Al momento de desarrollar estas líneas, Ezequiel Guazzorra continúa prófugo. Una comisión policial lo espera para detenerlo en su lugar de votación, pero no concurrió.
Es obvio que fue alertado y —tal como suele citar la crónica— desapareció de los lugares a los que solía concurrir. La saga de violencia de este sujeto que se presentaba como periodista de medios alternativos creció al amparo de su relación con Cristina Elisabeth Fernández en la mesa tendida a la locura que brindó la pelea con Clarín.
Construyó una idea de impunidad cuestionando e insultando a periodistas y comunicadores críticos con el gobierno K y fue sumando seguidores a los que les gustaba la violencia que desplegaba en su forma de ser. La cuestión de la violencia sexual en el kirchnerismo, y en particular, su enraizamiento en La Cámpora, no es algo nuevo.
En 2018, en pleno éxtasis de poder, La Cámpora se vio envuelta en un escándalo sexual que, luego de ser expuesto públicamente, provocó el apartamiento de cargos públicos de cuatro de sus integrantes. El caso más notorio es el de Jorge Romero, que fue el responsable político de esta agrupación en la provincia de Buenos Aires y desde 2015 ocupó un cargo de senador provincial. Romero fue denunciado de acoso por una militante a través de una carta pública que posteó en Facebook. El senador, ahora desplazado de su posición en La Cámpora, admitió el hecho. Nicolás Roó, dirigente del capítulo pampeano de la agrupación, también fue denunciado por una joven de 18 años por supuestos hechos de abuso sexual. Julián Eyzaguirre aparece mencionado en una denuncia que hizo pública a través de redes sociales una ex militante de La Cámpora que fue su novia y que, además, hilvana críticas al procedimiento político de la organización a la que perteneció.
En 2021, otro hecho de violencia quedo expuesto: ocurrió durante la jura de la concejal Julieta Martinez Molto, de La Cámpora, quien ingresó al cuerpo por la renuncia de Sofía Vanelli, quien pasó a integrar la Cámara de Senadores de la Legislatura bonaerense. Para sorpresa de los presentes, una mujer gritó desde las gradas: «jurá por todas las chicas que le entregaste a Matías». Casi termina a las piñas entre los grupos presentes.
Se refería a la causa de Gustavo Matías, quien hasta hace unos años era el referente de la agrupación de Máximo Kirchner en Vicente López. En el 2018 el dirigente fuedenunciado por una militante de su espacio por abuso sexual, en un episodio donde también se relata la presencia de drogas y de armas.
Esta agrupación a la que, en 2011, Eduardo Eurnekián consideraba la organización de jóvenes que tomaría el relevo de la dirigencia política del país, está atravesada por una idea de poder caudillezco alejado de todo concepto de valores y respeto. El prófugo Guazzora, si bien no pertenece estructuralmente a La Cámpora, es el más crudo ejemplo de esta idea de poder.