La saga iniciada con los bolsos llenos de dólares de José López estaba en un intríngulis debido al silencio del propio López y la monja Cecilia Inés Aparicio, quien es indudablemente figura central en el conocimiento del trasiego de equipaje cargado de dinero obtenido corruptamente. Todo estaba encapsulado hasta que los cuadernos del exsuboficial del Ejército argentino Oscar Centeno, en manos del periodista del diario La Nación Diego Cabot, se convirtieron en el instrumento indiciario que ha provocado el terremoto que atraviesa y sacude a la sociedad argentina dejando a nadie indiferente.
Las confesiones por más de siete horas de José López ante el fiscal Stornelli despejarán dudas, abrirán nuevas instancias de investigación y habrá más porque aun no se le concedió la condición de testigo arrepentido, con lo que sus declaraciones continuarán el próximo martes.
Otra variable que aún no llegó al expediente es la que involucra a medios y periodistas que fueron parte de la década ganada, cuando nada fue magia, y ahora comienzan a mostrarse los hilos, los títeres y sus titiriteros. Y no son sólo los periodistas: consultores como los ex integrantes de Poliarquía, Sergio Berenstein y Fabián Perechodnik -hoy al servicio de la gobernadora María Eugenia Vidal- están en la mira. Por ahora son cabildeos, algo que circula entre los pasillos de Comodoro Py y los medios, pero el aire está muy espeso. En los pendrives del secretario del senador Juan Manuel Abal Medina, hay información que es crucial en la cadena de pagos que Martín Larraburu distribuía “prolijamente”, en sus propias palabras, como un mero “pasamanos”.
La situación generada a partir de la investigación que llevan a cabo el juez Claudio Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli desarma la intención fogoneada principalmente por el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, y la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, sobre sectores del peronismo que denominan “racionales”. Eran frecuentes las reuniones en la casa de la provincia de Buenos Aires en Capital Federal entre Abal Medina y Federico Salvai, algo que siempre Mauricio Macri resintió internamente.
No obstante, hay otras rutas del dinero: falta la que manejaba el exsecretario de Medios Alfredo Scoccimarro por medio de ARLIA, que distribuía plata a cientos de medios en el interior para hacer el corifeo de la Ley de Medios y dar la batalla contra la corpo. Es este un batallón militante paupérrimo, que insuflado de aires de ariete mediático no pudo perforar ni la primera capa del blindaje de los medios bajo ataque del poder político de los Kirchner.
Las revelaciones de Martín Larraburu también exponen en el trasiego de dinero corrupto a La Cámpora, y ubica así los nombres de tres figuras centrales: Máximo Kirchner, José Ottavis y Andrés Larroque. En esta rama troncal de la corrupción, resta conocer los detalles de otra figurita principal en este rompecabezas del dinero espurio: la del programa Fútbol para Todos, una caja infinita de dinero que manejaba directamente La Cámpora y que aún no aparece en el expediente. Las 70 llamadas de 500 recibidas en el Ministerio de Seguridad que la ministra Patricia Bullrich sostiene existieron, hay información relevante, y pueden conducir directamente a estos andurriales por los que se han robado la plata de los argentinos.