Nunca lo imaginó. ¿Cómo imaginar que su breve vida sería la ofrenda del destino para provocar la más larga resistencia a la autoridad del régimen de los Mullah?
Un régimen oprobioso y perverso, que tomó el poder en el contexto de las guerras por el petróleo apoyado por Francia, que eliminó así la influencia de Estados Unidos haciendo caer el régimen del Sha de Persia.
Han pasado 45 años, y los jóvenes de hoy ya no se vinculan con el espíritu de aquella época. La criminalidad del régimen sobre sus propios ciudadanos aumenta la crisis. A un año del asesinato de Mahsa Amini, se ve una oleada de cambios que ni los quinientos asesinados en las protestas, ni los ocho hombres jóvenes ejecutados públicamente por el régimen ha logrado apagar, signados por protestas y una furia irrefrenable contra los opresores.
En diversos medios hoy se hace una detallada crónica de esos cambios: la sociedad se movilizó durante toda la jornada del día 16 de septiembre y enfrentó a las fuerzas del régimen en las calles, en especial en el Kurdistán iraní. Iranwire, un medio de origen iraní que opera desde el exilio,recoge informaciones que apuntan a que «las fuerzas de seguridad podrían haber abierto fuego en las protestas y causado varios heridos el sábado por la noche, en Kermanshah, también en el oeste de Irán, y en el distrito de Bari Shilanan de la ciudad kurda de Mahabad, donde al menos una persona resultó herida».
Por otro lado, publica la BBC: «un diplomático occidental en Teherán calcula que, en todo el país, un promedio de alrededor del 20% de las mujeres ahora infringen las leyes de la República Islámica saliendo a la calle sin el velo. “Las cosas han cambiado mucho desde el año pasado”, me dice una estudiante de música de 20 años en Teherán, a la que llamaremos Donya, a través de una red social encriptado». Ella es una de las muchas mujeres que ahora se niegan a llevar el velo en público. “Todavía no puedo creer las cosas que ahora tengo el valor de hacer. Nos hemos vuelto mucho más audaces y valientes. Aunque me muero de miedo cada vez que paso por enfrente de la policía de la moral, mantengo la cabeza en alto y hago como si no los hubiera visto”, dice. “Ahora me pongo lo que me gusta cuando salgo”. Pero añade rápidamente que es mucho lo que está en juego, y que no es imprudente. “No me pondría pantalones cortos. Y siempre llevo un pañuelo en el bolso por si la cosa se pone seria”».
Cabe decir que, en el caso de las iraníes, hay un escenario que ha sido cuando menos contradictorio en el modo de gobernar el país comparado con otras naciones islámicas: las mujeres reciben educación y son mayoría en las universidades. Pero, a la hora de las costumbres, el poder se ensaña con ellas como en Afganistán, Arabia Saudí, o los emiratos del golfo.