Se hace obvio que en la lectura histórica de este momento de la vida del país que la elección de 2019 que elevó a la fórmula Fernández-Fernández a la presidencia de la nación, era un imperativo. Era necesario que este hecho diera final a la zaga que comenzó en el golpe de 1943 pergeñado por el GOU, dejando como hijo histórico de aquellos hechos a Juan Domingo Perón.
La proclama del GOU es clara cuando alaba el esfuerzo de Alemania para liderar el continente. Corría 1943 y los ejércitos de Hitler lucían imbatibles. En cabeza de su manifiesto, expresaba el GOU: «Camaradas: La guerra ha demostrado palmariamente que las naciones no pueden ya, defenderse solas. De ahí el juego inseguro de las alianzas, que mitigan, pero no corrigen el grave mal. La era de la Nación va siendo substituida paulatinamente por la era del Continente. Ayer los feudos se unieron para formar la nación. Hoy, las naciones se unen para formar el Continente. Esa es la finalidad de esta guerra. Alemania realiza un esfuerzo titánico para unificar el continente europeo».
El esfuerzo al que alude es una guerra de aniquilación y sometimiento total. En ese contexto, los coroneles del GOU se veían unidos al fenómeno Nazi en la idea de parar el avance del comunismo en Argentina y en las Américas.
Han transcurrido 78 años, y el mundo es otro. No obstante, la matriz unicista que engendró el GOU y Perón —redactor de esta proclama golpista— está presente en el actual gobierno. La fiesta de cumpleaños de Fabiola Yañez es un claro ejemplo de autoritarismo. Idea de poder absoluto que, en tanto prohíbe, se atribuye todos los derechos en nombre de un bien superior.
La idea del poder redentor que venía a curar los males de la nación para sumergir al país en la lucha por el continentalismo fue ampliamente avalada por la sociedad. Incluye al Partido Radical, que aborrecía al conservadurismo del fraude patriótico. Hoy, esas visiones de la sociedad corporativa de raíz nacionalsocialista se enfrentan por primera vez con un país que ha creado su propia masa crítica republicana.
No es casual que en una reciente muestra se señale que el 60% de los argentinos piden juicio político para Alberto Fernández, ni que uno de cada cinco dejará de votar al actual oficialismo. Hay otra sociedad, y la conducta anti republicana personalista del presidente y su vice choca cada día más con la conciencia del colectivo popular.
Entre los responsables de campaña hay inquietud en cómo llegarle a los votantes, especialmente los jóvenes. Tiempo perdido. Los caminos de esta elección corren sobre bases independientes, y cierran un ciclo largo en términos de la vida humana, aunque breve en tiempos históricos. 2021 no es una elección de medio término, es un cambio de era.