En estas horas turbulentas agitadas por un escenario político complejo —dado por ser un año electoral—, y ante la presentación de Roberto Lavagna como la opción racional del conjunto de las tribus peronistas, es sensato dar voz al ex ministro de economía Domingo Cavallo, ligado inexorablemente a la gran frustración argentina que fue el fracaso del programa de convertibilidad que dio el ultimo escenario de estabilidad monetaria a nuestro país.
En su blog personal, el ex ministro de economía se expresa sobre la actualidad económica y política de Argentina. Señaló: “Si Duhalde fuera realmente consciente de los errores que cometió, debería haber mencionado que desde 1997 en adelante, cuando competía con Menem por la candidatura presidencial del Peronismo, porque Menem insistía con la re-re-elección, endeudó a la provincia de manera alevosa, no sólo emitiendo deuda que colocaba en los mercados, sino, sobre todo, tomando prestado miles de millones de pesos del Banco de la Provincia de Buenos Aires y de muchos otros bancos, a los que le otorgó garantía de los recursos de la coparticipación federal de impuestos”.
La cita de Cavallo surgió de una amable entrevista que Mariano Obarrio llevó adelante con el ex presidente de cuasi facto, con el claro objetivo de dar espacio a la operación de instalación de la candidatura de Lavagna. Es un dato de la realidad que el default que dispuso en su brevísima presidencia Adolfo Rodríguez Saa —y que celebró por todo lo alto el Congreso Argentino casi sin distinción de banderías—, fue aupado por la postura del Tesoro de Estados Unidos que buscaba dar una lección a los inversores internacionales, rompiendo la dinámica de rescates a cargo de la Unión que habían comenzado con el soporte a México en el episodio conocido como “efecto tequila”.
Roberto Lavagna no fue un extraordinario Ministro de Economía. Fue un actor más de un momento político en el que se dio la mayor interacción con el FMI de un gobierno peronista en décadas, todo al tiempo que se dejaba de pagar la deuda externa contraída libremente por políticos y empresarios del país. Cavallo sostiene que el predicamento que impulsa el peronismo con Lavagna en modo caballo de Troya es repetir el modelo que ya aplicaron en 2002: “argumentarán que de esa forma reeditarán los superávits gemelos del 2002 al 2005, a los que siempre presentan como un gran mérito, siendo que se lograron en base a un fortísimo deterioro de los salarios y las jubilaciones y dejando de pagar intereses sobre la deuda, que significaron y aún hoy significan, una costosa pérdida del crédito público y de la confianza en las leyes de la Argentina”.
No obstante, hay que señalar, que en la caída del programa de convertibilidad jugaron muy fuerte factores políticos concurrentes: por un lado la economista Anne Krueger —número dos del FMI en esos años—, y por el otro la traición política de Carlos “Chacho” Álvarez, quien renunció a la vicepresidencia de la nación a cuento de la falsa denuncia del pago a senadores para votar una inocua reforma a la ley de contrato de trabajo.
Nada fue casual y los salvadores de hoy se apoyan en pergaminos falsos que la media metropolitana afecta ignorar o no recordar, convenientemente.