El poder de coacción de los gremios docentes, cocinado al amparo de la incapacidad política de los pasados años, ha llegado a su fin. El presidente Mauricio Macri decidió que el tour de force de este año por el salario docente era el límite que debía imponerse para habilitar el cambio que la sociedad reclama.
Hay datos que hablan por sí solos de la naturaleza de lo que está en juego. Señala Ámbito.com: “La escalada de paros docentes y la crisis general de la educación pública generaron en el último mes un aumento exponencial de las consultas por vacantes en las escuelas parroquiales, confesionales o congregacionales de la provincia de Buenos Aires, gratuitas o con cuotas que van de los $300 y hasta $2.000 mensuales. Una semana antes del inicio formal de las clases, cuando los gremios ya anticipaban su negativa a garantizar la asistencia a las aulas, estos establecimientos que se convierten en una opción para las familias de sectores más humildes comenzaron a recibir cerca de diez requerimientos diarios”. No es un medio afecto al gobierno o integrante de “la cadena del miedo” como gustaba de decir Cristina Elizabet Fernández.
Datos concretos sobre lo que está en juego aporta la columna de Jorge Lanata en Clarín: “En las escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires hay un 17% de ausentismo (en las empresas privadas oscila entre un 2 a 3% y en los colegios privados llega al 5%). Es habitual que el mismo maestro que se enferma para lo público, se encuentre saludable para lo privado: la actitud es cínica y por cierto bastante cobarde: su ideología llega hasta donde lo dejan. Ese diecisiete por ciento está compuesto por: enfermedades cortas (28%), largas (49%), ART (enfermedades profesionales, como afonía 23% -los locutores, que hablan durante seis horas corridas en la radio durante todos los días, no tienen esos problemas en la garganta- y el 40% son razones particulares: 40% por exámenes (¿quién estaría en contra de que se preparen?) Es una lástima que tanto conocimiento no llegue al aula, donde los parámetros son cada vez peores), 14% por maternidad, y el resto por diversas razones”.
Las ausencias representaron en 2016 la apabullante cifra de diez millones quinientas mil jornadas de trabajo. Al iniciar su gestión, María Eugenia Vidal realizó una auditoría de las licencias psiquiátricas vigentes, y el resultado fue que el 62% de las mismas fueron levantadas. La prestadora de certificación de ausencias por cuestiones de salud ha denunciado la presión de los dirigentes gremiales, que han convalidado una y otra vez malas prácticas en materia de certificaciones de salud para no concurrir a dar clases.
No es la escuela pública el nudo del problema, sino una dirigencia que hace lo contrario de lo que predica y mantiene un esquema faccioso y mendaz que destruye lo que dice amar y construir.