Abatidos in extremis por un triunfo en primera vuelta que no llegó a las expectativas previas, el universo del PJ, nucleado en la incómoda sociedad que une por espanto y no amor a Cristina Fernández y a Daniel Scioli, se ha lanzado a una apuesta del miedo que intenta cubrir con temor lo que no son capaces de brindar en oferta política.
A diario se lanzan campañas que hablan de la suspensión de los sorteos en el Plan Procrear, suspensión de servicios en el PAMI, o el caso más intenso en estas horas, que coloca en intención de la recientemente elegida gobernadora María Eugenia Vidal la discontinuidad del Programa Envión. En ninguno de los casos hay anuncios desde Cambiemos, sino que todo corre por la ambigüedad caprichosa de las redes sociales de cara al balotaje.
No es un buen método intentar controlar a la sociedad por el miedo, aunque no puede negarse que da resultado. Los cometarios en la red se replican una y otra vez, hasta tomar el sesgo de una verdad incontrastable, sin que el público de suyo pensante atine siquiera a advertir la oscuridad de la campaña tras la catarata de posteos inverificables.
El propio Scioli juega el juego, tironeado por los sectores que pugnan sobre él, y sus definiciones políticas dan a entender que puede haber cambios en el equipo de gobierno que ya anunció. Ya dijo que habrá tantos ministerios como gente o grupos deba contener, y hasta llegó a señalar que la reciente manda del juez Griesa, que incorpora a los “me too” al reclamo de los buitres, es la nefasta consecuencia de estimar que Macri ganaría en segunda vuelta.
Lo que está en juego es tanto, que según revela el diario La Nación, “uno de los puntales de esa estrategia es el secretario de Seguridad, Sergio Berni, quien convocó ayer al personal contratado del Ministerio de Seguridad para instruirlos a recorrer el conurbano y meterse de lleno en la campaña. Idéntica maniobra habría impulsado el secretario de Derechos Humanos, Juan Martín Fresneda. La convocatoria se extendió a unos 1.000 empleados que revistan como contratados (administrativos, profesionales y personal de Inteligencia), para que se dediquen en las próximas tres semanas a timbrear casas y distribuir boletas del Frente para la Victoria (FPV).
Berni, por su parte, niega haber dado esas órdenes, pero admitió que hay sintonía entre el personal a su cargo y el FPV. “No, de ninguna manera el Ministerio de Seguridad como organismo sale a hacer campaña casa por casa. Lo que sí, la gente nuestra es militante, yo soy militante y los fines de semana salimos a hacer campaña. Eso es la gente del equipo nuestro”.
Miedo, e intentar una burda copia del esquema del PRO, casa por casa, timbre por timbre. Los empleados públicos militantes se juegan el paraíso de su década ganada a todo o nada: están entre la espada y la pared, o entre el miedo y la necesidad de seguir aupados en la cartera del Estado.