A diario, lo peor que ocurre en la sociedad argentina toma el centro de la escena. Crímenes, narco desaforados que toman barrios y se atreven a atentar contra gobernadores, barras que al estilo “Mad Max” toman las calles y arrasan todo con furia insensata… Y más. A diario, los argentinos de a pie ven que la pena de muerte, prohibida constitucionalmente, es aplicada a diario por criminales, vecinos fuera de quicio, o en los denominados por la fuerzas de seguridad y adocenados medios de comunicación “ajustes de cuentas”.
En una columna publicada recientemente en el diario La Nación, el ex diputado nacional Fernando Iglesias señalaba: “Basta mirar las partes del mapa electoral argentino en que estos modos de producción predominan para verificar que el Partido Populista nunca ha logrado allí la hegemonía, y que en casi todos gobiernan representantes de partidos de la oposición. En cambio, el populismo sigue siendo “exitoso” en los distritos donde subsisten los despojos de los fracasos del pasado nacional: 1) las provincias del Norte, que a fines del siglo XIX se configuraron como periferias de la economía agraria y en las que proliferan las formas monárquico-feudales de organización político-social; 2) las provincias del Sur y la Cordillera, en las que predomina el modelo extractivo de los cazadores-recolectores encarnado hoy por la producción petrolera y minera, y en las que rigen los jefes tribales, la caja y el clientelismo; 3) el conurbano de las grandes ciudades, donde el industrialismo de mano de obra intensiva perdió el rol progresista que desempeñara durante el siglo XX dejando millones de argentinos sometidos a salarios miserables, trabajo en negro y contaminación ambiental, y a la violencia asociada a la batalla por el territorio entre las patotas, los aparatos políticos y las policías bravas”.
Si hay un desafío está allí: tendremos que cambiar la lógica cultural que da espacio, pábulo y desarrollo a estas formas de poder.
Pero esta misma Argentina que desespera, también tiene luces que abren la esperanza a diario sin tanta presencia mediática. Un tratamiento alternativo para las personas que viven con VIH, que consta sólo de dos drogas en lugar de tres como se utiliza actualmente, lo que abarata los costos y reduce la toxicidad, fue presentado por el infectólogo argentino Pedro Cahn en un congreso en Bélgica.
La investigación, que se denominó GARDEL, se llevó adelante con 535 pacientes de 27 centros de Argentina, España, Estados Unidos, Chile, México y Perú, y determinó que la combinación de las drogas Lopinavir/Ritonavir (LPV/r) y Lamivudina (3TC) diera resultados “no inferiores a la terapia con tres drogas”.
“Con el VIH nos encontramos en este momento en una etapa en la que hemos logrado conseguir que el virus no se replique y disminuir la carga viral con las terapias triples. Entonces los investigadores estamos en una ‘sintonía fina’, es decir, estamos viendo cómo hacer para que estos tratamientos sean mejores”, aseguró en declaraciones a Télam Cahn, director de la Fundación Huésped, que estuvo al frente de la investigación.
El especialista, jefe de Infectología del Hospital Fernández, comentó que “esa fue entonces la motivación de esta investigación, a la que le pusimos GARDEL, que es un acrónimo donde cada letra es de una palabra que explica la estrategia del estudio, pero que además va a permitir que se reconozca que es de origen argentino”.
Una vez conseguidos los fondos, la Fundación Huésped se puso al frente del estudio que comparó la respuesta en dos grupos de pacientes vírgenes de tratamiento: una rama tomó la combinación de terapia triple estándar y la otra, la combinación Lopinavir/Ritonavir (LPV/r) y Lamivudina (3TC).
“El 88,3% de los pacientes tratados con la nueva estrategia logró llevar su carga viral a niveles indetectables, contra el 83,7% con la terapia tradicional, demostrándose así la no-inferioridad, en tanto, la recuperación de las células CD4 del sistema inmunológico fue similar entre las dos ramas”, detalló el especialista.
Y añadió: “Esta alternativa de tratamiento presenta numerosas ventajas. Por un lado, reduce los costos, lo que puede implicar sumas importantes en la salud pública; pero fundamentalmente lo que se logra es reducir la toxicidad del tratamiento actual por dos motivos: son menos drogas y las que se utilizan son más seguras, es decir, tienen menos efectos secundarios que las que se dejaron fuera”.
El infectólogo aseguró que “la satisfacción por los resultados es doble. Por un lado por hacer una contribución, porque esto ofrece una alternativa al tratamiento; y por el otro, por el hecho de haber podido diseñar y coordinar un estudio multicéntrico internacional donde participaron pacientes de Europa, Estados Unidos y América latina”.
El GARDEL fue presentado en el 14º Congreso Europeo de SIDA, realizado en Bruselas, Bélgica, desde el 16 y hasta el 19 de octubre. Cahn concluyó: “Esta es la primera investigación que se presenta en este sentido, con lo cual faltará recorrer un largo camino que incluirá la realización de otras pruebas, para que esto se establezca como ‘el tratamiento recomendado’ si es que pasa; por el momento, lo que sí podemos afirmar es que se trata de una alternativa segura”. Un espacio de luz en un universo de sombras.