Europa y la cuestión del Islam

Suele hablarse del Islam secular para diferenciarlo del Islam radical, aunque estos son meros matices de una religión que ubica la mujer como un objeto a merced del hombre, cuya única función es servirlo y satisfacerlo.

La idea de un «Islam secular», es absurda y sólo la estulticia de la izquierda europea —que resignificó sus objetivos luego de la caída del imperio soviético— ha permitido llegar a este estadío crucial para la historia de occidente.

En su magnificente visita a Inglaterra, el presidente Donald Trump vetó la presencia del alcalde de Londres, Saquid Khan, al homenaje que se le brindaba en el palacio de Windsor. Trump ya había criticado a Kahan, primer alcalde musulmán de Londres. El líder laborista y premier inglés Kheit Starmer fingió demencia temporal ante la brutal sinceridad política del mandamás estadounidense, con el cual firmó acuerdos comerciales de alto valor económico.

Saquid Khan no es una víctima de nada: milita la causa Palestina condenando a Israel y hablando de «genocidio», repitiendo la falsa letanía de Hamas. Es así mismo —o se define como— amigo del candidato demócrata a la alcaidía de New York, el también musulmán Zorahan Mandami.

Pero lo que no puede dejar de advertirse —amen de las espantosas formas del presidente de Estados Unidos— es el drama en ciernes que involucra a Europa sometida a la presión islamita que ya saborea el cambio poblacional como un hecho y no una hipótesis: Francisco Santos, embajador de Colombia en Washington en el período 2018 a 2021 y vicepresidente de Colombia entre 2002 y 2010 señala en su columna en INFOBAE: «Hace poco más de 500 años Isabel la Católica, la mujer más importante de la historia occidental, envió tropas a Italia para frenar la invasión del imperio otomano, que pretendía tomarse Europa. Fue la única líder del continente, otros reyes y monarcas no lo hicieron, que se la jugó toda para defender al cristianismo, base fundamental de nuestra civilización. Se salvan los países de la península ibérica, donde la migración procede de América Latina, lo que no presenta un choque cultural, religioso o de civilización, menos Cataluña, cuya política de exclusión a todo lo que huela a España y al idioma español los ha llevado a fomentar la migración árabe islámica, y hoy es un epicentro del islamismo más radical del continente. El crecimiento de los partidos de extrema derecha está íntimamente ligado a este fenómeno, pues son los únicos que han hablado con toda claridad del tema. Lo cierto es que si los partidos de centro no dejan de lado su actitud pusilánime frente a la defensa de los valores occidentales solo veremos a esta derecha crecer y crecer hasta tomarse el poder en toda la región. Ojalá lo entiendan».

Las señales están a la vista. El que quiera oír, que oiga.