“No puedo respirar”, ese es el grito de los cientos de miles que han destrozado Minneapolis y cuya furia en contra de las fuerzas policiales se ha desplazado a lo largo y ancho de la unión americana por la muerte de un ciudadano afroamericano a manos de un policía. Esto ocurre, además, en el contexto de la pandemia, con millones de desplazados de sus puestos de trabajo y penando para recibir lo mínimo para subsistir.
Así como la primavera árabe inició con la actitud desesperada de Mohamed Bouazizi, quien buscó quitarse la vida a lo bonzo ante la presión de la policía de Túnez que, luego de presionarlo para que pagara una coima —a lo que se negó—, hicieron un uso desmedido de la fuerza para quitarle su triste carro y sus pocas frutas con las cuales este ingeniero informático buscaba sólo sobrevivir.
El reclamo de los jóvenes de la localidad tunecina de Sidi Bouzid en repudio al ataque policial y en repudio a la desesperación que lo llevó a rociarse con querosen y encender su cuerpo, llevó a la caída del régimen. Este hecho fue el disparador de la primavera árabe, un movimiento que llegó a extremos como las guerras civiles que aún enlutan día a día a Libia y Siria.
En la tierra de los bravos y los libres, la muerte de George Floyd desató una rebelión que ha provocado escenas propias del conurbano argentino. La toma del precinto de Minneapolis, en donde prestaban servicio los policías responsables de la muerte por sofocación de Floyd, es algo que no se vio en los setenta cuando se dieron los grandes choques urbanos por las leyes de integración racial y el repudio a la guerra de Vietnam.
El mundo es un cerillo a punto de arder. Los grupos menos favorecidos y los países con economías débiles están a un tris del estallido social. Los anuncios de ayudas no suelen estar a la altura de las necesidades, en particular cuando se cierran actividades económicas de modo total.
Como telón de fondo, el mundo sigue disputando espacios de poder y el set de la hora es el enfrentamiento entre Estados Unidos y china. Beijing avanza con un estatuto restrictivo de la libertad en Hong Kong, lo que ya lanzó nuevamente la gente a las calles. En paralelo, Donald Trump retiró el apoyo a la OMS. La cuestionada agencia de salud global es acusada por el presidente de Estados Unidos de ser gestionada por China. No menor es la determinación de la justicia de Canadá de extraditar a Estados Unidos a Meg Whanzou, alto directiva de Huawei, acusada de violar la prohibición de proveer equipamiento a Irán. La empresa también está acusada de utilizar su tecnología 5G para espiar en la unión americana. No hay pandemia que detenga el curso de la puja de poder que hace a la naturaleza humana.