En el Día Internacional de las Comunicaciones, los medios nucleados en ADEPA apuntaron sin demasiado rodeo a las redes sociales, subrayando que los medios main stream tienen “editor responsable”, en oposición al anonimato que las redes proponen e impulsan, acunando y proyectando a diario un sinnúmero de noticias falsas sin autor o fuente identificable en origen.
Pero, ¿es tan así? Días pasados y durante horas, medios como La Nación, Clarín, TN, Infobae, Perfil, por citar algunos ejemplos, publicaron la noticia de que en Chile, un grupo de agresores sexuales citados como “la manada” habían atacado a una joven argentina. Los “editores responsables” no estaban muy atentos, o estaban en Twitter disputando espacios de credibilidad con los lectores que los cuestionan, o copiándose el material y los temas unos a otros, porque resulta que la atacada no era argentina sino chilena, y no hubo un ataque de “la manada”, caso que tiene conmovido hasta los huesos a toda España.
En todo caso, el episodio se trató de una violación en grupo a una joven en Santiago de Chile, pero no de un accionar de “la manada”. Los “editores responsables” de los medios mencionados tardaron, además, más de un día en advertir y corregir que la atacada no era argentina, lo cual no reduce en nada el horror del acontecimiento. Cinco días luego de la aparición de la noticia, el cónsul argentino en Chile, Rodolfo Norton, confirmó finalmente que la joven atacada, aún en estado de shock, era de nacionalidad chilena. Ningún editor responsable publicó fe de erratas ni se disculpó con sus lectores por la falsedad divulgada.
Ni qué decir de la carnestolendas brutal de la semana que cerró, en la que los “editores responsables” jugaron a limar al Gobierno merced a la corrida del dólar sin informar debidamente y aportando las consabidas opiniones de la gente en la calle, que, huelga decir, reacciona epidérmicamente y a todas luces no está en condiciones de expresarse seriamente más allá de sus impresiones ligadas a emociones o reflejos de un pasado imborrable.
Los medios con “editor responsable” están a la defensiva. Protegen un mundo de verticalidad y exclusividad informativa que ya no existe, y se asoman al abismo frente a fenómenos que no controlan ni entienden. En lugar de intentar mejorar su propia performance en base a precisión y verosimilitud, se montan en una lógica denuncista que sólo los hará retroceder y aislarse cada vez más, lo que los acerca cada minutos a su extinción más completa y definitiva.