Como nunca en la historia del país, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Argentina enfrenta un cambio de paradigma económico y la apertura de un escenario positivo a presente y futuro.
El final de la Segunda Guerra Mundial marcó el final de los imperios europeos y el inicio de la bipolaridad de poder entre EEUU y la URSS en un mundo repartido en Yalta y Postdam. La reconstrucción de Europa Occidental se transformó en una prioridad para la potencia norteamericana y prohijó la recuperación del viejo continente, dando lugar a iniciativas como, por ejemplo, el Pacto del Hierro y el Carbón, que unió a Francia y a Alemania, dando origen a lo que más tarde sería la Unión Europea.
Fue de esa alianza original que nació la Política Agraria Común —PAC— que marcó el devenir de este tipo de políticas en Europa y EEUU, de las cuales fueron víctimas a la postre países como Australia o la propia Argentina. Más tarde, otro golpe a países como el nuestro, fue el impacto del embargo petrolero que resultó como consecuencia de los países árabes en la guerra del Yom Kippur.
En un contexto de guerra fría, con las naciones del continente envueltas en guerras propiciadas por el soviet y alentadas por el régimen cubano, nuestro país no logró hacer pie en políticas de cambio y condenó al país al atraso. Todo ese escenario, afortunadamente, ya quedó en el pasado.
Hoy, el mundo necesita desesperadamente energía y nuestro país está en el momento justo para enfrentar este desafío global. La inversión en Vaca Muerta ya rinde en producción el equivalente a toda la producción de Bolivia y va camino a suplantar a dicho país en la provisión de gas a Brasil.
Las extracciones en la formación se aceleraron en el último año y ya aporta más del doble que toda Bolivia con un promedio diario de 69,52 millones de metros cúbicos. El cambio de paradigma acelera y las inversiones se acumulan generando trabajo y oportunidades laborales y de negocios. Situada en la cuenca neuquina, fue originalmente descubierta en 1927, pero recién en 2011 fue confirmado su gran potencial. Ocupa una superficie de 36.000 km2, algo menor al territorio que ocupan Suiza o los Países Bajos. Sus recursos se estiman en 16 mil millones de barriles de petróleo y 308 billones de pies cúbicos de gas, lo que significa que, de ser explotados, se incrementarían las reservas probadas del país más de 8 veces y tendríamos asegurado nuestro consumo de gas y petróleo para los próximos 150 y 85 años respectivamente.
YPF tiene el 42% del área, Gas y Petróleo del Neuquén S.A. (empresa estatal de la provincia del Neuquén) el 12%, y el 46% restante se distribuye entre otras empresas que incluyen a ExxonMobil, Pan American Energy, Petronas, Pluspetrol, Shell, Tecpetrol y Wintershall, entre otras. La incorporación del grupo Malayo Petronas asociado con YPF hará saltar los números de manera exponencial.