Sucedió en un departamento de la torre Le Parc, en la zona más suntuosa de la ciudad de Buenos Aires, e impactó en toda la sociedad. Alberto Nisman había instalado una denuncia sin antecedentes en la Argentina: acusó al poder en su máxima expresión de pactar con una república extranjera una impunidad criminal que, de ser probada, llevaría al cargo de traición a la patria.
Los eventos sucedidos, los giros copernicanos de la presidenta Cristina Fernández y la torpeza de muchos de sus seguidores a la hora de expresarse sobre esta muerte han contribuido a que, como señalan ya tres encuestas recientes, más del 82% de la sociedad dice creer que el fiscal fue asesinado. Esas encuestas dieron en la línea de flotación de la teoría del suicidio y llevaron al segundo texto en Facebook de la Presidenta, adjudicado a la pluma conjunta de Verbitsky/Zaffaroni.
Hay interrogantes poderosos en torno a toda esta trama que desembocó en la muerte de Nisman. Y no son los que aparecen en la superficie. No es el interrogante de si la puerta estaba con llave, o con la llave colocada en su lugar sin ser girada a la posición de cierre; tampoco si el SAME no ingresó por orden del secretario de Seguridad Sergio Berni. Los verdaderos interrogantes son aquellos que devienen de lo no dicho por el fiscal sobre las amenazas que recibía y de qué naturaleza eran. Nisman señaló en público que había mantenido una conversación con su hija de 15 años, a quien le había asegurado que en días próximos escucharía hablar cosas tremendas de él y que no debía prestarles atención.
La periodista de Clarín Natasha Niebieskikwiat -quien mantenía relación frecuente con Nisman, al igual que otros periodistas y políticos- reseñó en el programa “El diario de Mariana”, conducido por Mariana Fabbiani, que Nisman era un excéntrico siempre muy pendiente de su aspecto personal -que, por caso, usaba lentes de contacto de varios colores- y que vedaba a toda su familia, particularmente a sus hijas, detalles de su vida privada. Curiosamente, nadie en el panel quiso abundar o pedir precisiones sobre estos tópicos que, a la luz de la intriga de su muerte, son esenciales. Niebieskikwiat dijo que Nisman “tenía terror de que sus hijas conocieran aspectos de su vida privada”, una afirmación que abre una puerta a nuevos interrogantes que aún no fueron formulados, hasta el momento protegidos por la discreción y el silencio sobre la vida íntima del desaparecido fiscal de la causa AMIA.
Las expresiones de los periodistas Christian Sanz, Gabriel levinas, Joe Goldman y Juan José Salinas no eran amables con el fiscal antes de fallecer; muy por el contrario. Una vez más la muerte santifica y unifica en la vida de los argentinos. Casos sobran. La verdad, todavía muy fría y muy lejana.