Desafíos en una era de cambios

edi953
Las inundaciones en el Litoral han sido la nota destacada de un inicio de año complejo, en el que a la transición política se le suma la complejidad de los acontecimientos que, provocados por la naturaleza, parecen caer fuera de control. Estos eventos no son exclusivos de la Argentina: hay inundaciones sin precendentes en Inglaterra, como así también incendios devastadores en Australia, por citar dos eventos en simultáneo con el padecer de nuestros compatriotas del Litoral.
El ministro de Infraestructura de la provincia de Entre Ríos anunció que se trasladarán construcciones sobre la cota 500 de la ribera del río, para evitar que estas situaciones trágicas se repitan. Unas 500 familias de la ciudad de Concordia, que tienen en sus casas más de dos metros de agua, serán relocalizadas en zonas más altas. Este plan, que será financiado en un 66% por el Gobierno nacional, comenzará a concretarse después de que baje la creciente, que dejó como saldo más de 10.000 evacuados: es la tercera vez que áreas bajas de la ciudad deben ser desalojadas por el avance del río, que se traga cada vez que crece más de 500 metros de costa.
Las inundaciones endémicas provocaron que la fisonomía de la ciudad empiece a ser moldeada por el propio río Uruguay. Una ordenanza aprobada por la intendencia en 1989 disponía el traslado de las familias de la cota 14, algo que nunca se cumplió, mientras el río Uruguay, con sus recurrentes crecidas, diagramaba los nuevos contornos de la ciudad. Veinticinco años después, la emergencia por las inundaciones volvió a poner en agenda la idea. Ergo: no hay nada nuevo, sólo desidia y falta de planificación.
Es un hecho que la naturaleza se expresa en ondas de largo plazo que hoy la tecnología permite cuantificar. La derivación de fondos, como ha ocurrido con los recursos para obras en la cuenca deprimida del Salado, son recurrentes en la política argentina. A ciclos secos les siguen ciclos húmedos, y allí, la tecnología y la obra pública deben hacer la diferencia.
Hay treinta mil evacuados, sólo nacionales, pero en Formosa se debe atender tambien a unos siete mil paraguayos, lo que despierta otros debates. Millones en daños deben ser evaluados debidamente para evitar la repetición de estos escenarios, que amén de lo material, una y otra vez se llevan vidas humanas, cruel e innecesariamente.
Un plan de infraestructura acorde a estos desafíos es quizá uno de los aspectos más relevantes que deben atenderse en los años por venir. Una democracia real tiene que atender estos aspectos, que hacen a la calidad de vida de los ciudadanos. No es aceptable que nos reflejemos como tales cuando la desgracia se cierne sobre nuestras vidas. Trabajar para reducir o votar estos escenarios es el camino cierto y adecuado.