícolas de La Plata, Mar del Plata y los mercados centrales de cada zona. En el caso de Mar del Plata, Ricardo Velmirovich, integrante de la Asociación de Productores Frutihortícolas de General Pueyrredón, aseguró que “hay tomate para tirar” y que “es muy simple juntarse con los productores y preguntarles los valores reales para tener una noción de los precios. Si a mí me pagaran los $10,50 que puso el Gobierno como precio, estaría chocho. Hoy, un cajón está entre 35 y 40 pesos, un promedio de 2,50 el kilo. Hay una diferencia importante entre el productor y lo que se paga en los negocios. Lo que pasa que hay algunos lugares donde el kilo llega a los 16 pesos en Buenos Aires, y eso provocó que hablaran sin conocimiento”. Entonces: falta de coordinación, anuncios sin consistencia, desmentidas posteriores. Del tomate, y no aparece un equipo que dé respuestas de sentido común. Sólo eso se pide, sentido común, que algún día se fue quién sabe dónde y con quién.